Las piezas del asesinato y decapitación del alcalde de ChilpancingoAlejandro Arcos Catalán, comienzan a instalarse a mediados de fugas de los gobiernos estatales y municipales, así como versiones de personajes cercanos al concejal que ha solicitado permanecer en el anonimato.
El 27 de septiembre, el Capitán de Infantería Ulises Hernández Martínez Fue ejecutado en plena calle. El soldado había sido elegido por Alejandro Arcos como el próximo secretario de seguridad publica del municipio. Hernández acababa de desempeñarse como director de la Unidad de Fuerzas Especiales del policía estatal.
Ese día el capitán acudió a las instalaciones de la secretaría. Anunció que realizaría un “limpio” en la corporación y reportó a la secretaría la llegada de diez nuevos policías.
Según una de las versiones, se trataba de “gente que vino de afuera”. Específicamente, de la zona de Tixtla y Quechultenango, región que se encuentra bajo el dominio del grupo criminal conocido como las ardillas.
“A los diez minutos de salir de esa reunión ya lo habían matado”, explica una de las fuentes consultadas. “Desde dentro de la secretaría alguien le dio la silbar a Los Tlacos”.
Hernández Martínez fue atacado a bordo de su automóvil, en el que viajaba su esposa, a poca distancia de la secretaría. Los atacantes hicieron más de diez tiros.
Los Tlacoscomandado por Onésimo Marquina, ellos controlan el casco urbano de Chilpancingo desde hace años. Los Ardillo llevan el mismo tiempo intentando ingresar a la capital del estado. A esto responde el rastro de sangre que se ha vivido en la ciudad y que ha dejado masacres, quemas de vehículos, asesinatos de conductores y comerciantes de carne, así como paralización del transporte.
La zona de control de este último grupo se sitúa en las localidades y municipios rurales que se extienden hacia el este y sureste, a las puertas de la montaña.
Tres días después de su protesta, el 3 de octubre, el nuevo secretario del Ayuntamiento, Francisco Gonzalo Tapia Gutiérrezmano derecha del alcalde que acababa de asumir el cargo, era acribillado al fondo a una cuadra de la plaza cívica, en la centro historico de Chilpancingo.
Según las fuentes consultadas, Tapia Gutiérrez contaba con el beneplácito de Los Tlacos y su asesinato fue el respuesta de Los Ardillos tras la pérdida de la pieza que habían logrado colocar al frente de la secretaría de seguridad pública.
Detrás de las conexiones entre política y crimen organizado mediación se comprueba que “los padres”, como llaman a los obispos de Guerrero, han establecido entre políticos y delincuentes, con el fin de pacificar una región de la cual el gobierno federal tomó sus manos durante el gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Por ejemplo, un botón: el propio expresidente reconoció recientemente que había dado la orden al Guardia nacional retirarse, cuando uno de estos grupos envió más de dos mil miembros de su base social para tomar la capital del estado.
Según el secretario de seguridad federal, Omar García HarfuchApenas seis días después de asumir el cargo, el alcalde Arcos Catalán asistió a “una reunión específica” en el área de matracesen el territorio de Los Ardillos.
Los 12 integrantes de su escolta se quedaron en Tepechicotlán. Ingresó solo, a bordo de una camioneta, al área que está bajo el dominio de Celso OrtegaEl líder criminal que grabó con cámara oculta una reunión con el exalcalde Norma Otilia Hernándezy que meses después dejó cinco cabezas cortadas en el capó de un auto, para recordarle al funcionario un desayuno que supuestamente había quedado pendiente.
Todo indica que la estructura electoral movilizada por Los Ardillos en la zona rural – Celso Ortega es hermano del perredista Bernardo Ortegauno de los políticos más poderosos de la región– dio la victoria a Arcos Catalán en las elecciones del pasado mes de junio– por un ajustado margen de mil votos– sobre el morenista Jorge Salgadoa quienes apoyó la base urbana de Los Tlacos.
En los accesos a cada una de las comunidades de esa zona existen retenes armados de Ardillos. Por allí pasó Arcos Catalán, pero no regresó al mismo lugar. De hecho, sus acompañantes Aún estaban apostados en Tepechicotlán cuando llegó la noticia de que su cabeza cortada había aparecido junto al Hotel Real Moreli: para llevar los restos a ese sitio, sus asesinos tuvieron que dar un largo rodeo por las comunidades rurales para evadir la escolta y adentrarse más. . al norte hasta Chilpancingo.
No era la primera vez que iba a esa región. Lo había hecho otras veces, sin mayores complicaciones. “Siempre se hizo así”, explican.
Tras el fallecimiento de quien sería su secretario de seguridad, Arcos Catalán había anunciado que solicitaría que el federación se hizo cargo de la seguridad del municipio. La negociación que iba a realizar aún permanece en la sombra, aunque se sabe que el crimen organizado había requerido la entrega de entre 3 y 5 secretarías.
A sólo seis días de asumir el cargo, Arcos ya se encontraba entre la espada y la pared. El arreglo que intentaste hacer le costó la vida de una manera aterradora. ¿Cuántos alcaldes de los 81 municipios de Guerrero se encuentran ahora mismo en la misma situación?
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