desplazaron a 42 familias firmantes de la paz

desplazaron a 42 familias firmantes de la paz
desplazaron a 42 familias firmantes de la paz

“Sabíamos que firmar la paz y deponer las armas iba a ser difícil, sabíamos que enfrentaríamos situaciones desafiantes, pero no calculamos cuánto sufriríamos”, es como Moisés Rivera detalla lo que él y otras 42 familias , firmantes de la paz, están experimentando actualmente.

Fueron desplazados por disidentes del Frente Carlos Patiño del Estado Mayor Central y les advirtieron que no regresaran si querían seguir con vida.

En septiembre de 2016, cuando en La Habana, Cuba, el gobierno del entonces presidente Juan Manuel Santos y el último Secretariado de las FARC firmaron el histórico acuerdo de paz, Moisés y otros 14.107 guerrilleros depusieron las armas para comenzar su reintegración a la sociedad. civil.

El acuerdo establecía que el Estado financiaría, por una sola vez, los proyectos productivos con los que cada firmante de la paz iniciaría su nueva vida y subsistencia.

Luego, los desmovilizados tomaron su lugar en el territorio, a lo largo y ancho del territorio. En el caso de Moisés, se radicó con otras 42 familias en el distrito de Santa Clara, municipio de Argelia, Cauca.

No les era desconocido que este territorio vive la vida cotidiana de la guerra y la rutina de la violencia. Es bien sabido que en el departamento del Cauca confluyen al menos 11 organizaciones armadas ilegales.

Actualmente persiste allí la alerta roja por el ensañamiento de las disidencias hacia el territorio, la Fuerza Pública, los indígenas y la sociedad inocente.

Con un cuaderno lleno de planes, proyectos y fórmulas para la siembra de café, principalmente, Moisés inició su segunda ‘nueva vida’.

“Éramos felices, llegamos en el 2017 y enseguida conseguimos la tierra, trabajamos mucho, vivimos bien, logramos tener alrededor de 130 cabezas de ganado, teníamos una finca productora, una finca sustentable, era produciendo queso, leche, carne, alimentos, café”, dijo el firmante a este diario.

La propiedad donde estaban ubicados era próspera. Decidieron quedarse en el desafiante Cauca porque eran de allí.

Antes de su desmovilización Moisés pertenecía al Frente 60 de las desaparecidas FARC.

En esa zona rural nació, creció y se hizo guerrillero. Aunque visitó otros departamentos, en el marco del conflicto armado, siempre regresaba a su Cauca natal.

“Somos nativos de aquí y gracias a eso también tenemos buenos vínculos con la comunidad. Aquí nos conocen, por eso decidimos quedarnos en nuestro territorio y todo iba muy bien, vivíamos tranquilos, trabajando nuestra tierra”, recuerda.

Poco antes de que las FARC firmaran el acuerdo de paz, Néstor Gregorio Vera Fernández, alias “Iván Mordisco”, un temido guerrillero que formaba parte de las filas de ese grupo armado, decidió declararse en rebelión y abandonar el proceso para formar la primera disidencia denominada Central General. Personal.

Desde entonces se convirtió en uno de los verdugos de los desmovilizados, sus antiguos compañeros que preferían la paz.

Temido y sanguinario, no sólo acosa a los firmantes sino que, como es sabido, profesa un desprecio general hacia la población civil.

Su liderazgo criminal le ha permitido tener presencia en 234 municipios y 19 departamentos. Tiene 22 frentes con más de 4.000 hombres y mujeres alzados en armas.

Uno de esos frentes se llama Carlos Patiño. Tan sanguinario y temido como su comandante en jefe. Eran integrantes de este grupo residual que un día de octubre de 2021 llegaron al distrito de Santa Clara, donde Moisés y las otras 42 familias vivían en relativa paz.

Con rifles al hombro anunciaron la toma de la próspera propiedad y en consecuencia el desplazamiento masivo de sus habitantes. Tan conocedores del tema como sus antiguos colegas.

“Vinieron y nos desposeyeron, nos desplazaron de allí, nos quitaron las cositas como las cabezas de ganado, la producción que ya se hacía, la carne y todo dependía del ganado, la producción de queso, leche, la El café se perdió. “Absolutamente todo por lo que habíamos trabajado tanto durante esos años, llegaron y en cuestión de horas acabaron con todo, nos sacaron”, dice el desmovilizado.

Los sanguinarios disidentes ocuparon el inmueble durante mucho tiempo hasta que el Ejército recuperó el control del lugar. Sin embargo, Moisés y sus compañeros nunca pudieron regresar. Hoy se encuentra en completo abandono, es tierra de nadie. Varias veces intentaron regresar pero bastaron dos pasos para que comenzaran a aparecer los rifles y los rostros de sus perpetradores.

“Los disidentes de Carlos Patiño no dejan que nadie se acerque, simplemente nos dejan perder el lugar que era nuestra casa”, afirma.

Lo grave, además de todo lo que viven las familias desplazadas, es que la finca está ubicada a sólo seis kilómetros del distrito de El Plateado, uno de los lugares más peligrosos de la historia reciente del país. Ubicado en el cañón de Micay, es utilizado como retaguardia estratégica por las disidencias insurgentes.

“No pudimos regresar, es imposible porque la entrada a la finca está a sólo seis kilómetros o menos del poblado de El Plateado, donde prácticamente tiene su hogar este grupo armado. ¿Quién va a aparecer allí? Nos sacan muertos”. dice este ex guerrillero que se ha convertido en un líder en su comunidad.

Han pasado casi cuatro años desde que fueron sacados de sus hogares y obligados a abandonar sus proyectos productivos, con los que vivían y subsistían. Desde entonces, aquel día de octubre de 2021, sobreviven con trabajos informales en el casco urbano de Argelia y no les ha resultado fácil, como era de esperar.

Otros, sin embargo, recibieron apoyo de la Asociación Campesina de Azcanta, “también nos han dado una mano y en su propiedad es donde estamos trabajando, ya que nos recibieron, nos dieron permiso para trabajar allí, en esta propiedad y es donde están ganando dinero. adelante los proyectos que teníamos antes, en nuestra tierra, antes de que nos desplazaran de allí”, agrega Moisés.

Ahora están recibiendo asesoramiento para demandar al Estado por ineficacia. Sostienen que antes de ser desplazados habían emitido varias advertencias y pese a ello no recibieron apoyo para evitar el desplazamiento.

“Se hicieron alertas tempranas unos meses antes de lo que iba a pasar, pero no fue posible brindarnos la seguridad que se requería o que se requería en ese momento. Entonces lo que estamos esperando es una reparación por la pérdida de todos nuestros esfuerzos”, reveló.

Eso sí, asegura que ni retrocederán ni cogerán impulso, seguirán con el proceso de paz, luchando para sacar adelante sus proyectos.

“Seguimos comprometidos con lo que firmamos, que es el proceso de paz. Seguimos en pie, estamos avanzando con esto porque es lo que nos propusimos, pase lo que pase, estamos avanzando pero sí requerimos mucho del Estado para poder salir adelante”, afirmó. concluyó.

 
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