La Córdoba medieval sigue vigente, esta vez en el discurso del senador Álvarez Rivero

Aunque no nos guste, tenía razón Sarmiento cuando hace casi dos siglos trazó un perfil de Córdoba en su libro “Facundo”: “El espíritu de Córdoba es monacal y eclesiástico (…) la ciudad es un claustro; la legislación que se enseña, la teología, toda la ciencia escolástica de la Edad Media”. No se equivocó en lo más mínimo. Si hoy uno rasca una mancha en la piel de Córdoba, encontrará allí mismo, en la misma epidermis, todo un combo de razonamientos profundamente conservadores que incluye, entre otras sutilezas, la homofobia, el racismo, la doble moral, mucha basura bajo la alfombra para el ‘qué dirán’ y un egocentrismo exacerbado de los seres cordobeses que -sin exponer ningún tipo de mérito- se creen el mejor tipo del mundo y el mejor del universo, aunque -hay que decirlo- – Ellos también sueñan con vivir en Miami.

Todos estos beneficios están celosamente camuflados en ese particular personaje gracioso que goza de fama nacional, pero también hay que sumar muchísimos sábados de templo y domingos de iglesia (al menos hay que pasar por delante de la puerta) y tendremos un acercamiento a la Estereotipo cordobés que parece representar el pensamiento de la senadora Carmen Álvarez Rivero, militante del PRO, ex compañera de fórmula del pintoresco Luis Juez, activista religiosa y también opositora de los derechos laborales; En definitiva, un fiel exponente de una Córdoba actual muy alejada de aquellas valentías que atravesaron trabajadores y estudiantes para forjar el Cordobazo, único y fugaz resorte de la rebelión cordobesa.

Pero todo tiene que ver con todo. La herencia no nos abandona. Milei eligió Córdoba para venir a celebrar el 25 de mayo y lo hizo frente a un ínfimo grupo de seguidores. ¿Vino a celebrar la creación de la Primera Junta y la destitución de Cisneros? No, llegó a la ciudad que él (y también Macri) habría elegido ser en mayo de 1810: una Córdoba que era sinónimo de antirrevolución y refugio de los realistas. Pero Sarmiento lo dice mejor, también en “Facundo”: (…) Durante toda la revolución, Córdoba ha sido el asilo de los españoles, maltratados en todas partes. Estaban allí como en casa. ¿Qué impacto tendría la revolución de 1810 en un pueblo educado por los jesuitas y enclaustrado por la naturaleza, la educación y el arte?

Y para ilustrar lo que Sarmiento nos quiere decir, agregamos las palabras con las que la senadora Álvarez Rivero finalizó su discurso el pasado miércoles: “Milei se siente guiado por fuerzas celestiales en esta lucha por la libertad. Déjenme decirles que, como miembro de la Iglesia Católica, creo que Dios se hizo hombre y esa es la esencia de nuestra libertad. Por eso hoy invoco: Jesucristo, Señor de la historia, te necesitamos. Nos sentimos abrumados, necesitamos de tu alivio y fortaleza; “Queremos ser una nación”.

En definitiva, este misticismo religioso que en pleno siglo XXI toma forma de “verdad revelada” en las más altas esferas del poder político no es sólo una manifestación medieval y ofende a la razón, sino también algo que hay que temer: todo lo malo puede suceder cuando nuestro destino está en juego. en manos de personas que ponen por encima “la fuerza de la fe” y dejan de lado los caminos de la ciencia, la razón y la inteligencia a la hora de buscar una solución a los problemas de la vida. gente.

 
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