Crece preocupación entre la dirigencia oficial

Cuando a inicios de 2021 decidió emprender el camino hacia la gubernatura, Rogelio Frigerio seguramente no imaginaba un escenario como el actual. El brutal recorte a las provincias que está aplicando Javier Milei no tiene precedentes en la historia contemporánea de la Argentina.

De poco le ha servido al Gobernador tener una buena relación con el Presidente. A cuatro meses de asumir el cargo, todo lo que Frigerio recibe de Nación son malas noticias. Y su gestión lleva varias semanas esperando el punto de inflexión que le permita empezar con la normalidad de un país federal. Hasta ahora todo es emergencia.

La semana que transcurrió marcó el fin de la luna de miel con la dirigencia sindical. En particular con el que representa a los docentes, las primeras víctimas de la motosierra de Milei, que vieron recortados sus salarios por la eliminación de fondos nacionales que llegaban a las provincias. Muchos docentes votaron por él sin saber que el candidato presidencial se refería a ellos cuando hablaba de “casta”.

Pero el reclamo, como corresponde porque la educación es provincial, va dirigido al Gobernador. En concreto, critican a Frigerio por avalar el ajuste para los trabajadores con su alineación política. Exigen un cambio de estrategia para defender intereses provinciales. Lo comparan con otros dirigentes electos por JxC que pusieron algunas fichas en el enfrentamiento sin dejar de negociar, como Gustavo Valdés, en Corrientes.

Mientras tanto, entre la dirigencia de Juntos por Entre Ríos continúan, a grandes rasgos, justificando la estrategia seguida por Frigerio. Apuesta a que su vínculo personal con Milei y con funcionarios clave de su administración, como el ministro de Economía, Luis Caputo, dé resultados. Que, finalmente, Frigerio se premia de alguna manera como uno de los dirigentes más leales al gobierno nacional.

Pero el paso del tiempo sin resultados multiplica los interrogantes sobre la efectividad de esa estrategia. Algunos funcionarios del gobierno provincial dudan que algún día se pueda cerrar un acuerdo con Milei. Al menos un acuerdo que el Presidente cumpla. “Este tipo está loco y no tiene código. “Es un fundamentalista capaz de todo”, dice angustiado un funcionario de primera línea del gobierno de Frigerio.

Entre los dirigentes de la coalición oficialista, particularmente entre los radicales, todavía no existe un malestar directo con Frigerio, a quien se le reconoce un criterio abierto para la integración de un gobierno plagado de hombres y mujeres de la UCR en sus diferentes niveles de gestión.

Pero a nivel de partidos se percibe un creciente malestar, particularmente entre aquellos que quedaron sin contienda. A algunos dirigentes internos del radicalismo se les adjudicó un cargo, pero sin posibilidad de tener otros espacios. Sus propios militantes le reprochan: “te pusiste cómodo”. Estos son los problemas de responder a los compromisos en una coalición electoral tan amplia como Juntos por Entre Ríos, de un gobierno que propuso reducir la plantilla política.

Son reveses que en otro contexto más próspero no pesarían tanto. No causaría tanto malestar interno, por ejemplo, si alguna autoridad del partido hubiera movido sus influencias en beneficio de su familia, en medio de un proceso que -en teoría- viene a acabar con viejos vicios políticos. Esos vicios que facilitaron el ascenso al poder de un outsider que prometía barrer con la “casta”.

Los radicales, de regreso en el gobierno provincial después de 20 años, buscan no armar olas que compliquen la navegación de este primer y más complicado tramo de la gestión de Frigerio. Pero el malestar en la siempre viva interna radical del partido crece y promete discursos explosivos para el próximo congreso del partido que algún día tendrá que reunirse, aunque sólo sea para descomprimirse con unas horas de catarsis. Ya faltaron a dos asambleas: diciembre y abril.

La interna que atraviesa la UCR en el orden nacional desciende a Entre Ríos con inesperadas exigencias al porteño Martín Lousteau (por su voto contra el DNU de Milei) por parte de dirigentes provinciales que siempre se le resistieron por su desprecio al radicalismo del interior. Y viceversa: otros encuentran un nuevo motivo para criticarlo por la derecha. Algunos radicales nunca estuvieron tan a la derecha, hasta el punto de poner entre paréntesis sus convicciones republicanas.

El debate central que determina las tensiones al interior de la UCR es el papel que deben desempeñar ante el gobierno de Milei: opositores o aliados. En Entre Ríos, ser parte del gobierno de Frigerio complejiza este debate. Los radicales entrerrianos, incluso los que pertenecen a Evolución (la línea de Lousteau) muchas veces se ven obligados a morderse la lengua.

PROBLEMAS PROPIOS

En paralelo a la preocupación por el tema de fondo -la recuperación del país federal que cerró Milei- comienzan a escucharse cuestionamientos internos sobre ciertos funcionarios que “han superado su cargo” y que explican lo que muchos definen como una “parálisis”. de gestión por falta de resolución del problema.

Se trata de reveses de gestión que no se pueden achacar a Milei ni al legado de cinco gobiernos peronistas consecutivos. Tienen que ver, en todo caso, con las dos décadas de haber estado fuera del gobierno y con la forma en que algunos han asumido sus cargos.

De repente, hay toda una generación sin experiencia, que llega sin el más mínimo conocimiento de cómo funciona el Estado.

La transición no ha sido fácil. En algunos casos, motivados por la desconfianza –y también por el interés de crear vacantes propias– sacaron de sus cargos a quienes venían manejando los botones, en lugar de invitarlos a colaborar. “Si no tienen quejas, ¿por qué los van a despedir? En general sirven y alinean en el trabajo. Son responsables porque marcan la pauta”, explica un funcionario que adoptó otra estrategia para cambiar la gestión.

Mientras algunos siguen asimilando la gestión, Milei y la herencia peronista sirven para exculparse. En cualquier caso, la moral media de la administración pública provincial no es la mejor. Al igual que Frigerio, ninguno de ellos imaginaba un escenario como el actual.

Página política.

 
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