Misionización de Argentina – JorgeAsisDigital.com – .

escribe Oberdan Rocamora
Editor estrellaespecial
para JorgeAsisDigital.com

1. Efecto contagio

“Misionización”. Pérfida palabra que sacude al gobierno de Javier Milei, El Psiquiátrico.
La misionización muestra la cara negativa del imponente Fenómeno Milei. Por el mal riesgo del efecto contagio.
Preocupa que las macabras tensiones, o desastres sociales que sacuden la fronteriza provincia de Misiones, se reproduzcan en otras provincias no necesariamente vecinas. Pero con problemas similares.
Los salarios reducidos son bastante insuficientes para ser utilizados como colchón para el “mayor ajuste en la historia de la humanidad”. Como sostiene el protagonista del Fenómeno, en arrebatos de bajo pudor.
No puede concebir que la atroz agresividad de la realidad asesta el golpe letal a la destreza romántica, forjada a partir del monumental egoísmo del magnífico estadista que “juega en las grandes ligas”.
El efecto contagio de la misionización amenaza la positividad unánime del fenómeno.
Y proporciona el drama dañino que nubla la magnitud estrictamente moral de la epopeya.

2. El colapso de la utopía

Sin impaciencia, Milei construye el colapso explícito de la utopía.
Mientras tanto, disfruta convertirse en una celebridad internacional.
La conquista conceptual del estatus de celebridad.
Con su rostro en la portada de El Tiempo ya supera, con amplitud y entereza, la concepción oportunamente conquistada por Mauricio Macri, El Ángel Exterminador.
A Ángel le cuesta aceptar que pueda verse arrastrado a la caída del presidente que persiste en librar la batalla que nunca se atrevió a afrontar.
El ajuste feroz es para el shock guapo. Un trago fuerte para las piadosas concesiones del gradualismo.
Como lo animaban a ser los ministros holgazanes que le reportaban a Marcos Peña, El Pibe de Oro. O quién supo ser, entonces, dorado.

Después de la tormenta –o de la Misionización– los radicales centenarios siguen en pie.
Habilitado para lucirse con relativa eficacia en streaming.
O por el pretexto funcional de brillar como panelistas de televisión en las interminables transmisiones por cable.
Junto a la estancada Coalición Cívica.
O los trotskistas luminosamente emocionales que se están moviendo para consumar el cóctel de rebelión.
O para aportar el color vibrante del escándalo.

Por suerte persiste la alternativa lunática del peronismo de reserva.
Ideología que se redefine en la dinámica siempre salvadora.
A través de exponentes capacitados en el provechoso pero monótono ejercicio de gobernar.

3. La plena era del poder

En Argentina no funciona la cronología patológica de Estados Unidos, donde compiten dos ancianos hiperactivos, con gran impotencia.
Joseph Biden, El Abuelo Dulce, 82, con Donald Trump, The Fire Dog, 78.
O como en China, donde gobierna el comunista Hi Jinping, de 71 años.
O en Rusia, donde manda Vladimir Putin, de 72 años (aunque está claro que lleva más de 20 años gobernando).
O en India, como Narendra Modi, de 74 años.

Aquí hay arbitrariamente tres peronistas unificados que ostentan toda la edad del poder. Los años 50.
Se disputan de antemano la sucesión de quienes se encuentran con tendencia a desmoronarse en la salsa de la causa perdida.

Se trata de Axel Kicillof, El Gótico, 53 años. Le siguen en el orden la pareja Martín Llaryora, El Pituco, 52.
Cierra el inoxidable Sergio Massa, El Profesional, también 52.

Los tres tienen una amplia experiencia en el aburrimiento del servicio público.
Sorprenden en pose de combate, preparados para la carrera con apasionantes obstáculos que les frenan.
Y con virtudes que les sitúan, efectivamente, en primera línea.

4. Los decentes en la provincia del pecado

Axel es el decente en la provincia del pecado.
Exhibe la decoración oxigenante de la pulcritud estética. Las cicatrices expresivamente ocultas.
La complejidad de gobernar el fatídico territorio, La Provincia Inviable que sepultó las ambiciones presidenciales de héroes modestos.
Antonio Cafiero, El Renovador, Carlitos Ruckauf, Eterno Dorian Gray, o el cercano Daniel Scioli, Líder de la Línea Aire y Sol.

