Las mil vidas de un rincón de Cipolletti – .

Las mil vidas de un rincón de Cipolletti – .
Las mil vidas de un rincón de Cipolletti – .

Las cuadras que rodean la Estación de Ferrocarril Cipolletti Hablan de otra época, con mucha historia en sus edificios, aunque el punto de encuentro de los vecinos se ha trasladado a la zona de plazas y oficinas. Uno de los ejemplos es la intersección de las calles Fernández Oro y Villegas, donde desde los orígenes de la localidad fluyeron citas, comidas, cenas y diferentes juegos. La Ordenanza nº 177/11, que enumera el patrimonio histórico local, localiza su propiedad como sede de la Antigua “Casa Padín”con nomenclatura catastral 31-H-556-12, y como última referencia reconoce el lugar bautizado como “Otra Historia”el cual fue conducido por el querido vecino Jacobo “Jorge” Romañuk, quien falleció a principios de este mes. Pero ¿qué pasó en medio de tanta historia?

De acuerdo a la doctora en Historia, Liliana Fedelitambién vecino de la ciudad, allí Guillermo Padín abrió su restaurante “España” en 1903, donde la pasta era la especialidad los domingos y festivos. El lugar, construido por José Delfino antes de venderlo, fue Refugio para “ingenieros y jefes de obra de la Presa Ballester”, quienes los fines de semana viajaban con sus familias en tren desde la empresa hasta Cipolletti, para pasar el día en nuestro pueblo”, comentó la docente. Ese trabajo comenzó en 1910 y concluyó en 1916, dando sin querer un marco temporal para la época que se describe en este Rescate.

Pasaron los años hasta que entramos en los años 20 y No se sabe específicamente cuándo se montó la icónica barra de madera. que recibía clientes, pero su presencia es marca registrada en cada fotografía que se guarda del lugar, escoltado detrás por los espejos y las coloridas flores estilo vitreaux. De hecho, en tiempos de su funcionamiento como “American Bar”una foto que leandro, nieto deel próximo propietario, Alfredo Marinozzi, ya la podéis ver instalada, en exposición, preciosa como siempre. Mientras Padín cambiaba de categoría de “Librería”, allí en la esquina histórica vivían días de merienda, café con leche y croissants, sándwiches de pan francésjamón y queso o con mantequilla y mortadela, pero también rodajas de billar y “especiales de crudo y queso”, acompañado de cerveza fría. Las experiencias de los más pequeños se completaron a la salida con un paseo, “deambulando entre los vagones” de delante, recordaron algunos vecinos en comentarios recogidos por el grupo “Cipolletti en Ayer”.

Gracias al libro “Voces de mi ciudad: Cipolletti 1903 -2003”, que incluye una entrevista con don alfredo marinozziFedeli pudo afirmar que ese rincón”Era como un centro comercial cultural.”, en el que se compartió desde la amistad, pero también haciendo negocios. Una de las mesas de billar era el elemento diario, a las 13 horas, para seis vecinos, entre los que se encontraba el entonces comerciante Luis Toschi. La condición para seguir participando en el grupo era la puntualidad, por lo que quien llegaba cinco minutos tarde sabía que sería reemplazado. La anécdota cuenta que un mediodía la familia Toschi Tuvo de visita al propio Cónsul de Italia, pero eso no impidió que el apasionado jugador se perdiera su partido. habitual. “A la una menos cinco pidió permiso y se fue”, dijo el historiador. Para priorizar ese gusto por el juego, el bar organizaba torneos con premios para los ganadores, medallas y copas. También hubo exhibiciones de campeones y grandes expertos como Héctor Carrera y los hermanos Navarra.

Allí también se jugaba ajedrez.como cuando en una ocasion vino el Gran Maestro Internacional Miguel NajdorfArgentino pero de origen polaco, para tocar “simultáneamente” con los exponentes locales, añadió Fedeli.

La inspiración del “uruguayo” Romañuk le hizo hacerse cargo del espacio en los años 1980. de los Marinozzi, para instalar el último bodegón de la ciudad. «Restaurante popular con cocina muy rica y bien preparada. Alma de comedor y club social. Lugar donde los lunes se come un guiso excelente y el chuletón de chorizo ​​es XXL“, describió RÍO NEGRO para la nota “Recomendado” de julio de 2017. Preparado para 60 comensales, alimentado y atendido por las mujeres del equipoallí convergieron durante varias décadas piano bar, los shows, la milonga nocturna y los almuerzos milanesa a caballo y unas buenas patatas fritas”, regado con vino de mesa y refresco local, porque “no es lo mismo un gatillo que un hilo y un sodeado sin alma no es sodeado”. 120 años de vida, esperando ver qué sigue en la siguiente página.

 
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