“Mi utopía es una sociedad no capitalista”

“Mi utopía es una sociedad no capitalista”
“Mi utopía es una sociedad no capitalista”

Su nombre en euskera significa tormenta. Ekaitz Cancela, 31 años, nacido en Barakaldo, es un escritor y periodista español especializado en nuevas tecnologías y geopolítica. Cuestiona apasionadamente el capitalismo, quintaesencia de todos los males que, como se desprende de sus palabras, ponen en riesgo al planeta a un ritmo sostenido. Autor del libro Utopías digitales, un largo ensayo que llegó a presentar en Argentina y otros países latinoamericanos, responde a las preguntas como si fuera un trueno entre las hojas. Se enciende como las hogueras de San Juan que describe Roa Bastos en uno de sus cuentos y alza la voz contra la actualidad que lo rodea. Pero él no se detiene ahí. También muestra un espíritu decidido guiado por ideas originales.

-¿Por qué reivindica la creatividad como un hecho colectivo y no individual, forjado en el modelo neoliberal y que sublima al sujeto como único hacedor de la transformación del mundo?

– Si nos referimos a la ideología de Silicon Valley, tenemos la idea de que el CEO nace y vive en un garaje y que gracias a su creatividad logra cambiar o mejorar el mundo. Lo que intento argumentar en el libro es que el concepto neoliberal de libertad nos ha dicho que la creatividad siempre pertenece a los individuos, a los artistas, y que siempre tiene que estar centralizada. Pero lo que intento argumentar es que la creatividad es un acto colectivo. Marx dijo que la Comuna de París fue el mayor acto de creatividad, de creatividad colectiva.

-El libro hace referencia a utopías como imaginar el fin del capitalismo. Esa es la degradación del título. ¿Pero qué podrías contarnos sobre el tuyo?

– Muchas veces no nos damos cuenta del potencial que tienen las utopías, que están en la ciencia ficción, en la literatura, en el cine, en las series, que están en el ámbito de la cultura y no vemos el potencial, como dijo Lukács. , para producir futuros. O como decía Benjamín, el productor de la capacidad humana de escribir su propia historia. Y no lo hacemos o no logramos hacerlo porque muchas veces no nos dejan. No podemos escribir nuestra propia historia porque hay una serie de relaciones materiales o una serie de límites o jerarquías que hacen que la historia sea escrita por otras personas. Es decir, en este caso las élites lo escriben y utilizan algoritmos para que seamos sujetos perfectos como consumidores o productores.

-¿Su gran utopía es frenar este capitalismo algorítmico?

– Si quieres, mi utopía es una sociedad no capitalista. Creo que Marx era un utópico cuando propuso el comunismo. Y lo hizo pensando únicamente en el ámbito de las necesidades. Y me explicó cómo nos las arreglábamos para pescar, labrar la tierra y cazar. Hacernos cargo de buena parte de las tareas del hogar cuando habíamos terminado, es decir, cuando se completó el ámbito de las necesidades y pudimos acceder al ámbito de las libertades, que es el ámbito de la crítica, el ámbito de la cultura. Mi utopía es la misma. Una sociedad sin clases, sólo que no parte de la esfera de las necesidades, que creo que es uno de los grandes errores de los marxistas, sino que parte de una evolución entre ambas esferas y hace que la esfera de las libertades esté intrínsecamente ligada a las necesidades y eso tenemos que terminar de trabajar para poder acceder al terreno de lo que nos gusta. Se trata de pensar en una utopía donde podamos mezclar juego y diversión, trabajo y disfrute, juego con trabajo, la oficina con el parque. Y de esta manera podemos llegar a un concepto de biopolítica, como diría el Foucault socialista, donde ambas dimensiones se entrelazan y donde nuestro trabajo es algo que nos impacta y nos hace felices y nos da bienestar.

-¿Cómo encontraríamos nuevas formas de resolver la desigualdad en esa utopía?

Lo que digo es cómo usamos las redes sociales para que en lugar de sacar todo lo peor de nosotros, que es el individualismo, el egocentrismo y el narcisismo, podamos sacar esa creatividad y tener redes sociales que no sean como las actuales. Para mí el único camino que hay no es sólo superar el capitalismo, sino acabar con esas redes sociales que son americanas, están diseñadas y pensadas desde Estados Unidos para que sólo podamos relacionarnos con el mundo que nos rodea a través del mercado. Y lo que digo es que los seres humanos no funcionamos así, nunca hemos funcionado así y el hecho de que nos obliguen a hacerlo genera problemas de ansiedad y malestar con el mundo contemporáneo, que es lo que al final permite que sujetos como Milei canalizar políticamente ese malestar hacia agendas autoritarias.

