plantar un libro – .

plantar un libro – .
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No sé si es idea de Alicia Gómez-Navarro, pero la Residencia de Estudiantes nos ha invitado a esta preciosa paradoja: “Planta un libro, escribe un árbol”. Y vemos que la palabra “árbol” conlleva un origen, lleva una raíz relacionada con la genealogía, la ciencia, la vida, es decir, “desea” la página.

Allí mismo, en la Residencia, escuchamos Francisco Jarautacuya cabeza, se diría, un “árbol de la ciencia”, toda ciencia. Y surge la pregunta: ¿es exacta la ciencia? Para Adorno: “incluso el árbol que florece reside en el instante en que se percibe su floración sin sombra de terror”.

Es cierto que la palabra ya pronunciada está definida, pero en sí misma conserva lo que la une al todo, descubre vínculos, al igual que el árbol genealógico, vinculado al Árbol de la Vida que, para ‘Coomaraswamy’, “brota, florece o cuelga en el espacio desde su raíz”. ¿Se refiere al ‘asvattha’, del cual el ‘Katha Upanisad’ nos dice: “Con las raíces hacia arriba, con las ramas hacia abajo, tal es el eterno ‘asvattha’? Eso es realmente lo puro. Ése es el ‘brahman’, al que llaman el inmortal. ¿En él descansan todos los mundos”? Sería, por tanto, una metáfora de “la totalidad de la manifestación”, arraigada en el ser supremo, situado “arriba”, en un plano superior.

La palabra “árbol” es abarcadora en varias culturas. qAra Ibn Arabí, autor de ‘El árbol y los cuatro pájaros’—, es un símbolo del hombre, “eje vertical esencial, que reúne todos los estados del ser”. En la citada obra se incluye el “Discurso sobre el árbol universal de la identidad”, donde leemos: “Yo soy la música de la sabiduría, que disipa las preocupaciones a través de su ritmo melódico” –por cierto, en Soria, en la Alameda de Cervantes, hay Se encontraba el llamado “Árbol de la Música”: un enorme olmo, plantado, al parecer, en el siglo XVI.

Y esa verdaderamente convertida en música, yl “Árbol de lluvia” de Toru Takemitsu?

La palabra empieza a inquietarse: son muchas las vueltas que da: “mástiles” se refiere tanto a un bosque como al conjunto de “árboles” –mástiles- y vergas de un barco, de donde se deriva que “los árboles” se ponen en un buque, y ese “desarbolar” también se interpreta en este sentido, como “desarbolar”. De allí pasa al mar; cuyas olas crecen, se rizan.

El “árbol” quiere incluso vincularse al ámbito militar: iza, iza, ondea, “ondea” una bandera. También se dice de un caballo con el significado de encabritarse, encararse, arremeter.

‘La arboleda perdida’, tituló Alberti sus memorias, y Octavio Paz ‘Árbol por dentro’, sus últimos poemas. Pero donde están escritos varios árboles es en el ‘Song of Amergin’ irlandés que, por boca de Dios, nos hace conocer el árbol de cada mes.

 
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