Así rompe el Petro la confianza de los inversores

Así rompe el Petro la confianza de los inversores
Así rompe el Petro la confianza de los inversores

“Tienen miedo”, dijo el presidente, Gustavo Petro, en tono desafiante. “Por supuesto que tenemos miedo”, responde Bruce Mac Master, líder de la unión económica más grande del país, la Andi. “Y a Petro le gusta asustar”.

El desafío de Petro fue lanzado en clave política la semana pasada, en respuesta a la propuesta del expresidente, Iván Duque, de armar una alianza de candidatos presidenciales para enfrentar a la izquierda en 2026. Duque lo propuso en la conferencia de banqueros, Asobancaria. Y la respuesta de Petro fue leída en un contexto más amplio, desde el sector privado, como un hecho más que erosiona la confianza en el gobierno.

Estas grietas están pasando factura a la economía y al gobierno, a pesar de los claros esfuerzos del Ministerio de Finanzas por mantener la ortodoxia fiscal, como reducir los subsidios a los combustibles y recordar el presupuesto. Aun así, los “espíritus animales” de la economía, de los que habló el economista John Maynard Keynes, están agitados. La inversión del sector privado, el dinero que los empresarios gastan para generar más riqueza en el futuro, en cosas como máquinas y carreteras, ha caído durante más de un año. En 2023, cayó un 9,5%. En el primer trimestre de 2024 mejoró algo, pero sigue cayendo un 5,2%, según el Dane. “Las contracciones (…) igualan, en duración, a las observadas durante la pandemia”, señala Fedesarrollo, un centro de estudios económicos.

Eso explica en parte el bajo crecimiento de la economía y las bajas recaudaciones del gobierno, que lo obligaron a realizar el doloroso recorte presupuestario. Según empresarios, dirigentes sindicales, economistas y académicos consultados por La Silla Vacía, en el medio han habido muchos golpes autoinfligidos que no formaban parte del programa de gobierno con el que Petro fue elegido. Van más allá de las altas tasas de interés del Banco de la República, la reforma tributaria de José Antonio Ocampo, que castigó al sector privado, factores externos y el hecho de tener un gobierno de izquierda. Con características muy similares, en Brasil, con “Lula”, hubo un récord de inversión privada el año pasado.

Estos son los factores clave detrás de una ruptura evitable de la confianza de los inversores:

De los ataques sectoriales a la incertidumbre general

Dos días después de afirmar que el establishment estaba “asustado”, Petro anunció en Twitter (ahora X) que suspendería las exportaciones de carbón a Israel, “hasta que cese el genocidio”. El mensaje iba acompañado de un proyecto de decreto ya elaborado -que aún no ha sido firmado- de dudosa legalidad y que podría acarrear multas millonarias para Colombia.

El presidente pasó de lanzar burlas en la cara a los empresarios al inicio del gobierno, a tomar medidas sectoriales específicas, vía decreto o acciones administrativas, que rompen las reglas del juego en cada sector. “Cosas como el carbón generan desconfianza en todos los empresarios”, dice Thierry Ways, propietario de una mediana empresa en Barranquilla y columnista de El Tiempo. “Se siembra la sensación de que una medida arbitraria puede llegar a todos. Para el inversor, el clima que genera es de desconfianza e incertidumbre”. Y medidas de este tipo han llegado a varios sectores.

El petróleo y el carbón como la cocaína. Detener los contratos de exploración petrolera fue una propuesta explícita de Petro durante la campaña, que hizo efectiva en contra del consejo de miembros clave de su primer gabinete económico. Pero fue más allá. “La comparación del petróleo con la cocaína envió una señal poco alentadora a los inversionistas”, dice Luis Fernando Mejía, director de Fedesarrollo. Ahora el carbón entra en el debate con la prohibición de exportar a Israel.

