Evitemos el desperdicio de alojamiento y alimentos con una red solidaria – .

Según Red Solidaria en Neuquén, este año, a diferencia de otros, registraron a niños y mujeres en situación de calle. Foto de : Cecilia Maletti

Especialmente ante esta ola de frío o frío polar, cómo no pensar en guardarropas fraternos y bancos de alimentos de esas entidades públicas, privadas o mixtas que (¡que Cáritas!) reciba, recoja, almacene y distribuya responsablemente los excedentes de abrigos y alimentos: hilanderías, textiles, tiendas, boutiques, guardarropas, closets, etc.; granjas, panaderías, frigoríficos, mercados, fruterías, molinos harineros, tiendas, empresas lácteas e industrias alimentarias; hoteles, cafeterías, restaurantes, etc., para distribuirlos o redistribuirlos entre las personas que hoy pasan frío y hambre, descontentas con las inclemencias del tiempo y la aguda y sin precedentes crisis alimentaria.

Ante el perezoso despilfarro de abrigos o alimentos, debemos alzar la voz y hacer sentir nuestra protesta humanitaria solidaria, cuando la situación argentina de hambre, frío, pobreza, indigencia y desamparo expone y abandona a demasiados argentinos con la falta básica de vivienda, vestido y alimentación mínimamente adecuada, precisamente por la falta de infraestructura, ropa, cobijas y alimentación personal diaria); todo lo cual afecta cada vez más a buena parte de una población, que debe contentarse, por ejemplo, con ingerir -sin garantía nutricional- algunas de las comidas diarias biológicamente necesarias y eventuales “limosnas” y descartes de ropa o calzado.

Todas las mediciones confirman que millones de personas se encuentran en condición de vulnerabilidad alimentaria en nuestro país. El desperdicio de alimentos está en niveles récord: cada año se pierden o desperdician 1.300 millones de piezas de alimentos en todo el mundo. Esto equivale aproximadamente a un tercio de los alimentos producidos para el consumo humano.

Sólo en nuestro país, uno de los mayores exportadores de alimentos del mundo, Casi 30 millones de toneladas de alimentos se tiran cada año a la basura según datos de la FAO y la Secretaría de Agroindustria. Esto equivale a más de un kilo por día y por cada habitante, algo aterrador cuando más del 45% de su población se encuentra bajo el umbral de la pobreza, con dolorosas e inhumanas dificultades para alimentarse, cobijarse y protegerse. Por cierto, el Papa Francisco acaba de denunciar y condenar precisamente el despilfarro global de vivienda, alimentos y agua potable.

Ante la crisis económica y el silencio sobre la falta de vivienda y el hambre que sufren y angustian demasiados argentinos, Sin demora se deben promover iniciativas de solidaridad civil de todo tipo y magnitud, suficientes y satisfactorias para ayudar a las comunidades de habitantes de la calle que lo requieren y lo merecen. Deberían implementarse de manera sostenible y resiliente, de manera similar a la de organizaciones sin fines de lucro como la Red Mundial de Bancos de Alimentos o The Global Food Banking Network, que –además– reciben donaciones de empresas públicas y privadas, y así vienen trabajando en las tareas de recuperación y uso equitativo de prendas de vestir, calzado y alimentos, materias primas e insumos actualmente desperdiciados.

Con estas acciones no sólo podremos reducir las pérdidas y el desperdicio, sino que también podremos ayudar a más personas en condiciones de vulnerabilidad, para que tengan suficiente alojamiento y alimentos básicos de manera digna y oportuna; personas que en nuestro país superan por millones el número de conciudadanos afectados por esta verdadera calamidad en el país del pan, tierra fértil y valiosa argentina, que paradójicamente –sin dudarlo– produce alimentos para saciar el hambre en diez o más veces el número de sus actuales habitantes.

De hecho, según sucesivos lapidarios informes del Barómetro de Deuda Social Infantil de la UCA, la pobreza alcanza cifras extravagantes, afectando fundamentalmente la vivienda, el calzado y la alimentación de los niños y personas sin hogar argentinos, un cruel y vil déficit alimentario. responsable de cada mal tiempo de nuestros conciudadanos. Estas cifras son las peores de la última década, algo que no sorprende, dados los pésimos gobiernos, la inflación bochornosa, la paralización del crecimiento económico, la pérdida de poder adquisitivo de los salarios. o el aumento voraz e infundado de precios y tarifas, el cierre de pymes, demasiada capacidad industrial instalada ociosa, así como el aumento del desempleo formal e informal, entre las adversidades sociales más relevantes.

Por lo tanto, es urgente organizarnos solidariamente y juntos para aprovechar hasta el último gramo de comida disponible que actualmente se desperdicia. Respecto al frío y al hambre humana, su neutralidad política, racial, religiosa, geográfica, de género y de nacionalidad es definitiva e innegociable. Ante tal estado de cosas –sin perjuicio de la Ley 25.989 (régimen especial para la donación de alimentos)-, se nos ocurrió y lo proponemos con urgencia, vg. que como una RED de Protección Humana, desde la Mesa de Enlace, desde la Sociedad Rural, las empresas lácteas, Coninagro, la UIA, la FAA, la CAME, las universidades (facultades de agronomía), las iglesias, las ONG y todas las demás entidades agrícolas, ganaderas, textiles, industriales y comerciales; contribuir sustancial y sensiblemente a la implementación sostenible de sistemas alimentarios multipropósito de macroinfluencia y armarios colocados en dicha red, todo ello desde un enfoque de economía circular, colaborativa, cooperativa relacional, capaz de aprovechar los productos primarios, insumos, descartes y residuos generados por todos. actividades. inteligencia humana o jurídica productiva, comercial, mecánica, tecnológica y hasta artificial, relacionada con albergues y alimentos adecuados para el bienestar digno y la alimentación humana segura, propios de una cultura fraterna de satisfacción por el buen vivir sin respeto a las personas.

Finalmente, Advertimos que proponer una red de este alcance y naturaleza debe ser algo temporal, sólo para atemperar o saciar temporalmente el frío y el hambre humana dondequiera que se padezca.. Revertirlo y resolverlo, de manera estructural y duradera, requiere políticas públicas cooperativas, creativas, efectivas y urgentes, de acuerdo con las disposiciones constitucionales y asignaciones presupuestarias suficientes e inevitables.

* Experto en cooperativas.

 
For Latest Updates Follow us on Google News
 

PREV Hay esperanza – La Ultima Noticias – .
NEXT la camiseta recuperada, la que tuvo tres dueños y el heredero del Papu Gómez