Así fue la 83ª Feria del Libro de Madrid: deportes, tensiones y millones de euros

Así fue la 83ª Feria del Libro de Madrid: deportes, tensiones y millones de euros
Así fue la 83ª Feria del Libro de Madrid: deportes, tensiones y millones de euros

En la Feria del Libro los lectores y curiosos verán volúmenes de todos los tamaños, colores, temáticas y condiciones, pero los que están dentro de las casetas, los libreros, los editores, los escritores, los feriantes en general, lo que sea, veamos es la gente. Gente, gente y más gente. Hay muchos libros en el mundo, muy diferentes, como cromos o cromos, pero hay aún más personas, extrañas, diversas, impredecibles. Gente que dice “si es eso luego vuelvo y lo compro” (y no vuelvo más), gente experta en libros, gente que estaba de paso, gente que subrepticiamente se mete un dedo en la nariz. Esas personas que avanzan como un flujo de carne y hueso por ese rectángulo del mundo que domina la caseta. Muchos feriantes confiesan que les cuesta sacárselo del cráneo. Termina la feria y siguen viendo el mundo rectangular lleno de gente aleatorio. No te preocupes, al final pasará.

Este domingo, tras dos semanas de actividad, la Feria cerró. Los datos provisionales (medidos sólo hasta el 9 de junio) son estos: 5.580.000 euros recaudados y 550.000 visitantes únicos (sin contar los menores), cifras similares a las del año pasado. “Creo que podemos estar satisfechos. A pesar de las perturbaciones meteorológicas, las alertas que nos obligaron a cambiar horarios y los eventos programados sobre la marcha, el público ha llenado un año más el Paseo de Coches de El Retiro”, afirmó la directora Eva Orúe. “Y a esta satisfacción general se suma la confirmación de una intuición: cada vez nos visitan más personas de comunidades vecinas pero también de países lejanos”, añadió. Las cifras definitivas se darán el jueves.

Este año la Feria tuvo una temática inesperada: el deporte, que fue el eje vertebrador de buena parte de los 350 eventos celebrados. Desde algunos sectores de la cultura, con cierto esnobismo, se receló durante mucho tiempo de que hombres sanos en cuerpo sano, por lo que algunos poetas y pensadores se jactaban de despreciar el ejercicio físico y la práctica deportiva. Un dualismo platónico: el sucio mundo físico frente al mundo apolíneo de las ideas. Si algo aprendimos en la Feria es que el deporte tiene muchas conexiones con los libros y por allí pasaron figuras del deporte como Miguel Pardeza (el futbolista más culto del mundo), Teresa Perales, Almudena Cid o Fermín Cacho, además a los escritores habituales. El gran nombre, quizás, sea el del novelista estadounidense Richard Ford.

Richard Ford fue, quizás, el nombre más importante de la Feria.Jaime Villanueva

Vista desde fuera, la Feria parece un acontecimiento cultural pacífico e ilustrado, pero está llena de tensiones subterráneas: por conseguir un stand, por tener un buen lugar, entre libreros y editores, entre vendedores de feria y autoridades municipales. Este año hubo cierta discordia en los días centrales, cuando el Ayuntamiento emitió unas alertas meteorológicas que obligaron al cierre del Retiro y, por tanto, de la Feria. Alertas que eran un tanto confusas, que primero se cerraban y luego se abrían sobre la marcha, y la gente se confundía e indignaba. Hubo buenos chubascos, aunque no tantos como el año pasado (que fueron el 50% de los días). Todos los años llueve, y todos los años la gente se sorprende de que llueva, como si la memoria selectiva sólo registrara días de espléndido sol.

