La detención del empresario Eduardo Ramos, socio mayoritario del Grupo Entre Fuegos que opera las franquicias de Novorigen, La Textilería, 3ra Ronda y Burger Corner, lleva a la deshonra de La Canirac en Puebla.
La razón es sencilla: el representante de los intereses de Ramos y del grupo empresarial en la entidad no es otro que Carlos Azomoza Alacio.
Los dos, junto a Mauricio Romano Torres, construyeron un emporio, que hoy se conoce, sostenido por el fraude, el lavado de dinero y el crimen organizado.
Ramos fue detenido hace un mes, en febrero, fue trasladado directamente al penal del Altiplano, donde se encuentra otro personaje conocido por los poblanos: El Playitas.
Los tres se conocieron hace años en el club nocturno Damtshaa. Desde allí continuaron con sus negocios hasta formar el grupo Entre Fuegos.
Desde ese puesto, Azomoza se fue metiendo paulatinamente en Canirac, gracias a la exdirigente Olga Méndez, quien lo dejó como su sucesor para limpiar su imagen.
Ahora que Carlos ha sido reelegido en el organismo, no estaría de más que presentara su renuncia para frenar el descrédito de esa cámara, reunida en el Consejo Coordinador Empresarial.
Y es que este colectivo también se enfrenta a demandas por fraude por parte de la entidad bancaria. Solo deben 140 millones de pesos y enfrentan un juicio en la corte que incluye embargo de bienes y cárcel.
Desde hace un par de años, este espacio viene documentando la conducta empresarial de Ramos, Azomoza y Romano, adelantándose incluso a la investigación por blanqueo de capitales.
Del barbosismo se distanciaron, aunque los gobiernos municipales del PAN les otorgaron prebendas empresariales.
Incluso, el candidato a gobernador, Alejandro Armenta Mier, se reunió con ellos en privado a finales de enero.
Se les dijo, pero como siempre nunca creyeron que son “las peores fichas”.
Mañana seguiremos con el tema, pues también están vinculados a un poderoso cartel inmobiliario en Puebla.
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