Axel representa la rupturista apuesta del Doctor, quien se atrevió a introducirlo en los cajones del crimen.
Precisamente el pequeño ruso que parece un teórico bolchevique.
Con el discurso de un intelectual universitario que trafica con los datos de la transparencia administrativa.
Un hábito que provoca tormentas entre el terremoto del serpentario que porta el pragmatismo de la real politik.

Como ya le falta el yapa de la reelección, Axel no tiene otra alternativa para 2027 que mojar la media luna nacional.
O arriesgarse a la dureza de la llanura. Aunque en el peronismo “el llano es peor que la traición”.
Frase del pensador Juan Carlos Mazzón, El Chueco.

Misionización de ArgentinaA Axel le quedan 44 meses de beligerancia frontal. Exteriormente, se enfrenta al Fenómeno, que lo descalifica como “superlativamente incapaz”.
Pero el obstáculo más serio está en el interior. En el fuego amigo de la pelea con Máximo, En el Nombre del Hijo.
Heredero natural de El Doctor que paradójicamente apostó por Axel.

5. Moderación ambiciosa

Por otro lado, Llaryora es el centro valor reconocido. Moderado pero ambicioso. Decorado con el ridículo atributo del buen sentido.
Mini Gobernador de San Francisco, luego Monsieur le Maire de Córdoba capital.
Hoy es el gobernador que se inspira en el espejo como candidato presidencial en 2027. Del lado del cordobanismo peronista.
Llaryora se ilusionó demasiado con el mérito temporal de aparecer como anfitrión geográfico en el Pacto de Mayo que nunca iba a ocurrir.
Por el delirio libertario de generar una Moncloa simbólica, en edición popular, más bien una berreta.

Pero Llaryora es lo más fundamentalmente articulado que el peronismo puede ofrecer desde el estante del razonamiento.
Elemento ideal, aunque tropieza con el obstáculo de ser funcionalmente cordobés.
Un inconveniente similar contenía la proyección históricamente nacional del fallecido José Manuel de la Sota, Hugo Boss.
Sucede que ser cordobés es tan incómodo como ser puntano. Como los hermanos Rodríguez Saá, hoy tenazmente distanciados.

Los cordobeses padecemos el pecado cordobés de pertenecer a la cultura de una provincia espléndida para descansar el fin de semana.
Limitado por fronteras tan marcadas que ningún forastero se atreve a entrar con ambiciones de mando.
Pero también con fronteras demasiado altas, como las montañas.
De modo que tal vez ningún cordobés, con vocación de estadista, se proyecte hacia el territorio comanche de la nación.

6. La penúltima carta

Misionización de ArgentinaFinalmente, queda Sergio, la bisagra siempre predispuesta.
Al emanciparse en 2013, con su Frente Renovador, El Profesional traspasó el proyecto de eternidad de La Doctora, de la que había sido su primer ministro.

En 2015, por la pedantería de saltar de la minigobernación de Tigre a la presidencia, compitió con Scioli. Para facilitar el acceso al poder del Ángel Exterminador.

Ante la persistencia de mojar la media luna como senador, El Profesional reprodujo en 2017 otra derrota de La Doctora (que mojó la senaduría por la minoría).
Volver en 2019, desde su Frente, a aliarse con La Doctora y provocar con Alberto, El Poeta Impopular, el retorno matemático del peronismo.

La epopeya de Massa culmina transitoriamente en 2023 como ministro de Economía.
Candidato presidencial derrotado por el mejor invento. Milei.
Una víctima del propio éxito estratégico. El gran producto había funcionado.
La agrupación de Juntos por el Cambio se disolvió paulatinamente.

Milei fue instrumentalizada por el peronismo. Pero luego, en la práctica, Milei finalmente lo implementó.
Espectacular boomerang del “pícaro del siglo de oro español” (click).

El Profesional conoce hasta el penúltimo secreto oculto del Estado.
Misionización de ArgentinaLleva el obstáculo de sumar tres derrotas seguidas.
Generacionalmente le queda un resto por la excepción histórica de sufrir una derrota más.

En la patología del peronismo, la derrota está lejos de ser una circunstancia.
En el peronismo la derrota es siempre un error. Un error.
El Profesional sabe que le queda la penúltima ficha en el casino de la política.
Para jugarlo, salta el banco y corónate con avidez con la banda.

 
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