La verdadera sabiduría se nota precisa y paradójicamente porque pasa desapercibida. Quienes saben mucho no necesitan hacer gala de un vocabulario abrumador ni de complicadas construcciones idiomáticas. Al contrario, acerca lo complejo al verbo común, analiza, sintetiza y crea algo nuevo y deslumbrante gracias a la herencia que posee.
Es lo que ocurrió con Pedro de la Hoz González, nacido en Cienfuegos en 1953, y que acaba de fallecer en La Habana, a los 71 años, tras una valiente lucha contra el cáncer, y dejando a sus compañeros con la absoluta convicción de que su claridad intelectual Y la brillantez estilística tenía aún más que ofrecer entre nosotros.
Parece común, ante la desaparición física, hablar de vacío y pérdida; pero, ciertamente, en el diario Granma, a cuya redacción cultural dedicó 36 años de trabajo, nadie puede conocer como él cada hecho artístico y diseccionarlo magistralmente en sus detalles y antecedentes.
Crítico astuto y valiente, nunca tuvo miedo de señalar tanto las sombras como la luz, y rechazó los lugares comunes y las adaptaciones. Estos valores no sólo los defendió en su calidad de periodista y militante del Partido, sino también como vicepresidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba y presidente de la Comisión Aponte.
Su ética de trabajo queda como lección para compañeros y revolucionarios: Pedro trabajó hasta el final, incluso cuando parecía humanamente imposible para quienes estaban lo suficientemente cerca de saberlo que su cuerpo y mente se concentraran en cumplir los compromisos pactados; y sus contribuciones continuaron siendo de enorme sabiduría y calidad.
Fue parco en elogios, pero supo reconocer la palabra adecuada y argumentar con respeto.
Aunque nunca salió de Granma, luego de llegar allí tras licenciarse en Periodismo, y pasar por las redacciones de 5 de Septiembre y Vanguardia, también fue asesor de Armando Hart y primer director de la revista Artecubano, del Consejo Nacional de Artes plásticas.
Autor y coautor de múltiples libros, no parecía plantado en la cúspide que alcanzó con esfuerzo y mérito: Premio Nacional de Periodismo José Martí, Premio Nacional de Periodismo Cultural José Antonio Fernández de Castro y Maestro de Jóvenes, sólo por mencionar algunas distinciones.
Soldado de la palabra, siempre necesitó dar más de sí y lo hizo. En nosotros permanece esa forma siempre renovada y íntegra de entender la cultura, el oficio periodístico y la vida.