“¿No hay dinero para la cultura pero sí para aviones de guerra?” – .

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“¿No hay dinero para la cultura pero sí para aviones de guerra?” – .

3 de junio de 202403:00

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“Hoy vas a entrar en mi pasado. En el pasado de mi vida. Mi alma herida lleva tres cosas. Amor, arrepentimiento y dolor.“, cantó como poseído. Roberto Goyeneche en el mareado, el tango compuesto por Juan Carlos Cobián. En el aire flotaba la nostalgia de un amor eléctrico y fatal en una noche llena de alcohol, un encuentro que marcó el principio de un fin. Aquella letra que hablaba de una mujer “extraña, como en llamas” que “reía para no llorar”, podría ser el lamento actual de la casa Saavedra que siempre habitó la familia Goyeneche: después de una larga e intensa presencia de artistas que estaban presentes a través de sus entornos, escribiendo, cantando y delirando, ahora está a punto de perderse en el olvido, con un cartel de venta colgando de su frente como una sentencia de muerte. Desprovisto de toda protección, Incluso podría ser demolido, reducido a escombros y convertido en una torre anodina.sin mística ni ensoñación.

Un retrato de la inconfundible sonrisa del polaco.mariana eliano

Hay una frase del mismo tango que aún resuena en el hall de entrada de Melián 3167: “Qué grande ha sido nuestro amor. Y sin embargo, ¡ay! Mira lo que queda”.. Quien espera detrás de la puerta es Roberto Emilio Goyeneche, el hijo mayor de los Polaco. A punto de cumplir 75 años, camina con ayuda de un andador. Le preocupa lo que le toca vivir a estas alturas, después de una vida de película rodeado de los grandes del tango argentino. “Espero que esto tenga solución o tendré que vender. No quiero chuparle los calcetines a nadie, tengo dignidad y un nombre que cuidar. No puedo tirar por la borda todo lo que hizo mi viejo durante su carrera.. Para mí es lo más sagrado del mundo. Me gustaría construir un museo al frente y quedarme aquí, al fondo”, dice, sin muchas esperanzas, en el salón de una casa que mezcla desorden con recuerdos explosivos. Detrás de él hay un cuadro con el rostro icónico de su padre, y a su alrededor se encuentran dispersos premios, cuadros, fotografías familiares, recuerdos y regalos de un pasado que se desvanece, al borde de la extinción.

Las huellas de una intensa vida artística.mariana eliano

Sentado en el sillón dorado adornado con estampado búlgaro, Roberto recrea una escena entrañable. Mira fijamente el sistema de música frente a él y dice que ese era el ambiente favorito de su padre para sentarse y escuchar tango.. Colocaba frente a ella la mesa de café de mármol rosa, donde dejaba su whisky y su cigarrillo, y entraba en una especie de trance. “Los días más especiales eran cuando llegaba con algo recién grabado, todos nos sentábamos y escuchábamos en silencio.“, recordar. Cuando terminó el disco, Polaco preguntó a cada uno qué pensaba y recogió las opiniones de su familia. Fue su primer filtro.

“No quiero vender, me gustaría buscar otra solución para que esta siga siendo la casa de Polaco”.mariana eliano

Para Roberto habitar esta casa es habitar una memoria permanente. No sólo la de su padre, fallecido el 27 de agosto de 1994, sino también la de su madre, Luisa, fallecida hace cuatro años. Para él, desde entonces la vida ha sido cuesta arriba, a pesar del cariño del barrio de Saavedra, que nunca olvida la presencia inmanente del polaco. “No es fácil poner esto a la venta, no es nada fácil.”, dice resignado, una y otra vez. Las dificultades son básicamente económicas. Sin recursos, este PH se volvió difícil de sostener. Roberto y su madre recibieron un subsidio otorgado por el Ayuntamiento, pero tras la muerte de Luisa, se suspendió el pago. En el medio, Roberto tuvo que suspender sus shows debido a la pandemia, luego se cayó y se fracturó el fémur. Se sometió a tres cirugías y próximamente se someterá a otra cirugía en su rodilla derecha.

La presencia de Goyeneche en el barrio de Saavedra.mariana eliano

“Ahora estoy preparando un espectáculo, me muevo con el andador, hago lo mejor que puedo, esto es muy grande para mí. Se está cayendo y es travieso. Mi prima tiene el apartamento del frente, pero yo soy dueño del 70%. Debo mucho dinero y tengo que pagar las deudas”, explica mirando al techo donde se extiende una enorme mancha de humedad. El peso de la situación es tan grande que se golpea el pecho y entrecierra los ojos llorosos: “¿Entiendes que yo nací aquí y que mis padres vivieron y murieron aquí?”.

Una foto del bebé Polaco Goyeneche, a punto de perderse por la humedad.mariana eliano

“Quien vivió aquí vivió ciudadano ilustre y uno de los intérpretes más populares de nuestra canción ciudadana, Roberto Goyeneche. Homenaje de la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires”, dice la placa a la entrada del inmueble. Roberto (hijo) reconstruye parte de la historia anterior: esta casa originalmente era de sus abuelos maternos y Polaco se mudó allí en 1948, luego de casarse con Luisa. Por esta residencia pasaron distintos sectores de la familia -de un lado y de otro- hasta quedar actualmente dividida entre Roberto Jr. y su primo hermano.. El otro hijo de la pareja, Jorge, se quedó con una casa en Santa Clara del Mar y un apartamento. “Hoy comparto la propiedad con mi sobrina, quien me ayuda con las cosas de la casa”, dice.

