La idea de bajar la edad de castigo que siempre vuelve, nadie explica y nunca sucede

La idea de bajar la edad de castigo que siempre vuelve, nadie explica y nunca sucede
La idea de bajar la edad de castigo que siempre vuelve, nadie explica y nunca sucede

Vuelve, vuelve siempre. Si un asesinato que causa conmoción lo comete un menor de 16 años o si es año electoral, nunca falla: alguien dirá que un buen remedio para el delito será rebajar la edad de pena a 14 años. Mejor que 12 años, se entusiasmó Patricia Bullrich este viernes tras reunirse con el Comité de Crisis en Rosario. El ministro de Justicia Mariano Cúneo Libarona volvió a anunciar que en los próximos días será presentado un proyecto de modificación del régimen penal juvenil elaborado junto al Ministerio de Seguridad y que incluirá la “liberación”, según su versión, a 14 años. Estas propuestas inspiradas en el castigo, que no explican por qué ni cómo mejorarán la seguridad, se repiten desde hace años, pero no prosperan. Es intrigante saber por qué el gobierno de Javier Milei cree que logrará el apoyo en el Congreso en este tema que hasta ahora no ha logrado en absoluto.

La excusa para poner este tema en la agenda -que, por cierto, es el foco del enorme ajuste- fue la confirmación de que el autor del asesinato del bañista Bruno Bussanich, detenido la semana pasada en Rosario, tiene 15 años. Los ciudadanos merecen saber que ninguna nueva ley afectaría retroactivamente a ese joven, salvo que sea en su beneficio. El espectáculo punitivo del gobierno no lo dice, ya que fomenta el pensamiento mágico sobre los remedios para el crimen. Aún no se conocen detalles del proyecto, pero Bullrich y Cúneo aseguran que bajar la edad de ingreso de los adolescentes al sistema penal es una prioridad.

El ministro habló en Tierra del Fuego al presentar el sistema acusatorio, aprobado en 2015 y suspendido por Mauricio Macri, que promete agilizar los procesos penales. Allí anunció que próximamente mostraría un proyecto de reforma del régimen penal juvenil que le pidió Milei. Dijo que hay que cambiar la ley porque “es de 1980” (dictadura cívico-militar). No explicó por qué quiere volver a los 14 años de edad de pena contenida en esa norma, que fue elevada a 16 años con Raúl Alfonsín y es la que rige. Alegó: “Los que teníamos 14 o 15 años entonces no somos los 14 o 15 años de hoy”; “Las drogas y la violencia han desencadenado muchos casos de menores que han cometido delitos muy graves”.

Esa definición imprecisa sugería una alusión a los niños y niñas pobres, como la mayoría de las personas que llenan las cárceles de un sistema selectivo y discriminatorio. En esta lógica de criminalización de la pobreza, se promueven más penas y prisión para más adolescentes. No hay experiencia que demuestre que esto reduzca la criminalidad y mejore la vida de estos jóvenes vulnerables. Los números tampoco colaboran con Cúneo Libarona que ve “muchos” hechos tremendos. El juez de la Sala de Responsabilidad Juvenil de Catamarca, Rodrigo Morabito, publicó en la red social “X”: “Los delitos de homicidio cometidos por menores de 16 años no superan el 1 por ciento en todo el país“. El último informe de la Corte Suprema sobre niños, niñas y adolescentes de 16 años y menos que ingresaron al sistema de justicia nacional en 2022, muestra que los delitos contra la propiedad (hurtos y robos) fueron el 87,6 por ciento, otro 12,4 por ciento y hubo tres casos. de heridos y sólo un intento de homicidio.

Contradicciones

Cúneo Libarona dijo que la reforma se ajustará “a los estándares internacionales” y que fue consensuada con jueces y fiscales. Sólo le falta limar algunas diferencias con el equipo de Bullrich. Comentó que analiza que los menores son punibles a partir de los 12 años. Está convencida de que bajar la edad permitirá que “un adolescente que comete un delito menor no continúe su carrera delictiva” y que “un adolescente que mata no puede volver con ella”. casa como si nada hubiera pasado”.

