Sin entrenador y en un estadio que ya no existe

Quedan 21 días para el inicio de la Copa América 2024 que tendrá sede en Estados Unidos y en el que Argentina buscará revalidar el título obtenido en el Maracaná, hace tres años. La Selección, que actualmente comparte la cima de la tabla de ganadores históricos con Uruguay, pretende despegar y darle a Ángel Di María (¿y a alguien más?) la mejor despedida posible. El romance entre Argentina y el torneo continental que ha ganado 15 veces se remonta a 1921, año en el que salió campeón por primera vez y en casa. Cuatro equipos, un estadio del que hoy no quedan vestigios, entradas que costaron un peso, un campeón sin entrenador y un goleador tan argentino como italiano, entre los momentos más destacados de aquella edición.

Tesoriere, Libonatti, Calomino y el resto de campeones.

El Copa América No se llamó así hasta 1975. De hecho, en la década de 1920 todavía se conocía como Campeonato Sudamericano. En las primeras cuatro ediciones (1916, 1917, 1919 y 1920), Argentina había acumulado tres subcampeonatos y había visto levantar el trofeo a Uruguay, en tres ocasiones, y a Brasil, en la restante. En 1921 era local y no podía dejar pasar una nueva oportunidad. El torneo tuvo formato de liga y lo jugaron Brasil, Uruguay, Argentina y Paraguay, que participaron por primera vez ante la ausencia de Chile. El selección argentina No tenía director técnico y el rol lo cumplían los jugadores, especialmente Pedro Calomino, ícono de Boca y del fútbol amateur. El torneo se desarrolló en el antiguo estadio Sportivo Barracas y la mayoría de las entradas se vendieron por un peso y algunas otras por dos. No hubo palcos ni sectores VIP, sólo una tribuna levantada para los periodistas.

Argentina se enfrentó a Brasil en el primer partido, el 2 de octubre de 1921, y ganó 1-0 con gol de Julio Libonatti en el minuto 27, un delantero cuya historia se profundizará. El 16 de octubre venció al equipo debutante por 3-0 con goles del propio Libonatti, Blas Saruppo y Raúl Echeverría. El 30 del mismo mes, tercer y último duelo. Argentina debía, al menos, empatar con el nuevo campeón Uruguay. Los charrúas, anotan. En un estadio sin vallas ni policías y con 33.000 aficionados vestidos con traje y gorra, transcurrió el primer tiempo; y los gritos se quedaron atascados. Hasta que Saruppo pateó al arco, el portero rebotó y Julio Libonatti empujó. El gol marcado a los 12 minutos del segundo tiempo fue el único del duelo y Argentina se consagró campeona continental por primera vez en su historia. La afición levantó a propios y ajenos, y hasta al árbitro brasileño Pedro Santos, sin distinción y decididos por la euforia.

Julio Libonatti, goleador argentino y hombre récord del viejo continente.

Libonatti fue el máximo goleador del torneo con 3 goles y el arquero Américo Tesoriere, de Boca, que terminó con récord invicto, fue reconocido como el mejor jugador. Fue la primera de las quince coronas que obtuvo la Albiceleste en su historia. Tras el título, ante la falta de entrenador, quien habló fue Calomino, que a sus 29 años era uno de los más experimentados del equipo. “Era un partidos Excelente, lleno de gratas incidencias y donde se pudo observar en cada acción la inteligencia de los jugadores, cuyos esfuerzos, redoblados por el entusiasmo y la especial colocación de cada equipo en esta competición, contribuyeron a darle a la lucha contornos que no se corresponden. todas las ferias internacionales”, dijo, en un lenguaje que 103 años después parece imposible de encontrar en una declaración posterior al partido.

Un estadio simbólico del que no queda rastro

Sportivo Barracas juega en la Primera C del fútbol argentino, pero en la era amateur fue protagonista a la par de los mejores. Tanto es así, que en 1920 inauguró un imponente estadio en un partido que sería derrota 2-0 ante Boca. Era la mejor infraestructura del fútbol argentino, con capacidad para 33.000 personas, una cifra enorme para la época. “Tenía una galería techada, de madera y zinc sobre la calle Luzuriaga. El vestuario era muy moderno para aquella época, construido varios metros por debajo del nivel del suelo. Sobre ellos se construyó una terraza con balaustrada donde se instaló el palco de los periodistas”, relata en el libro el historiador Leonel Contreras. Fútbol: clubes, canchas y estadios de la Capital. Era un estadio icónico e histórico, sede del primer “Copa América“ganado por nuestro país. Pero: “Por estas cuestiones del destino, Sportivo Barracas perdió su estadio en 1936, aunque siguió siendo escenario de partidos importantes hasta 1942, año en que fue derribado este templo del fútbol argentino”, concluye Contreras.

El estadio Sportivo Barracas, fenomenal en su época.

El goleador italiano

El delantero Julio Libonatti nació en Rosario, en 1901, pero era hijo de italianos. Debutó en 1917 con la camiseta del Newell’s Old Boys de Rosario y en 1919, con la selección argentina. A los 20 años fue el goleador del Campeonato Sudamericano que ganó su país y, por un tiempo, una de las figuras del equipo. Pero en 1925 se convirtió en un hombre de récord y comenzaría otra historia. Libonatti fue contratado por el Torino, convirtiéndose en el primer futbolista sudamericano transferido a Europa en la historia. Y, en 1926, el hijo de italianos empezó a representar al país de sus padres. Con el Azzurra Ganó la Copa Internacional de Europa Central en 1930, y a lo largo de cinco años marcó 17 goles en 15 partidos, nueve más de los que había marcado con la camiseta albiceleste.

 
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