Solo en Sutatausa se extraen casi 300.000 toneladas de carbón al año.
Foto: GUSTAVO TORRIJOS
En Sutatausa, Cundinamarca, es común que el rostro de sus habitantes se manche con negro de humo. Allí no sólo se hereda el apellido, sino también el oficio de minero que, según los mismos que lo practican, es arriesgado e ingrato. Por eso, son comunes los accidentes en el trabajo subterráneo, quedarse con problemas de salud e incluso tener que despedir a un hijo, esposo, padre o vecino.
A pesar de esta escena común, la explosión de la noche anterior del 14 de marzo impresionó a los sutatausanos, que hasta entonces no se habían visto en la obligación de despedirse de tantos hombres y al mismo tiempo.
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En total, 21 mineros perdieron la vida, luego de que el alto nivel de gas presente en al menos seis bocaminas interconectadas: El Eléctrico, La Llanada, Los Chocos, El Hoyo, La Golondrina, El Lucero y El Pedregal generara una explosión mortal
Habitantes afirman que aún escuchan la gran detonación y que en su memoria quedarán lúcidos los recuerdos de las familias que lloran, los equipos que rescatan y los medios de comunicación que retratan la tragedia. “Cuando nos toca, nos toca a nosotros” es la frase de consuelo en Sutatausa.
“Mi abuelo, mi padre, mi hijo y yo hemos estado en las minas, porque aquí no hay otra cosa que hacer”, dice Baudilio Caicedo, un hombre que, próximo a cumplir 70 años, cuenta cómo desde los 10 años empezó a trabajar. bajo tierra
Con la ruana que tantos usan en el municipio para protegerse del frío, un sombrero y sus botas embarradas, recuerda en primera persona a sus compañeros de trabajo, los accidentes que sufrió y los demás que vio, pero sobre todo cómo pudo a “salir de las minas hace cinco años, después de obtener la pensión”.
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Sin embargo, su hijo, Iván Darío, lanza al aire una pregunta que suena más a resignación: “¿Qué más se puede hacer aquí? No hay nada”. Y con la mirada fija en una de las entradas a las minas, recuerda que años atrás fue él quien sintió el vacío en el estómago, característico de la angustia. “Hace ocho años perdí a dos primos en la mina. Algo como esto no había sucedido en Sutatausa en mucho tiempo. Nunca había visto explotar tantas bocas de mina.
Quien sí vive el duelo en el presente es Filadelfo Sierra, padre de Daniel, una de las víctimas mortales de la tragedia. Con apenas 27 años, el joven minero perdió la vida luego de ingresar al túnel Los Chocos para cumplir con su turno de mantenimiento. “Cada año muere alguien, esto no es nuevo. A veces es lo que dice Dios”, lamenta el hombre.
A pesar de la tragedia, la comunidad está de acuerdo en que podría haber sido peor. “Pudo haber más muertes, en cada entrada de mina había por lo menos 30 personas en el turno de noche”, dice Yamid Morales, un hombre de Maniza que se mudó a Sutatausa buscando mejores condiciones económicas con la minería.
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Minería en Cundinamarca
Según reportes de la Agencia Nacional de Minería (ANM), en Cundinamarca han muerto 355 mineros, entre 2005 y 2022. En los últimos tres años la mortalidad ha ido en descenso, de 26 casos en 2020; 21 en 2021 y 17 en 2022. Sin embargo, las 21 víctimas de Sutatausa hacen necesario revisar el esquema, mejorar la seguridad y retomar ese camino.
Un informe de la ANM complementa la apreciación: indica que el 77% de las muertes en las minas se deben a explosión, acumulación de gases o derrumbes; siete de cada 10 casos se registran en minas de carbón, y nueve de cada 10, en socavones. Todo se unió en Sutatausa.