“Somos el único país excepto Cuba que tiene la edad más alta. Los países civilizados tienen 14 años”, añadió el ministro. Hay algo que no entró en su radar: el derecho internacional que promete respetar prohíbe medidas regresivas, que retroceden en la consecución de derechos. Sería inconstitucional. Pero no es sólo eso. En Argentina rige la Ley 26.061 de Protección Integral de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, que exige el cumplimiento de la Convención sobre los Derechos del Niño, que establece que si van a prisión debe ser “por el período más breve que es apropiado.” La pena es la más baja, en términos de tentativa. La vida está prohibida. El Comité de los Derechos del Niño que monitorea la implementación de la Convención recomendó que Argentina en un informe de 2018 “adopte una ley general de justicia juvenil compatible con la Convención” y garantice que “la privación de libertad solo se utilice como último recurso”. recurso y durante el menor tiempo posible, y no incluye disposiciones que podrían endurecer las penas o reducir la edad de responsabilidad penal“.

“Si el Gobierno va a cumplir con los estándares internacionales no puede ignorar ese informe. Es absurdo decir que se quiere sancionar una ley acorde a la Convención sobre los Derechos del Niño y bajar la edad de pena: viola la Convención y no cumple con el mandato del Comité”, advierte Damián Muñoz. Defensor público oficial de adolescentes. “Nadie dice, esté o no a favor de la libertad, que si un adolescente no punible comete un homicidio pueda regresar a su casa como si nada hubiera pasado. Hay posibles medidas y formas de gestión ante hechos graves para trabajar en cada caso, pero no es con el derecho penal”, señala.

Para los adolescentes punibles, el Comité requirió “sanciones alternativas, libertad condicional, mediación, apoyo psicológico o trabajo comunitario y, cuando sea posible, medidas alternativas a la imposición de penas”. Expresó preocupación por la “detención discrecional de niños y adolescentes” con la excusa de “protegerlos”, las pésimas condiciones en los lugares de reclusión y en las instituciones juveniles donde se encuentran aislados.

Puros intentos fallidos

Los proyectos que después de 1983 querían “reducción” nunca fueron aprobados en el Congreso. O ni siquiera llegaron. El último fue impulsado por la propia Bullrich en 2019, año electoral. Proponía un castigo a partir de los 15 años y un sistema muy duro. Según la abogada Claudia Cesaroni, magíster en Criminología y cofundadora del Centro de Estudios en Política Criminal y Derechos Humanos, era “peor” que la ley de la dictadura (22.278). Los adolescentes de 15 años que hoy no deberían recibir pena alguna podrían ser condenados a 15 años (el tiempo de su vida), y para el grupo de 16 a 17 años no habría límite. Bullrich dijo que a cualquier edad un niño debe sufrir “una consecuencia” por una infracción o delito.

En este modelo penal, no importa si un niño llegó allí con sus derechos (educación, salud, vivienda y otros) vulnerados. Deja fuera al “Estado social”, que debe garantizar protección a niños, niñas y adolescentes según la Ley de Protección Integral, explica Cesaroni en su libro Contra el punitivismo (Paidós, 2021). El proyecto llegó a la Comisión de Diputados de Legislación Penal. Se convocó a organizaciones y especialistas, pero por las críticas no llegó al lugar. Dos años antes, también con el macrismo, el exministro de Justicia, Germán Garavano, había hecho su propio ensayo, en reacción al asesinato de Brian Aguinaco, de 14 años, en un intento de robo en Flores en diciembre de 2016, por el que Un joven de 15 años con el mismo nombre fue detenido.