En la introducción de su libro. Dice que la tecnología facilita las utopías y su desarrollo. ¿Consideras que ese es el caso?

Sí, pero es algo que aún no sabemos porque hasta ahora no hemos desarrollado tecnologías que no estén construidas por empresas privadas. Lo que tenemos ahora no es tecnología, es un producto diseñado por cinco empresas tecnológicas. Creo que lo que nos ha demostrado Internet, la capacidad de recopilar una enorme cantidad de datos de nuestro entorno, nos permite ver mundos y realidades que estaban muy lejos o que antes no podíamos ver. Es como si accediéramos a partes del mundo y de nuestra experiencia que no existían. Para usar una metáfora: ¿qué hicieron algunos cibernéticos en los años 70, cuando decían que el desarrollo de tecnologías en manos del pueblo era como el LSD o como una droga, o como cualquiera de las drogas? Pero sin necesidad de sus consecuencias negativas.

– ¿La tecnología estimula la igualdad de oportunidades?

Creo que la tecnología es el resultado de la lucha de clases. Muchas veces uno se pregunta si la tecnología es mala, si es neutral o no, si favorece o no la igualdad de oportunidades. Si le das a todo el mundo un teléfono móvil y lo envías al mercado, obviamente no se va a promover la igualdad de oportunidades. Los que tienen más van a sacar más provecho de ese teléfono móvil o de ese ordenador o de esa tecnología. Pero si se diseña una sociedad donde la tecnología sirve para conectarnos y ayudarnos, la tecnología, obviamente, en una sociedad donde las clases y las jerarquías están abolidas, es un mecanismo para garantizar la igualdad de oportunidades, porque da a cada uno según sus necesidades. y recibe de cada uno según sus capacidades. Y la tecnología es sólo el espacio donde eso se institucionaliza, donde se garantiza y donde en el código de la tecnología, en las plataformas, en lo que no vemos, se garantiza ese derecho.

-Tienes que la historia fue vaciada de contenido emancipatorio, como la palabra emancipación permaneció en los libros de texto de historia. ¿Por qué no amplías la idea?

Esta visión de la historia ha dejado sin sentido a buena parte de las alternativas emancipadoras, porque aparentemente hay algo que llena de sentido nuestras vidas y ese es el mercado. Esa idea es falsa. Milei lo deja muy claro cuando afirma: ‘si tienen hambre, alguien se lo arreglará’. Podemos crear instituciones posmodernas donde podamos canalizar todo nuestro deseo, toda nuestra creatividad, todo nuestro ámbito de libertad fuera del mercado y de esta manera repensar qué es la emancipación. Porque para mí la emancipación es la canalización de energías colectivas y creativas en torno a un proyecto diferente. Yo creo que el mercado lo que hace es impedirlo. Es como cuando abres un teléfono móvil, llegas a la interfaz de Instagram y te preparas para emanciparte o escribir tu vida en base a esa infraestructura. Si vas a Instagram te dirá, mira: ‘puedes publicar fotos tuyas, preferiblemente cuanto más desnuda, mejor’.

-En esta descripción del sistema de dominación global, ¿qué impacto le atribuye a las redes sociales, a Internet, a sus interfaces?

Se suele decir que el poder es un muro, es impersonal o que hay algo que nos afecta a través del mercado. Marx decía que era invisible, que era un fetiche. El poder no es invisible, es muy visible y se produce a través de la acción focalizada y con muchos recursos económicos de los ricos que los ponen. think tanks, en fundaciones y en lobbies. Porque el Gran tecnología ¿Son ellos los que más dinero invierten en lobby en la Unión Europea? ¿Por qué invierten más dinero que las industrias militar o petrolera en Estados Unidos? Porque necesitan crear centros de pensamiento para imponer una idea que no está en el ser humano. Es decir, somos seres egoístas, somos seres competitivos, sólo nos preocupamos por nosotros mismos. Es algo que no es natural, no está en el ser humano. Si viéramos el trabajo de los antropólogos, veríamos que en las sociedades recolectoras el ser humano es un ser altruista y colaborativo. Sólo mediante el enorme gasto de recursos en think tanks hacernos pensar lo contrario, es cómo se puede legitimar la economía de mercado.

[email protected]

 
For Latest Updates Follow us on Google News
 

PREV Marketing de los Juegos Olímpicos – .
NEXT Libro del escritor lojano en manos de su ex maestro – DIARIO CRÓNICA – .