Según Armando Sarmiento, docente del Departamento de Ecología y Territorio Javeriana, la tragedia en ese municipio forma parte de una serie de accidentes frecuentes en todo el mundo, pues una de las peculiaridades de las minas de carbón es el gas metano. y otros, y cada vez que se realiza la actividad de extracción, estos se acumulan y aumenta el riesgo de explosión.
“La explotación de estas minas produce polvo de carbón y al mezclarse con los gases se vuelve altamente explosivo, y aunque se supone que las minas tienen un sistema de ventilación, para evitar este tipo de acumulaciones, pueden fallar”, dijo Sarmiento. .
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En el caso de Sutatausa, la explosión fue grande, porque había varias minas conectadas por los túneles, pero todas operaban legalmente. Sin embargo, “la minería subterránea del carbón es extremadamente riesgosa. El gas se acumula y cualquier sistema eléctrico o la misma presión puede detonar estos gases y provocar este tipo de accidentes que lamentablemente son frecuentes y mortales, porque el interior de los túneles es un ambiente perfecto para que la onda expansiva sea más letal”, informó. . maestro.
Si bien esta actividad representa un mayor riesgo para sus trabajadores y las comunidades aledañas, la humanidad sigue consumiendo enormes cantidades de carbón.
“La guerra en Ucrania provocó una interrupción del gas natural y en Europa se vieron obligados a maximizar las centrales eléctricas de carbón. Entonces, hoy se requiere en grandes cantidades y se vende a un precio alto”, dice Sarmiento.
---En Colombia, Cundinamarca es uno de los departamentos que lidera la explotación de minas de carbón, junto con Boyacá, Santander y Antioquia. Si bien en el departamento también existen minas de sal y se explotan materiales de construcción, debido a la demanda que genera Bogotá, el carbón sigue siendo la principal actividad.
Por ejemplo, “en Sutatausa, la minería del carbón es la principal actividad económica, por lo que representa la única actividad de empleo en este y otros municipios, ya que hay trabajo no solo para los mineros, sino en toda la cadena como el transporte y en la área técnica de las minas”, agregó Sarmiento.
Y, según Jaime Humberto Arévalo, alcalde de Sutatausa, los mineros hacen esto porque ganan más que trabajando en el campo. “Como se les paga por actividad, un empleado sensato puede ganar hasta $2 millones”, subrayó el mandatario.
Actualmente, el precio internacional de la tonelada de carbón es de aproximadamente US$170, precio elevado que influye en el aumento de la producción, ya que “Colombia exporta gran parte del carbón que explota, tanto el que se utiliza para la generación de energía como para la industria metalúrgica” , informó Sarmiento.
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Y es precisamente porque esta actividad tiene un gran impacto en la economía del departamento y del país que es necesario monitorear y conocer cómo funciona la seguridad al interior de las minas.
Para el profesor de La Javeriana, “Colombia en las últimas dos décadas ha tenido un aumento importante en el control de las minas, pero las minas informales siguen existiendo, aunque son menos frecuentes. Lo relevante aquí es revisar cómo se desarrolla la actividad, no solo en términos de seguridad, sino también en la contratación y condiciones en las que trabajan los mineros. Aunque ha habido mejoría en este sector, los accidentes continúan y ahí es donde hay que repasar los motivos de estas explosiones. Sin embargo, no cabe duda de que las condiciones en las minas son mejores e incluso las autoridades han ejercido un mejor control, sin olvidar que los riesgos seguirán existiendo”.
Durante 2022 fallecieron en Colombia 114 mineros, de los cuales 17 fueron en Cundinamarca. Sin embargo, para el profesor de ecología y territorio hay que tener en cuenta que actualmente en el país se explota una gran cantidad de carbón.
“Tenemos precios altos desde hace casi 14 años, excepto en 2016 y 2017. Y esos precios han sido un incentivo para aumentar la producción. Si comparamos el número de muertos con el de 2009, vemos que ha disminuido”. A pesar de esto, todavía existen minas muy antiguas que no han podido cumplir con los requisitos para formalizarse completamente, ya sea por títulos mineros u otros factores. A esto se suman minas que se explotan a mano y otras que no cumplen con las normas.