El sector es una fuente de ingresos fiscales clave, a través de regalías y Ecopetrol, y la fuente de un tercio de la inversión extranjera directa. En abril de 2024, según el Banco de la República, esta tasa de inversión cayó un 51% respecto a 2023. A cambio, no existe un plan claro de transición energética y el gobierno ha puesto trabas a los proyectos de energías alternativas existentes. .

La fallida toma de posesión de la Creg para bajar las tarifas eléctricas. En el congreso del gremio de empresas de servicios públicos, Petro anunció que intervendría la Creg, apoyándose en una ley del gobierno de Duque. El objetivo era bajar las tarifas eléctricas y “regular los mercados basándose en la ley universal”. El Consejo de Estado anuló el decreto meses después. “Empezó por el sector eléctrico, y siguió por infraestructura y salud”, recuerda Mauricio Reina, analista económico y comentarista de RedMas.

El golpe a las infraestructuras con los peajes. En enero de 2023, el Ministerio de Transporte emitió un decreto que congela las tarifas de peaje, que según contratos previamente firmados se ajustan anualmente a la inflación. Llegó con la amenaza de Petro de sanciones para quienes no cumplieran. El Estado se comprometió a asumir el coste, estimado en 800.000 millones de dólares al año, pero a finales de 2023 revirtió la medida. “Además del costo fiscal, hubo un costo reputacional entre los potenciales inversionistas de que el gobierno, en cualquier momento, puede tomar la misma decisión por un tema político”, dice Mejía, de Fedesarrollo. Hoy el panorama de las concesiones 5G es incierto, en un sector que en 2021 invirtió el 1,2% del PIB.

El poder del Súper en la salud. Desde el inicio del gobierno quedó claro que el programa ganador de Petro incluía una reforma para que la salud “no fuera un negocio”. Pero la intención de poner fin a la función aseguradora de las EPS fue derrotada en el Congreso. En represalia, el gobierno creó una crisis, en parte, al utilizar el amplio poder de la Superintendencia de Salud para intervenir en las compañías de seguros. Primero fue Sanitas, una de las que tiene mejores indicadores de satisfacción, luego la Nueva EPS. “Fue el uso de la policía administrativa”, afirma Mac Master, que tiene varias aseguradoras en Andi.

Todas las reformas a la vez, y un constituyente arriba

Luego de haber logrado la aprobación de la reforma tributaria más grande de la historia reciente, el presidente Petro se embarcó en la reforma de toda la seguridad social: salud, pensiones y trabajo.

Las tres reformas, presentadas sucesivamente en la misma legislatura, iniciadas con un discurso en un balcón y manifestaciones sindicales, llegaron con una advertencia del presidente: “Reformas y revolución van de la mano, el intento de restringir las reformas puede conducir a una revolución”. dijo en un discurso el 1 de mayo desde el balcón de la Casa de Nariño.

Incluso los observadores económicos heterodoxos advierten sobre un error evitable. “Cuando las reglas del juego cambian, los horizontes temporales son relevantes. La estrategia de votar todas las reformas al mismo tiempo no es inteligente porque aumenta el conflicto”, dice Camilo Guevara, profesor de economía de la Universidad Nacional.

Además, todas las reformas tocaron aspectos clave de la forma en que el sector privado se entrelaza con el Estado en Colombia. Salud con las EPS, pensiones con fondos privados y reforma laboral con el sector privado de empleo que es del 94%.

El intento de procesarlos mediante un anunciado “acuerdo nacional” fracasó. La reforma sanitaria sucumbió, y dio paso al mencionado uso de la acción administrativa, mientras las reformas previsional y laboral avanzan a la sombra del gran escándalo de corrupción de la Ungrd, y de la negociación legislativa minorista en el Congreso.

En medio de este panorama crítico, Petro lanzó su confusa propuesta de asamblea constituyente. “Ha ido cambiando el discurso. Primero la Asamblea, luego el poder constituyente, el que sea. Pero los inversionistas extranjeros no entienden eso y dicen: ‘aquí hay una discusión sobre un cambio sustancial en las reglas del juego’”, dice Mejía de Fedesarrollo. “El presidente es muy simbólico, pero generan incertidumbre porque la gente los ve como un salto al vacío”, añade Guevara, de La Nacional.