La entrada de Melián 3167.mariana eliano

La idea de crear un museo con la historia de Polonia no es nueva. Durante el gobierno de Aníbal Ibarra, la Asamblea Legislativa aprobó un proyecto de ley para crear el Museo Roberto Goyeneche. Después de varios idas y venidas, la iniciativa nunca llegó a concretarse. Fue el comienzo de una relación llena de decepciones para los descendientes de esta familia que encarna una parte esencial de la cultura porteña.

Roberto Goyeneche en un estudio de grabaciónLA NACIÓN

“Aquí dentro era simplemente ‘papá’, desde fuera éramos un representante y un artista”, advierte con severidad. Desde finales de los años 70 hasta su muerte, Roberto dirigió la carrera de su padre. “Era muy querido… y lo sigue siendo, ¿sabes por qué? El chico tenia un angel“, dice abriendo mucho sus ojos azules, una herencia innegable. Para confirmar su validez, Roberto cuenta que recientemente, durante una proyección en el Academia Nacional de Tangocada vez que su padre aparecía en pantalla la gente lo aplaudía. “Más que viejo e hijo, éramos amigos. Le conté todo, éramos muy amigos.”.

Otro cuadro de Polaco con Gardel.mariana eliano

Roberto tiene, sobre todo, anécdotas. ¿Cómo es posible que no los tengas? “Para empezar mi padrino era Aníbal Troilo, pues imagínense”, dice. En un pequeño cuarto del fondo, casi escondido, hay otro cúmulo de recuerdos: placas, diplomas, fotos borrosas, camisetas del querido e infaltable Platense -que tiene una tribuna con su apellido- y un enorme cuadro donde Polo abraza a Gardel, custodiado por Pichuco y Piazzolla, asomándose desde una cortina. “Tuve la suerte y la alegría de conocerlas a casi todas, una era más bonita que la otra. Crecí entre esos monstruos. Muchos personajes, chicos de oro, que os apoyaron y animaron.“, Empieza. “Troilo me trataba como a ti, me veía y siempre me decía: ‘Gordo mío, ¿qué necesitas?’… He conocido a los buenos, a los malos, a los listos y a los inteligentes. He conocido a quienes fueron un flagelo para la sociedad, pero me enseñaron mucho”.

Foto de familia de los Goyeneche.mariana eliano

Y continúa: “Yo era un pollito que estaba rompiendo el huevo, tenía 15 años. Eran cinco piernas pesadas, estábamos en un boliche de Córdoba y Uruguay, en las mesas que están alineadas con la ventana. ‘Mocito, ¿quieres salir de noche? Ten cuidado por donde caminas, ¿ves esta línea? Camine siempre en esa línea, ni un pie a la izquierda ni un pie a la derecha. Si se cae, lo vamos a enderezar a bofetadas.’ Uno me cuenta que su mano era como una bolsa de agua caliente. Le decíamos Roscazo y era muy amigo del viejo. ‘De esta manera siempre nos tendrá como amigos’”.

El Polaco con su nieta Lorena.mariana eliano

Para Roberto es inevitable asociar esta casa con aquellos momentos que marcaron su propia vida. El Polaco era el sol de un universo que giraba en torno a su magnetismo. Lo tiene tan presente que incluso cree que de vez en cuando “le envía señales”.. Hace unos años caminaba con su madre por el cementerio de Chacarita. Era un día nublado, muy cerrado. Roberto había comprado un auto, pero no se lo entregaron. Se estaba arrepintiendo. Se sentó junto a la estatua de su padre y, en complicidad, le preguntó si no le había enviado un bastón. De repente se abrió un hueco entre las nubes y apareció un rayo de sol que dio justo en la frente del busto.. Al día siguiente se desbloqueó la operación. “Me temblaban las piernas, no sé si fue casualidad o qué”, dice.

El salón de Melián 3167, custodiado por Polaco.mariana eliano

Sin embargo, ahora Roberto sabe que, más que señales, necesita un auténtico milagro. Queda poco tiempo para salvar lo que queda de Polaco. Durante años, tras las tertulias, algún que otro objeto salía de la casa en manos de otros. Por eso, hace tiempo decidió trasladar algunas cosas -como el Martín Fierro que ganó en 1968 como mejor cantante- a la Academia Nacional del Tango. “Acá no sirve de nada la presencia del polaco en la cultura argentina, no sirve de nada”.”, protesta. “Con este señor (Milei) al que no le interesa la cultura, menos aún. Ojo, no tengo bandera política. Mi única bandera es si llego a fin de mes. Conocí a todos los presidentes, pero ninguno me dio nada. Los únicos que me dieron regalos fueron mis padres.“, Agregar.

Platense, club del que era hincha Polaco.mariana eliano

Roberto asegura que mucha gente lo llama queriendo reprocharle su decisión. “Me dicen ‘¡cómo vas a vender esa casa!’, pero no saben qué hay detrás… Estoy esperando que venga algún político y me diga algo en la cara” se queja. “Tenemos una avenida Goyeneche, un viaducto de Goyeneche, todos se golpean el pecho, pero para cuidar el patrimonio no hay dinero… ¿No hay dinero pero se compran 24 aviones de guerra usados? Perdón, soy así, soy frontal como me enseñó mi viejo.“, el Advierte.

“No quiero vender, me gustaría encontrar otra solución para que esta sigue siendo la casa del polaco“el Insiste. Por ahora, su deseo –y seguramente, el de muchos en esta ciudad– parece lejano, tan lejano como esa voz que se apaga, casi sin estruendo, en el pasillo de Melián 3167: “Qué grande ha sido nuestro amor. Y sin embargo, ¡ay! Mira lo que queda”..

Un cuadro de Polaco en el departamento de Melián 3167.mariana eliano

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