La sociedad se refleja en la Feria

El mundo del libro no está separado de la sociedad, sino todo lo contrario, de modo que algunas tensiones del debate público se trasladan también a la feria. Al menos dos autores, los periodistas Antonio Maestre y Fonsi Lozaina, tuvieron que contar con seguridad especial en sus despachos por amenazas de grupos neonazis. Palestina estuvo presente, no sólo en la visita de la autora cancelada, Adania Shibli, a la Feria de Frankfurt, sino también en alguna pequeña manifestación con la pancarta “stop genocidio”, en referencia a la operación militar israelí en Gaza.

El sorteo decidió que dos stands de temática árabe, la librería Diwan y el Balqís, de la Casa Árabe, quedaran de pared a pared. En este último, se mostraban banderas palestinas mezcladas con motivos del Guernica, y se felicitó el apoyo a la causa mostrado por los lectores. No muy lejos se encontraba el stand del Centro Sefarad-Israel, gestionado por la editorial Nagrela, especializada en temas judíos. Un lector afirma haber sido expulsado bruscamente por “matones” por criticar en privado algunos de los libros israelíes expuestos. En el stand también afirman haber sufrido algún “altercado” a manos de activistas pro palestinos, lo que les llevó a instalar una cámara de seguridad. Además, en algunos stands se exhibieron carteles contra algunas de las empresas patrocinadoras de la Feria: criticaban a Repsol, por la contaminación, y a Caixabank, por los desahucios.

Stand compartido por las editoriales Bartleby y Godall. Claudio Álvarez

En toda la Feria sólo hubo unos pocos libreros que portaban armas (al menos que sepamos). Eran los uniformados de la caseta de la Policía Nacional, quienes, posicionados en el centro del evento, vendían ejemplares de la revista, con armas al cinto. ciencia policial o un grueso tomo sobre la UIP, es decir, la policía antidisturbios. En el stand de Testimonio de Autores Católicos mezclaron a Chesterton con los pastorcillos a quienes se apareció la Virgen en Fátima. En la librería Mujeres se exhibieron fotografías de feministas como Betty Friedan, Vandana Shiva y Adrienne Rich. La miniferia Indómitas, dentro de la feria, acercó al público general el trabajo de pequeñas editoriales que traspasan la frontera del libro y se adentran en el mundo del arte. Hay de todo. En la caseta de la librería La Imprenta, muy militantes, agasajaron a los firmantes con un sonoro cántaro para refrescarse. Los rumores decían que algún otro stand contaba con un frigorífico para ofrecer bebidas alcohólicas a los autores, algo fuera de la normativa, pero este diario no ha podido confirmarlo. Las fiestas nocturnas, como cada año, llenaron las casetas de resacas mal disimuladas.

Como la Feria no trata de literatura en particular, sino de libros en general (algo que algunos críticos de la materia no entienden del todo), cada año se forman algunas de las colas más grandes frente a celebridades de la televisión, personas influyentes, youtubers y todo tipo de personajes famosos, porque hoy en día todo el mundo escribe un libro, o hace que le escriban uno. Si el año pasado la gran cita rosa fue el fichaje de Ana Obregón, este año apareció ella, salvando distancias, celebridad Cristina Pedroche, que reunió a cientos de fans en torno a su libro sobre su experiencia materna. La Reina Letizia inauguró la Feria, como cada año, y la ministra de Trabajo y vicepresidenta Yolanda Díaz se llevó un ejemplar de La abolición del trabajo. (Semillas de calabaza), de Bob Black. Quizás esto le inspiró a dejar, poco después, uno de sus trabajos, el de líder de Sumar.

El tema de la próxima edición será la ciudad de Nueva York, capital del mundo. La dirección ya trabaja en colaboración con el Instituto de Estudios Mexicanos de la City University of New York (CUNY), que organiza la feria del libro en la ciudad estadounidense. Parte de la delegación, coordinada por las escritoras Brenda Navarro y Rita Indiana, estará integrada por autores neoyorquinos cuyas obras han sido traducidas al español. Será demasiado tarde para el mismísimo neoyorquino Paul Auster. Más el año que viene.

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