La relación con el sector privado: con cacaos, pero sin sindicatos ni pymes

Si algo queda del acuerdo nacional con los empresarios son algunos proyectos con los grandes ricos de Colombia que comenzaron en una muy publicitada reunión en Cartagena. Los llamados cacaoteros, como Luis Carlos Sarmiento Angulo, y algunos empresarios del Valle, tienen modestos proyectos de cooperación, y línea directa con Laura Sarabia, mano derecha de Petro.

Otros se sienten aislados y desprotegidos. “Los cacaos son estructuras económicas que pueden tener un mal desempeño en Colombia, pero tienen inversiones que les ayudan a diluir los riesgos. Nosotros, los propietarios de PYME, no tenemos eso”, dice Ways, propietario de una mediana empresa de alimentos procesados ​​en el Caribe.

En cambio, desde los grandes gremios, como la Andi y sectores del Consejo Gremial, ven un diálogo roto. “El diálogo tripartito se rompió desde la presentación de la primera reforma laboral, y eso es muy grave, porque es un compromiso ante la OIT”, afirma Mac Master, que también es presidente del Trade Council, el mayor sindicato de gremios del país. el país. .

Además, a medida que el gobierno ha avanzado, el presidente ha ido perdiendo interlocutores clave. Ocampo, pese a ser señalado por el sector privado como el responsable de una reforma que afectó a los empresarios y a la inversión, fue un interlocutor de gran reputación. Cecilia López, exministra de Agricultura, también tuvo vínculos y credibilidad. Jorge Iván González fue visto como una voz sensata al frente del Departamento Nacional de Planeación. Y Germán Umaña, en MinComercio, había logrado estrechar vínculos con los exportadores. Ya ninguno de ellos está ahí, sus sustitutos son menos técnicos o más activistas, y todos tienen menos experiencia.

Miedo a cómo se enfrenta la inseguridad

La seguridad no ha sido buena desde el gobierno anterior de Iván Duque. Sin embargo, según la opinión de los actores del sector privado, dos cosas han cambiado.

Por un lado, “todo el mundo intenta no decirlo, pero hubo una aplicación selectiva del aparato de seguridad, particularmente del militar. Con una mirada basada en los activos estratégicos del país, como corredores logísticos, redes de infraestructura, ingenios azucareros y minas. Y eso, a mi entender, cambió para mejor”, dice Jorge Restrepo, economista y director de Cerac, organización que monitorea el conflicto armado.

Un ejemplo es lo que está sucediendo en la mina de oro más grande de Colombia, en Buriticá, Antioquia, donde desde la llegada del nuevo gobierno, grupos ilegales vinculados al Clan del Golfo han ganado terreno, como lo reporta este reportaje de La Silla Vacía. “Hay una ruptura de los vínculos entre el sector privado y las fuerzas de seguridad”, añade. Reina, por su parte, señala el aumento de las extorsiones como otra faceta de este fenómeno.

Colfecar, uno de los gremios más importantes del transporte de carga, ha denunciado que, en lo que va del año, los cortes de vías le han costado al sector mil 100 millones de pesos, producto, entre otras razones, del aumento de la inseguridad en las vías.

El segundo cambio que llegó con el gobierno de Petro tiene que ver con las negociaciones de paz con el ELN y las disidencias de las FARC. “En la negociación con Santos las líneas rojas siempre estuvieron muy claras, especialmente una clave, que tiene que ver con la política de seguridad”, dice Restrepo. Ahora, sin embargo, en la táctica de negociación del gobierno no existen tales líneas, todo está sujeto a negociación, como se vio con las idas y venidas del acuerdo de participación del ELN, donde el sector más crítico fue el privado.

 
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