Libros para recuperar la memoria y el pasado, recomendados por Mayra Montero

Mayra Montero Conoció a Bobby Fischer cuando el famoso ajedrecista estadounidense visitó La Habana para jugar un torneo. Ella tenía 14 años y él 22 y se enamoraron. Esa historia, que la novelista y periodista radicada en Puerto Rico se había guardado para sí, es el germen de La tarde que Bobby no bajó a jugar.la obra en la que indaga en sus recuerdos antes de abandonar La Habana a los 17 años. Con ella hablamos de esta fascinante historia, las peripecias vitales de Bobby Fischer y nos recomienda libros para recuperar nuestra memoria y el pasado.

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Mayra Montero: entrevista y libros recomendados

“Tenía guardado a Bobby en mi memoria, como dijo alguien el otro día, la memoria tiene muchas trampas”, explica Mayra Montero. Para que ella lo contara tuvo que pasar tiempo y algunas condiciones. Tres, en concreto: “La primera, que ya era mayor. La segunda, que era viuda, porque con un marido no podría haber contado esa historia de amor que perdura en el tiempo. Y la tercera, que era huérfana, porque es una novela muy dura sobre las relaciones madre-hijo y la relación con mi madre. He escrito novelas eróticas, una fue finalista de La sonrisa vertical, pero cuando escribí novelas eróticas nadie se sintió muy abordado, pero esta es una novela muy autorreferencial, autobiográfica”, señala.

La tarde que Bobby no bajó a jugar está escrita en dos partes. El primero, “en 1956, cuando Bobby Fischer viajó siendo niño, con 12 años, a La Habana, en el primer viaje que hizo fuera de Estados Unidos”, explica Montero. “Viaja con su madre y con una serie de ajedrecistas muy buenos, pero muy problemáticos. Uno era nazi, otro había estado preso… viajó con toda esa tribu catastrófica a La Habana y esa es la historia que tiene un poco de ficción. No del todo, porque hay personajes reales: Bobby, la madre, los ajedrecistas, un relojero que se enamora de la madre de Fischer… La otra parte transcurre en 1966, cuando se celebra en La Habana la Olimpiada Mundial de Ajedrez. Y lo que sucede es totalmente real”.

La tarde que Bobby no bajó a jugar.

Mayra Montero

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Esa parte es la que cuenta su encuentro con el precoz ajedrecista. “El relojero le dijo a un grupo de chicas que sabían que estábamos pidiendo autógrafos a los artistas: ‘Si me consiguen un autógrafo de Fischer para esta placa, les daré un disco de los Beatles’, lo que entonces estaba prohibido en Cuba. Nos volvimos locos, pero yo era el más débil, un poco el más cohibido del grupo. Y soy yo a quien eligen para meterse en ese lío, porque ir al hotel a buscar a un americano podría meterme en serios problemas con el gobierno. Me dicen: ‘Ve, sabes inglés’. Hay un periodista que fue realmente responsable, él fue quien me llevó a la habitación y me dijo ‘espéralo aquí’. Fischer no había bajado a jugar porque observaba el sábado de su religión judía, a la que luego renunció.

La deriva de Bobby Fischer

A partir de ese encuentro, Montero entabla una relación, entonces a distancia, con un Fischer que apenas comenzaba su turbulenta experiencia. De hecho, la novela comienza con él en Islandia, muy mal de salud e ignorado por casi todos. “No se supo nada de Fischer después de jugar en Yugoslavia, porque el gobierno americano le había prohibido jugar allí”, recuerda Montero. “Recibió un telegrama sobre la guerra de los Balcanes, pero lo rompió y escupió. Jugó y se le prohibió la entrada a Estados Unidos. Estaba vagando por el mundo. Fue a Japón y, cuando salió de Japón con el pasaporte estadounidense vencido, fue detenido y llevado a la cárcel. Allí estará ocho meses. Hay un gran movimiento global para sacarlo. La presidenta de la Federación Mundial de Ajedrez en Japón se casa con él, no sé si fue un matrimonio de conveniencia para ver si podía sacarlo. Nadie quería darle asilo. Ni siquiera está en Cuba. Nadie le respondió. Sólo Islandia”.

