Roberto y Roger Zaldivar, padre e hijo que juegan de memoria en la oftalmología y en la vida

Roberto y Roger Zaldivar, padre e hijo que juegan de memoria en la oftalmología y en la vida
Roberto y Roger Zaldivar, padre e hijo que juegan de memoria en la oftalmología y en la vida

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Roberto y Roger Zaldivar: marca registrada en oftalmología De Mendoza para el mundo y sinergia.

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El Zaldívar logró una sinergia primordial

Robert dice que compartir el ejercicio de la profesión con su hijo “es algo natural; tenía que suceder, como me pasó a mí con respecto a mi padre porque las buenas experiencias se transmiten a los niños que, en casos como el nuestro, deciden abrazar la misma profesión: oftalmología en nuestro caso”.

Sobre Robert y su hijo Roger hay una ventaja: la pequeña diferencia de edad entre ellos – 27 años – teniendo en cuenta que, en cambio, Robert aprendió e interactuó con un Roger mayor que era 40 años mayor.

En la familia son pocos: el matrimonio Robert-Estela Gaibazzi y los hijos Roger y Mercedes, quien es menor de edad, es abogada y trabaja en el Instituto Zaldívar de Buenos Aires.

A los Zaldívar les resulta muy difícil hablar de temas fuera de la oftalmología. Tanto es así que, muchas veces, las mujeres de la familia, Estela y Enriqueta -esposa de Roger- los meten en una caja para integrarse con el resto y compartir otras experiencias. “Nos cuesta apagar el tema profesional; somos muy apasionados”ellos están de acuerdo.

“Con mi viejo jugamos de memoria. Hemos logrado una gran sinergia”dice Roger que, admite, se ha ido librando de la presbicia, ese pequeño bichito que empieza a picar alrededor de los 40.

“Mi hijo y yo somos un dúo fuerte: realizamos cirugías juntos y compartimos desarrollos, logros y proyectos. Somos un gran equipo, junto con los profesionales que trabajan con nosotros en Mendoza y Buenos Aires”, dice Robert en vísperas del Día del Padre, mientras prepara materiales para una inminente conferencia.

Los hijos de Roger ya se codean con la profesión. En el futuro, ¿quién sabe? ¿Continuarán la línea de prestigiosos oftalmólogos iniciada por Roger Sr.?

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Cuando era pequeño, Beltrán Zaldívar ya frecuentaba el Instituto para visitar a su padre y a su abuelo.

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-Y el asado del domingo, ¿quién lo hace?

“Yo”, dice Roger. Mi viejo está algo reacio, así que tomo la iniciativa con una entrañita, un matambre de cerdo y costillas.

-¡Es cierto! Nunca aprendí a hacer barbacoas y esa habilidad, aparentemente, dio un salto generacional porque mi padre era un gran asador – explica Robert.

-Hablemos de deportes…

-Nos gusta ir a la playa y esquiar; jugar tenis y ver rugby, especialmente Los Pumas y Seven. Somos hinchas de Independiente de Avellaneda pero a mí -dice Robert- me tocó disfrutar de la época dorada: la Copa Libertadores de los 70 -con Bertoni y Bochini- y la de los 80 -con Bocha, Marangoni y Barberón y Pato Pastoriza-. Mi hijo no tuvo esa fortuna, pero también sigue a Rojo y seguro que sufre un poco con este presente futbolístico.

-También somos hinchas de la Lepra- agrega Roger en referencia a Independiente Rivadavia.

-¿Vacaciones familiares?

-Siempre. Estamos muy familiarizados aunque seamos pocos – dice Robert -. Soy hijo único y con Estela teníamos a Roger y Mercedes. La esposa de Roger, que es uruguaya, tiene una familia numerosa: más de diez hermanos.

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La playa reúne de vacaciones al padre, hijo y nietos de Zaldívar.

Roger Zaldívar convirtió a su padre en abuelo hace 3 años y medio, cuando nació Beltrán. Ese título quedó revalidado con la llegada de Rufina, quien ya tiene año y medio.

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El abuelo Robert con sus nietos Rufina y Beltrán, hijos de Roger y Enriqueta.

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-¿Cómo se complementan en la transmisión de conocimientos profesionales?

-Hoy los plazos se aceleran y el aprendizaje es más rápido porque hay más tecnología; Puedes hacer cosas que antes no podías hacer. Hoy el acceso a la información es horizontal, y eso es clave porque antes había que ir a congresos y a veces, estando ahí, la élite de los médicos dificultaba el acceso a ciertos conocimientos. Ya no, los seminarios web y las publicaciones elevan el nivel general de la profesión. “Puedes darle vueltas más finas y acceder a las cosas más serias y valiosas con aval científico”, afirma Roger, que ya ha cumplido 13 años realizando cirugías oculares.

“Es muy grato trabajar con mi viejo pero nunca dejamos de tener la relación padre-hijo. Discutimos lo mejor para cada caso con respeto mutuo. Estamos en la etapa más linda de la relación, con madurez y aprendizaje” (Roger) “Es muy grato trabajar con mi viejo pero nunca dejamos de tener la relación padre-hijo. Discutimos lo mejor para cada caso con respeto mutuo. Estamos en la etapa más linda de la relación con madurez y aprendizaje”

-¿Cómo fue tu experiencia trabajando con tu padre? – preguntó Diario UNO a Robert Zaldívar.

-Interesante pero diferente a estas experiencias con mi hijo. Recuerda que mi padre era 40 años mayor que yo y se jubilaba. Aun así, cuando regresé de Estados Unidos, en tiempos de Alfonsín, él aceptó ideas e innovaciones. De hecho, el edificio del Instituto Zaldívar en la calle Emilio Civit fue idea mía. Fue profesor de la UNCuyo y vivió y pensó la medicina de otra manera. El avance de las comunicaciones y las tecnologías, que inició con Menem, nos permitió contactar a mucha gente de fuera para seguir aprendiendo.

 
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