explicación irónica con nombres de rocas – .

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Escuche a las bandas históricas de la época: “Jabonero”, “Pepe Botella”, “Dos Chisperos”, “El Hijo del Panadero”, “Cura Careta”, “Al Cogote” y “Revolución Inconclusa”. No te lo puedes perder. Y si tienes tiempo, ven una semana antes. Desde el viernes 18 de mayo (1810) ya estamos haciendo ruido. En la previa tocarán: “Mazamorra”, “Paraguas Truchos”, “Muérdago Miente” y “Mariquita Pone la Casa”.

Como siempre en Cabildo Grande (antes de llegar a “remodelación”) y Plaza Victoria. Habrá un vigilante que te lo recordará cada hora. No se suspende por el mal tiempo. Entradas en: www.cafemarco.com.virreinatoripla (nueva dirección próximamente). Canje de entradas en Billiken y Anteojito.

La fiesta del 25

Decenas de locros, cientos de peñas, miles de eventos escolares y todas las plazas de la Patria se vistieron de celeste y blanco para recordar aquella gesta. ¡Ese es el clima que necesitamos los argentinos! Y reiterando aquellos ejercicios didácticos que supimos utilizar para continuar la historia, con el respeto y cariño que merece la enorme conmemoración, presentamos para recordar aquellos acontecimientos y sus gloriosos referentes: La Fiesta de Puede. Contigo los protagonistas:

Jabonera

Un clásico atemporal, imprescindible en cualquier momento. Puede Patria. Su protagonista estrella: Hipólito Vieytes (1762 – 1815). Un avance Ya desde su progresista “Semanario de Agricultura, Industria y Comercio” (fundado en 1802) advertía sobre la importancia de generar naciones autónomas. Ferviente revolucionario. Pero también hay que decir que la famosa “Jabonería Vieytes”, trampolín de su fama (con proverbio incluido), funcionó como tal sólo dos años, y seguramente fue una pantalla para encubrir las reuniones clandestinas antimonárquicas. Sí, en ese lugar había existido una panadería propiedad de un tal Videla, quien se la vendió a Nicolás Rodríguez Peña durante 1807 por “2.387 pesos y 3 reales” (f/Manuel Carlos Melo). Estaba ubicado en la calle colonial San Bartolomé (luego Agüero, actual México).

Pero ese negocio fue embargado en 1808 y el propio Rodríguez Peña fue arrestado, acusado de traidor por Liniers. Será por esa época cuando se unirán Vieytes y Rodríguez Peña, quienes una vez levantado el embargo se iniciarán en la industria del jabón y las velas. Vieytes y su familia vivirán en la parte alta del mismo negocio.

Prueba evidente de que fue lugar de reuniones conspirativas la demostró el inventario de la Comisión de Justicia antes del allanamiento realizado el 1 de julio de 1815, donde fue detenido un moribundo Vieytes por orden de su acérrimo enemigo Carlos de Alvear (internos por aquellos momentos ). Contará el informe: 45 sillas, 5 mates, 3 docenas de cubiertos (documento en el Archivo General de la Nación).

El lugar ya no existe. Pero “la fábrica de jabón” seguirá perdurando como una leyenda y un ícono revolucionario en el imaginario colectivo nacional. La remodelación de la Avenida 9 de Julio pasó por alto. En cuanto a Vieytes, morirá al poco tiempo de ser apresado (5 de octubre de 1815).

Botella Pepe

Otro solista. José Napoleón Bonaparte (1768 – 1844). También José I, “José Postrero”, “José Nadie”, “Pepino” o “El rey plazazuelas”, porque durante su estancia en Madrid su única obra trascendente fue la apertura de plazas. Pero el seudónimo que lo inmortalizó fue “Pepe Botella”; Más cruel aún: “Pepe Botellas”, atribuyéndole una supuesta adicción exacerbada al alcohol. Lo cierto es que el encarcelamiento de los reyes españoles Carlos IV y el de su hijo Fernando VII puso en jaque a todo el régimen político de España y multiplicó las alertas y las incertidumbres en América. Para empeorar las cosas, Napoleón eligió a su hermano como rey de España bajo el nombre de José I de España.

Fue allí donde se inició una campaña de desprestigio contra el francés José I, abstemio por problemas de salud. Pero bueno, algunos dirán: “En el amor y en la guerra todo vale”.

La estrategia comunicacional descalificando a José por borracho dará excelentes resultados. Es más, llegará hasta nuestros días. Lo cierto era que el rey francés colocado en la corona de España representaba la personificación de un país invasor y el pueblo no estaba dispuesto a aceptar a un extranjero. En Estados Unidos, el clima político también se exacerbó y estimuló el espíritu revolucionario.

La imagen de José tampoco ayudó mucho. A la representación del “títere de Napoleón” añadiremos que utilizaba un monóculo y cerraba el otro ojo para mirar a través de él. Era “José el tuerto”. “José Primero viene a la ronda, con un ojo postizo y el otro en blanco”, cantaban las burlonas canciones castellanas. El ensañamiento no cesó: “Pepe Botella baja al despacho. Ahora no puedo, estoy borracho/Pepe Botella, no eres sabio. Naturalmente, el vino lo previene”. Así fue. José nunca tomó un trago de alcohol, pero morirá considerado una de las más grandes “curdas” de la historia. Mientras tanto, el pensamiento revolucionario siguió ganando adeptos proporcionalmente al descrédito de las posiciones monárquicas dominantes. En el medio, las “noticias falsas” ayudaron a los revolucionarios.