El país nórdico fue su refugio en honor a su pasado. “En 1972 había logrado allí su gran triunfo. Realmente puso a Islandia en el mapa, porque fue la primera partida de ajedrez retransmitida a nivel mundial”, señala el autor. “Fue un partido de la Guerra Fría, entre un ruso y un estadounidense, y él ganó. Luego, Islandia lo declara ciudadano islandés. Pero ya está muy deteriorado físicamente. No quería cuidarse solo. No quería ir al dentista porque estaba totalmente paranoico. No se supo nada de él después de Yugoslavia hasta el atentado a las Torres Gemelas, que fue terrible porque lo celebró. Eso lo enterró no sólo para el gobierno, sino para el pueblo estadounidense en general. Fue olvidado, enterrado, injuriado, odiado. Ya estaba muy, muy deteriorado física e intelectualmente. No jugaba al ajedrez, sólo leía. Leyó sin parar en Islandia. Entraba en una librería y pasaba el día allí. Tenía un departamento porque tenía un poco de dinero, tenía algunos amigos allí, pero no quería cuidarse solo. Tenía una boca terrible, no quería ir al dentista porque sabía que los rusos le iban a poner un micrófono. “No quería que nadie lo acompañara a su departamento para que nadie supiera dónde vivía”.

recuperar el pasado

Entre sus más de quince novelas, La tarde que Bobby no bajó a jugar es la primera obra en la que Mayra Montero recuerda la Cuba que dejó a los 17 años. “Nunca había hablado de La Habana desde mi infancia y mi adolescencia. , nunca”, confiesa. “Rescatar ese aspecto fue bastante duro, bastante doloroso. Lo pasamos muy mal, tuve una infancia muy agitada, una adolescencia igualmente triste. Nunca había hablado de eso, de lo que nos pasó en Cuba antes de salir de Cuba, de lo que sufrió mi madre dentro de toda nuestra mala relación, lo que sufrió mi padre, que era un comediante que fue censurado y castigado. Y este era el momento de contarlo”.

Las infancias y adolescencias felices no van en absoluto con la literatura.

“Tuve una infancia bastante dura, bastante dolorosa, con problemas familiares, y la adolescencia también fue muy dolorosa”, afirma. “El otro día les decía a unos amigos que las infancias y adolescencias felices no tienen nada que ver con la literatura. Quizás lo hago para consolarme, pero no hay nada como infancias y adolescencias complicadas para ayudarme con la literatura, porque en primer lugar me refugié mucho en la lectura. También en Cuba, en aquella época, existían dos canales de televisión. Leíste y escuchaste Nocturno, ese programa de radio que da título a un episodio, que se estrenó en agosto de 1966, que fue un oasis para nosotros. En ese sentido tuvimos una educación muy diferente, ahora me doy cuenta con mis amigos puertorriqueños, incluso con mi esposo español. Tenían una cultura cinematográfica y musical diametralmente opuesta a la nuestra. “No conocían la maravillosa cinematografía francesa de aquellos años, ni la italiana, ni siquiera la rusa”.

Libros para recuperar la memoria y el pasado, recomendados por Mayra Montero

Un verdor terrible

Benjamín Labatut

Editorial Anagrama

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Un escritor que he leído con mucho gusto es Benjamín Labatut, el chileno, con Un verdor terrible, La piedra de la locura, Maníaco…

El neandertal desnudo

El neandertal desnudo

Ludovic Slimak

DEBATE

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Es de un antropólogo francés y es un banquete. Lo escribe como una novela. También tengo un interés personal: me hice una de esas pruebas de ADN y me dijeron: entre las quince personas que tienen mayor contenido de neandertal estás tú. Estaba orgulloso pero luego dije: ¿será eso bueno o malo? Desde entonces he estado obsesionado con los neandertales. Este libro es más de filosofía que de antropología, es maravilloso.

El chico

El chico

Fernando Aramburu y Fernando Aramburu

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Siempre es un placer leer a Aramburu.

 
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