Toma más pasos hacia una cultura del consenso en un discernimiento constante por la vida, en una escucha activa y fecunda, en un diálogo con sentido de futuro, en un silencio transformador y creativo, es uno de los acuerdos adoptados por los superiores de la Conferencia de Religiosos de Chile (CONFERRE)en su reciente 54ª reunión anual.
Después de tres días de reflexión en grupos, de escuchar a los ponentes y de mucho tiempo de oración, dicen en su mensaje final: “A la luz de los ejes del Sínodo, el rostro de la Iglesia sinodal, todos los discípulos, todos los misioneros, y tejer lazos, construir comunidadDeseamos profundizar estos elementos en nuestras comunidades e invitar a transmutar la forma típica de los acontecimientos a la revalorización y aprendizaje de la experiencia de los PROCESOS que enriquezcan, enseñen, muestren el norte, que den luz para un camino conjunto en la diversidad, en la comunidad, en la misión, en las realidades sociales y en el contexto global del que formamos parte.
El mensaje continúa: “Estamos llamados, dentro de roles y misiones definidas, a actualizar una COMUNIÓN que irradia a Cristo, un MISIÓN que crece en corresponsabilidad y generar, con autoridad, mayor PARTICIPACIÓN y responsabilidad”.
Diálogo y encuentro
En el mensaje, los religiosos y religiosas señalan que han propuesto, en clave de sinodalidad“seguir creando con esperanza más espacios y lugares dentro de la Vida Consagradaque incrementen el diálogo y el encuentro; mantener una voz profética en medio de una cultura que requiere y exige mayor rrespeto por la dignidad humana, cuidado de las minorías y del medio ambienteEn palabras concretas, no debemos olvidarnos de los migrantes, de la prevención de abusos de todo tipo, de la responsabilidad política en la promoción y protección de la vida a través de la educación y la formación en redes y en comunión. Trabajando y colaborando sobre la igualdad con los hombres y mujeres laicos de nuestras familias carismáticas”.
También proponen “revalorizar y promover nuestra elección de vida “que se vuelve fecunda en la fraternidad de la Vida Consagrada y en el primado del Evangelio, favoreciendo el surgimiento de nuevas vocaciones para la Iglesia con el testimonio de vida”.
Finalizan su mensaje “promoviendo una vida consagrada que celebra, disfruta y se regocija en Cristo resucitado y comparte su elección de vida en el Jubileo al que nos ha invitado el Papa. Es una gran oportunidad para experimentar caminar juntos. Hemos decidido celebrar esta fiesta jubilar entre el 15 de agosto de 2024 y el 15 de agosto de 2025. Queremos soñar y proyectarnos a través de ideas que puedan hacerse realidad, por ejemplo, en un Congreso de Vida Consagrada, en peregrinaciones, testimonios vocacionales, reuniones zonales, etc.; todos impulsos que visualicen y promuevan una vida consagrada intercongregacional e intergeneracional que aún tiene mucho que decir y mostrar, una vida cuyo sentido es el seguimiento de Jesucristo y que con su testimonio motiva y renueva nuestra propia historia vocacional e invita también a los jóvenes a responder. desde su identidad hasta el llamado de Dios”.
Gratitud a los consagrados
La Asamblea fue inaugurada por el nuncio apostólico en Chile, alberto ortegay finalizó con una Eucaristía presidida por el Arzobispo de Santiago, Fernando Chomalí.
ortega aprovechó para despedirse de los religiosos y religiosas con motivo de su traslado a Venezuela, que se concretará el próximo mes. El nuncio mantuvo un diálogo permanente con la mayoría de las congregaciones religiosas del país.
el arzobispo Chomalí agradeció el testimonio de los consagrados en obras de caridad, escuelas, con los adultos mayores, con los migrantes y con los más pobres. Advirtió contra “la tentación de confundir evangelización con estrategia de marketing” y dijo que el mensaje de la Conferencia es una señal de que En la Iglesia hay mucha unidad. Destacó algunas líneas de la Iglesia, “especialmente en un mundo muy cambiante”, señaló la mirar la realidad de la pobreza y la soledad; la fraternidad y la experiencia de la solidaridady, en definitiva, vivir el mandamiento del amor.