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En el caso particular de Sutatausa, epicentro de la reciente tragedia, se puede decir que fue uno de los pueblos mineros de Cundinamarca con mejores indicadores. Allí, el 90% de las minas son legales y generan casi 2.000 empleos directos. A pesar de ser el tercer productor de carbón en Cundinamarca (lo superan Cucunubá y Guachetá) la mortalidad fue baja.
En el municipio existen 27 títulos mineros (no todos están activos), de los cuales 19 son para explotar carbón. De ellos, 11 cuentan con permiso ambiental y la mayoría se concentran en las veredas Peñas de Cajón y Peñas de Boquerón, donde se encuentra la veta mineral que explotan a través de 105 bocaminas.
En promedio, solo en Sutatausa se extraen casi 300.000 toneladas al año. En los últimos cinco años, según la Unidad de Planeación Minero Energética, se han extraído casi 2,5 millones de toneladas.
Algunos de estos títulos mineros comparten territorio con otros municipios, como la mina donde ocurrió la reciente explosión, que también abarca el territorio de Cucunubá, propiedad de la empresa Minas y Minerales SA Minminer SA, con 502 hectáreas y 46 bocaminas. Allí explotan antracita, carbón metalúrgico y carbón térmico. Aunque tiene un contrato vigente hasta el 5 de noviembre de 2032, debido al accidente las minas están cerradas mientras avanza la investigación.
Según Óscar Cano, coordinador del Programa Minero del municipio, entre 2016 y 2022 se reportaron tres víctimas: dos en 2016 y una el año pasado por un derrumbe. Según Cano, la garantía de que casi todos ellos son legales permite el control de su actividad y la supervisión, y esto ha hecho que las tasas de mortalidad no sean tan altas, en comparación con otros municipios.
¿Cuánto gana Cundinamarca con la minería?
Según la Unidad de Planeación Minero Energética (UMPE), el carbón se explota en 17 municipios de Cundinamarca. Sin embargo, de los 11,5 millones de toneladas reportadas en los últimos cinco años, el 90% de estas provinieron de cinco municipios: Cucunubá, Guachetá, Sutatausa, Lenguazaque y Tausa.
Haciendo un cálculo, con el precio actual de la tonelada de este mineral en los mercados internacionales, es una industria que en esta zona del departamento puede mover en promedio $1.500 millones al año.
En cuanto a las regalías para la región carbonífera de Cundinamarca, los datos son los siguientes: la base de datos de la UPME indica que en los últimos cinco años la explotación en esos cinco municipios ha generado regalías por $120.000 millones, pero la base de datos de la ANM indica que las transferencias directas al presupuesto de estas poblaciones han sido $16.000 millones. El Gobierno de Cundinamarca ha recibido $13.000 millones.
Independientemente de los recursos que reciban, al menos en el caso de Sutatausa, no hay resistencia a las empresas que explotan minerales, porque son el motor del 90% de la economía, según confirmó Cano, coordinador de minería del municipio. Además, destaca que las empresas están comprometidas con el pueblo y sus habitantes apoyando programas sociales.
Sin embargo, los mineros insisten en que son humanos, tienen familia y están constantemente expuestos al peligro. “La Agencia Nacional de Minería debería venir con más frecuencia, solo viene todos los años. Además, debería haber más operadores especializados en la medición de gas subterráneo”, dice uno de ellos.
Por su parte, el llamado del alcalde de Sutatausa es para que “recordemos”, para él ha habido “accidentes asociados a la minería y algunas víctimas, pero nunca de esta magnitud. Ahora solo resta esperar la investigación por parte del personal de la Agencia Nacional de Minería (ANM), para saber con certeza qué pasó”, agregó Arévalo. Por ahora, sin muchas alternativas, la extracción seguirá siendo la única opción para una población de más de 6.400 habitantes, que no tienen otra forma de subsistir.
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