Construyeron un merendero en el altiplano neuquino para que los niños “no anden en la basura”

-¡La leche! ¿Quién va a beber leche? Dale Mateo, Andrés, ¿vas a tomar la leche? ¿No? ¡Pues Juan! ¡La leche! ¡Ven, listo ahora! Vamos vamos vamos. Coge un lugar. Mira si falta banquillo. ¿Hay falta de banca allí?

Sueltan un rato la pelota y las hamacas. Hay una olla enorme en la estufa de la cocina y Rosa está llenando las tazas. Cerca del prado de tierra, Nino fríe los calzones rotos en un disco de hierro. Según van saliendo se van repartiendo. Caliente, con azúcar recién espolvoreada. El merendero “La Rosenda” Ahora funciona en una construcción material, en la calle El Trigo de la Colonia Rural Nueva Esperanza, pero Nació de un encendedor y una olla pequeña.

Hace seis años comenzaron a dar leche a los niños y niñas de su casa, que está en la parte trasera de esta propiedad. Cuando ellos llegaron “Era un campo pelado, todos campos y alto jarillal”. “Tenía una chata a caballo, una yegua pequeña, iba a la platea porque la gente vive muy lejos. Íbamos a dejar la leche, la fritura para que no vinieran los niños. Vinieron los que estaban cerca”, dijo Rosa.

De allí el merendero pasó a una gran pieza de chapa, con paredes de nailon y madera prensada, que cuenta con dibujos de la artista Pabla Arias (Miss Ojos). Al ser materiales tan frágiles, la lluvia y el viento los dañaron. De todas formas, Rosa se aprovecha. Allí amasa sobre una tabla. Lunes, miércoles y viernes sirven leche a unos 50 niños y niñas: desde un año hasta 14. En invierno empieza a las 15 horas, porque anochece a las 18 horas. En verano suelen quedarse hasta las 20 horas. Lo único que tienen, explicó, es “con la ayuda de la gente del centro, así, de corazón”. Cada dos sábados hacen almuerzos con lo que donan.

“El lunes es leche con mate cocido, el miércoles arroz con leche con calzones desmenuzados, los viernes chocolate con donas. Para que los niños no se cansen”, dijo.

Los martes y jueves el merendero está cerrado porque son días que Rosa dedica a “planchar”. La idea es que se lleven la leche sobrante y una bolsa con la fritura en botellas de plástico.

-¿Cómo estás vecina?

Raquel entró y vino a ayudar. También están Estela, y Silvia, una abogada que se topó con un post sobre el merendero en Facebook y viene a dar clases de apoyo escolar a los niños y niñas.

“Fui muy poco a la escuela, no sé leer, ahora viene la maestra y me dice: “Rosa, ¿hiciste la tarea que te di?”, comentó.

La mujer de 49 años tenía siete hijos. “Yo sé cuál es la necesidad, yo pasé por eso y quería hacerlo por los niños, aquí hay niños pequeños que son como seis hermanitos, que parecían estar muriendo de hambre, vinieron y comieron”, agregó. .

Rosa llena las botellas de plástico para que puedan tomar la leche. Foto Matías Subat.

Con Nino trabajaron en el basurero. Recogieron aluminio, cobre, trapos, botellas para vender. En la Colonia hay muchos agricultores que compran. Entraron a las 8 y salieron a las 18.

“Ahí también vimos a muchos niños sacando pan de la basura para comer, se ve mucho, y ahora Nino y nosotros tenemos este merendero, gracias a Dios les damos una mano para que no se vayan ahí a la basura. tampoco”, dijo.

-Saluda hijo.

Rosa insiste. “Vinieron, entraron como una manada de caballos y yo: “Hay que entrar, saludar a las mamás que están ayudando, no decir malas palabras. Les enseñan mucho respeto y han aprendido, eh”.

Reconoció que le gusta lo que hace. “Es bueno para mí también, porque tienes compañia con los niños de otras familias”, anotó.

Durante los tres días asisten unos 50 niños y niñas. Foto Matías Subat.

«Aquí arriba la única salida es ir de compras»


“Lo mío es sin política”, aclaró Nino, mientras revisaba la harina. Dijo que no le gusta “chamuyo flaco”. “Vienen, te prometen, aguantan tres años y luego aparecen cuando necesitan elecciones, cuando necesitan números, para ellos los niños son números, la gente es números. Los niños pequeños tienen corazón, tienen barriga, tienen hambre, amiga”, dijo.

Se jacta de no ponerle la bandera a nadie, ni prestar a ningún partido la puerta para un cartel. La única bandera que ondea es la de Boca y hay un graffiti de “Dale Lobo”, porque los chicos de Patagonia Tripera los hicieron “los últimos”. De ahí sacaron las camisetas con la cara de D10S. “¿No voy a amar a Maradona? Es un sentimiento, una pasión. Es Argentina, Maradona”contestada.

El predio donde opera “La Rosenda” y el azul y amarillo en la parte superior. Foto Matías Subat.

La meseta es un gran sector de la ciudad de Neuquén. Está la Colonia, pero también se instalaron bodegas de la empresa, y el botadero a cielo abierto donde llegan 10.500 toneladas de residuos al mes desde cinco localidades, incluida la capital.

nino lo llama “las compras”. “Hay de todo ahí. Es como ir de compras, ¿qué hay en las compras? Hay ropa, hay comida, juguetes. Con Rosa trabajábamos allí petanca. La única salida de aquí arriba es el basurero, es el trabajo que hacía mi viejo. Iba a buscar comida para los animales. “Le dije a mi viejo que no fuera más y comencé a ir”, dijo.

Nino prepara el disco donde se fríe la comida. Foto Matías Subat.

El último relevamiento realizado por el gobierno provincial en el basurero determinó que el 17% de la población censada era menor de 18 años. Este diario publicó al menos cuatro casos de niños que sufrieron graves heridas al colgarse de camiones y un adolescente que no sobrevivió.. “Vi morir a los pequeños allí, aplastados por las prensas, por eso hago esto, porque viví allí, comí de la basura, me vestí, amiga”Aseguró Nino.

Y enfatizó: “Para la gente de aquí es un trabajo, de allá comemos, de allá nos vestimos, y Ahora ponen un barrio al lado del centro comercial, ¡peor! Más niños al basurero., eso te da rabia, amigo”. Nino se refiere al Lote 34, donde el municipio de Neuquén reubicó a la población que habitaba en el asentamiento Casimiro Gómez. El gobierno también dejó constancia en ese documento cómo la cercanía al complejo afecta la calidad de vida, pero hasta ahora no ha existido un plan de intervención.

“Están llegando muchos niños, con la peluca (Milei), está llegando más gente”, mencionó Nino. Uno de los chicos saluda y se marcha en su bicicleta, con su bolsa de ropa interior rota. Él promete regresar, saben que lo recibirán.

Anda en bicicleta con el bolso que regalan Rosa y Nino para compartir en familia. Foto Matías Subat.

Quienes quieran ayudar pueden contactar Merendero La Rosenda en Facebook.

 
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