dos chispas

Sin duda: Domingo Francés y Antonio Luis Beruti. La leyenda consideraba que eran ellos quienes repartían las cintas nacionales con los colores de la escarapela. Esa cuestión de los colores será un tema cuyo debate dejaremos para más adelante. Por ahora algunas consideraciones. A) Domingo French fue el primer cartero de Buenos Aires. Ocupación estratégica si la hubiera. Era el encargado de trasladar las notas oficiales del virreinato a los doce consejos provinciales. Nada poco en tiempos revolucionarios. B) Será, por tanto, el encargado de distribuir las 450 invitaciones al Ayuntamiento Abierto. Evidentemente no todos llegaron a su destino. C) Él, junto con Beruti, fueron los principales “líderes políticos” del momento con el objetivo de derrocar al virrey y producir un cambio radical contra el absolutismo monárquico. D) Representaban la fuerza de choque que era seguida lealmente por 500 jinetes dispuestos a todo. Hasta matar al virrey. “Las chispas del suburbio”, según Paul Groussac. También “los jacobinos del Río de la Plata”, “la legión infernal”, “los Manolos”. Seguidores de Mariano Moreno. Una especie de “milicia paralela”. Serán los representantes de las posiciones democráticas, republicanas y revolucionarias frente a los sectores conservadores, probritánicos y oligárquicos que también participaron en las revueltas porteñas.

Su apodo, arraigado en la comunidad social, se debía a la exhibición grandilocuente de sus pistolas de chispa. En términos actuales diríamos: “se apoderaron de la plaza”. Tuvieron un enorme papel político en el resultado de los acontecimientos inmediatos.

el hijo del panadero

Juan José Esteban del Paso Fernández y Escandón Astudillo (1758 – 1833). Aquí otro clásico de las fiestas mayas: Juan José Paso. Era hijo del gallego Domingo del Passo, natural de Puebla de Bugallido (La Coruña) y de María Manuela Fernández y Escandón, hija de madre española y criolla. Don Domingo del Passo, precisamente, el panadero, cuya casa y panadería estaba frente a la Iglesia de San Francisco en la calle San Carlos – puerta 19, en pleno centro de Buenos Aires.

Será por su temperamento mesurado y prudente, con aire de seminarista, que se convertirá en uno de los personajes (probablemente) menos conocidos de Mayo. Era soltero y profesor universitario. En el Real Colegio de San Carlos, un histórico colegio “secundario” de Buenos Aires, fue “maestro” nada menos que de Belgrano y Castelli. Sus adversarios lo trataron despectivamente como “el hijo del panadero”.

¡Mira al hijo del panadero! Fue teólogo, filósofo, abogado, docente y político. Fiscal de la Real Audiencia y Diputado Suplente del Consulado (1806). Luchó en las invasiones inglesas. Fue miembro de la Primera Junta. Estuvo en la Asamblea de la XIII. Formó parte del primer triunvirato bajo la égida de Bernardino Rivadavia y del segundo que se estableció para contrarrestar, precisamente, el poder de Rivadavia. Fue el congresista que leyó la Declaración de Independencia en Tucumán. En definitiva, la lista de ocupaciones y roles se irá ampliando hasta convertirse en asesor de Dorrego y Rosas.

Pero fue su trascendental discurso en el Ayuntamiento Abierto el 22 de mayo el acto consagratorio. Podríamos sostener que inventó “La Fórmula de Mayo”. Mientras algunos no querían tener nada que ver con deponer al virrey, otros convocaban a todas las provincias virreinales y un grupo anhelaba la declaración de independencia de inmediato, apareció Paso. Un resumen de su postura: “debe consultarse la voluntad general de los demás pueblos del virreinato; Pero pensemos bien en el actual estado de peligro en el que se encuentra esta capital debido a su situación local. Buenos Aires necesita con mucha urgencia ponerse a cubierto de los peligros que la acechan, debido al poder de Francia y al triste estado de la Península. Para conseguirlo, una de las primeras medidas debe ser la formación de una junta de gobierno provisional a nombre de D. Fernando VII. Buenos Aires, como hermana mayor, debe hacerse cargo de la situación y luego procederá a invitar a los demás pueblos del virreinato a sumarse”. Así fue.

Máscara de cura y Al Cogote

Un fanático realista realista fue el obispo de Buenos Aires, Benito Lué y Riega (1753 – 1812). Y al mismo tiempo, si hubo alguien odiado por los americanos en aquel Ayuntamiento Abierto fue ese cura. Su presentación irritó brutalmente a los lobbystas: “Mientras existiera en España un pedazo de tierra gobernado por españoles, ese pedazo de tierra tenía que gobernar las Américas; y mientras hubiera un solo español en América, ese español tenía que gobernar a los americanos”. ¿Qué más podemos agregar? Parece que esos provocativos argumentos no fueron olvidados. Dos años después de aquel discurso, el sacerdote aparecerá envenenado.

En paralelo a la virulencia de los feroces debates, una leyenda urbana rescató la expresión final que amenazaba con cortarle el cuello y tirar al virrey Cisneros por la ventana del ayuntamiento si no renunciaba inmediatamente. Esa era la voz de Belgrano. Se lo mencionó a Rodríguez Peña. A partir de ahí, las cosas encajaron. No había lugar para medias tintas. Una prueba más del coraje revolucionario de Belgrano. El sol del día 25 estaba saliendo.

revolución inacabada

La revolución tuvo un primer período desde mayo de 1810 hasta la Declaración de Independencia en 1816. Mientras tanto, el proceso revolucionario continental se profundizará con la llegada de San Martín y con la composición del ejército libertador en Mendoza. Allí comenzará otra historia. Al final, superadas las distancias temporales, el desafío seguirá siendo válido. El 25 de mayo de 1810 rompimos la primera cadena, pero la lucha continúa.

 
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