Este lunes la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) imputó a más de 30 exmiembros del Ejército por 200 casos de falsos positivos ocurridos en el departamento del Huila entre 2005 y 2008.
Foto: Mauricio Alvarado Lozada
Éver Urquina Rojas fue asesinado el 17 de enero de 2008 en la vereda El Carmen de San Agustín (Huila) por miembros del Batallón de Infantería No. 27 ‘Magdalena’ del Ejército Nacional. Las investigaciones de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) revelan que varios militares, en su afán de entregar resultados pase lo que pase, lo eligieron como víctima, supuestamente inventando que había participado en el robo de una motocicleta. Luego montaron un falso retén donde lo detuvieron y lo llevaron a una casa cercana, allí lo obligaron a cambiarse de ropa por una sudadera y botas de caucho, y lo asesinaron. Finalmente, le implantaron un arma y una bolsa con pentolita (explosivos), lo denunciaron como integrante de un grupo de atracadores y que había muerto en combate.
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Casos como este fueron documentados por la JEP en una nueva acusación contra 35 militares, entre ellos cinco generales (r), por crímenes de guerra y de lesa humanidad ocurridos en ese departamento del suroeste de Colombia entre 2005 y 2008. Entre los imputados se encuentra el excomandante del Ejército, Jaime Lasprilla. Según el órgano especial de justicia, este tipo de asesinatos eran un patrón que utilizaban los miembros del Ejército para presentar bajas en combate, en los que los militares asesinaban a civiles con el pretexto de que estaban combatiendo la delincuencia común.
Según la JEP, los militares inventaron falsos operativos contra el robo, la extorsión o el secuestro, para lograr su objetivo. “La Sala estableció que estos operativos eran montajes en los que se engañaba a las personas hacia los lugares donde eran asesinadas y que buscaban exclusivamente causar muertes que se contabilizaban como resultados operativos. Además de las acciones comunes de encubrimiento (implantación de armas o cambio de vestimenta a las víctimas), los involucrados en estos crímenes realizaron simulacros de robos que legitimaron su accionar ante la población civil y les permitieron contar con la corroboración de las víctimas de los atentados. delito. robos ante otras autoridades”, explicó esa jurisdicción.
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La JEP también reveló que algunas de las víctimas de estos hechos fueron señaladas por civiles a quienes los militares les pagaron para mentir. “Las operaciones descritas en este patrón tienen como característica común la remuneración económica a quienes brindaron información para los trámites. A través de documentación operativa, elaborada luego de la comisión de los hechos, se ocultó la verdadera naturaleza de estas acciones, dándole a los asesinatos apariencia de legalidad; se hacían pagos por información o se entregaban recompensas de manera irregular”, explicó la JEP.
Pero este no es el único patrón que identificó la JEP en ese departamento. También encontró que las víctimas fueron estigmatizadas mediante acusaciones arbitrarias de pertenecer a un grupo armado. Por eso fueron objeto de vigilancia, detenciones colectivas, acoso e intimidación años o meses antes de los operativos en los que fueron asesinados. La JEP también encontró que los militares engañaron a sus víctimas aprovechándose de sus condiciones de vulnerabilidad. “Las víctimas no eran consideradas miembros ni aliados del enemigo, sino que eran atraídas o reclutadas por miembros de las tropas o por civiles que, a cambio de una compensación económica, los convencieron bajo engaños para ser trasladados desde zonas como Garzón, Pitalito o Neiva. a lugares donde “terminaron asesinados”, explicó el Jurisdicción.
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Los 35 militares imputados en este caso formaban parte del Batallón de Infantería No. 26 ‘Cacique Pigoanza’; del Batallón de Infantería N° 27 ‘Magdalena’; del Grupo de Fuerzas Especiales Urbanas N° 11 y la IX Brigada. Entre los imputados se encuentran tres excomandantes de la IX Brigada como autores materiales por omisión, es decir, el Mayor General Miguel Ernesto Pérez Guarnizo, el General (r) Jaime Alfonso Lasprilla Villamizar, quien llegó a ser comandante del Ejército Nacional en el Gobierno de Juan Manuel Santos y General de Brigada William Fernando Pérez Laiseca. “La Sala destacó que los generales acusados debían proteger los derechos jurídicos de la población, controlar efectivamente a sus subordinados y, a pesar de tener a su disposición medidas razonables para ello, incumplieron sus obligaciones constitucionales”, explicó la JEP a través de un liberar.
También fueron imputados como coautores los generales (r) Édgar Rodríguez Sánchez y Marcos Evangelista Pinto Lizarazo y otros 30 militares que se desempeñaban como integrantes de los pelotones, comandantes de pelotón y compañía de las cuatro unidades. La Sala considera que estos uniformados siguieron un común acuerdo, con división del trabajo criminal, y realizaron aportes esenciales en las fases de planificación, ejecución y encubrimiento de los hechos.
Luego de ser imputados, los 35 militares tienen 30 días hábiles, es decir hasta principios de 2024, para reconocer los hechos y su responsabilidad o rechazarla. También pueden reaccionar aportando argumentos o pruebas adicionales. Una vez finalizado ese tiempo, la JEP decidirá si fija fecha para una Audiencia Pública de Reconocimiento de la Verdad, o si remite el caso a la Unidad de Investigación y Acusación (UIA).
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