Ese verano el ministerio convocó a organizaciones sociales, colegios profesionales y entidades diversas. Cesaroni dice que votaron si bajar o no la edad: de las 40 organizaciones y personas, 36 votaron en contra. Entre los votos a favor estuvo el de Fernando Soto (abogado del policía Luis Chocobar y funcionario de Bullrich), quien ahora interviene nuevamente en los proyectos. También participaron jueces, fiscales, defensores y trabajadores sociales. El defensor Muñoz dice que el consenso fue claro de que “la bajada de la edad no iba a tener ningún tipo de impacto positivo sino todo lo contrario y que había que analizar qué se hace con los niños y niñas por debajo y por encima de la edad de punibilidad , a qué tipo de intervención recurrir”. Al final no hubo proyecto.

“Cúneo Libarona dice que llegó a un consenso con fiscales y jueces. Debió hacerlo con la casta judicial, porque no fueron consultados los organismos especializados que trabajan en estos temas. Es evidente que los proyectos del gobierno de Macri fracasaron cuando se consultó a las organizaciones, incluida Unicef. y el Comité de los Derechos del Niño, que criticaron la reducción de la edad de castigo”, añade Cesaroni.

“La baja” ni siquiera consiguió apoyo cuando en 2004 se aprobaron las llamadas “leyes Blumberg”, que endurecieron las penas y desequilibraron el Código Penal. En abril de 2009, en Lanús, un adolescente de 14 años mató a tiros nueve veces a Daniel Capristo, un camionero que había advertido que el chico intentaba robar el auto de su hijo y salió armado a auxiliarlo. El caso revivió la discusión. El primero en subir fue el entonces gobernador Daniel Scioli. En el Senado se unieron propuestas de radicales y peronistas para bajar la edad a 14 años, y fue aprobada. Al año siguiente fue rechazado en Diputados. En 2013 Francisco de Narváez utilizó el tema en su campaña. Desde 2020, el actual ministro de Defensa Luis Petri y Diego Santilli han hecho otros intentos.

Miserias del Estado

“Cuando hablan de bajar la edad de pena me pregunto: ¿En qué se basan los legisladores? ¿Qué datos manejan? ¿Han hablado alguna vez con un niño, niña o adolescente en conflicto con la ley penal? ¿Conocen sus historias? Quienes ingresan a la justicia penal juvenil son en su mayoría pobres, vulnerados, maltratados y en ocasiones reclutados y utilizados por adultos, como en bandas de narcotraficantes, en lugares donde el Estado no llega o llega poco”, advierte el juez Morabito, con 12 años en el ámbito penal juvenil. justicia. Cita un estudio del Instituto Latinoamericano de Naciones Unidas para la Prevención del Delito (ILANUD) sobre 18 países de la región según el cual 89 por ciento de los casos sancionados por la justicia juvenil pertenecen a los grupos de menores ingresos y extrema pobreza.

Unicef ​​realizó un informe en 2018 sobre adolescentes privados de libertad en Argentina que decía que todos ellos tenían antecedentes de vulneraciones de derechos anteriores que no habían recibido solución. Tres de cada 10 habían vivido en la calle, la mitad eran repetitivos, la mitad no iba al colegio, uno de cada 4 eran padres durante el confinamiento, entre otras cosas. La organización informó que a febrero de 2023, dos de cada tres niños y niñas del país eran pobres. Hasta marzo de este año, el presupuesto para niños había caído un 75 por ciento.

El número de niños sin hogar aumentó un 34,4 por ciento en el primer trimestre de este año, señala Morabito. “¿Bajar la edad en este contexto? Debería hacernos sonrojar”, ​​dice el juez. Propone “trabajar con jóvenes no punibles en situación de vulnerabilidad con intervenciones interdisciplinarias tempranas, de las cuales ya hay buenas experiencias a nivel federal”. Pero todo requiere presupuesto, decisión y una visión que no sitúa la solución en el sistema penal. “Bajar la edad de pena no es cuidar la infancia”, reflexiona, “sino esconder debajo de la alfombra las miserias del Estado”.

 
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