Lo que faltaba en el universo literario de Octavio Escobar, una novela futurista, distópica, con elementos de fantasía. Se desarrolla en una Bogotá destruida tras las pandemias y la escalada del conflicto. Ahora la calle 72 divide la ciudad entre los concejales, que gobiernan desde el antiguo seminario mayor de la calle 94, y los bibliotecarios, que tienen su sede en el Biblioteca Nacional. Uno de los pocos edificios que se salvan. Y ahora surge una amenaza.
Hablamos con el autor sobre la obra, que seguro sorprenderá a muchos de sus habituales, pero no tengo ninguna duda de que atraerá a nuevos lectores. El libro comienza con una dedicatoria a tres lectores de nuestra ciudad ya fallecidos: Orlando Sierra, Roberto Vélez y José Fernando Callede quien dice: recibirían esta novela con reservas.
– ¿Qué reservas tendría usted con casiani?
Es más bien un homenaje a tres amigos que solían estar resentidos. Cuando les aparecía algo que estaba fuera de su foco, miraban con reservas. Especialmente Orlando y José Fernando, quizás Roberto no tanto. Orlando tendría la satisfacción de encontrar un tema que le gustara mucho, dijo que lo que el Gobierno tenía que firmar con las FARC era una Esponsión, como la que se había firmado en Manizales en el siglo XIX.
–Es de alguna manera un homenaje a Manizales. En la novela se desarrolla una Esponsión en Bogotá 150 años después, y tampoco sale bien.
Sí, también es el reconocimiento de la primera vez en la historia de Colombia que se hizo un acuerdo entre fuerzas contrarias por razones humanitarias, porque la Esponsión se hizo porque se estaban matando entre sí sin que ninguno de los bandos pudiera lograr la victoria. Esa historia la escuché de Orlando Sierra y se me quedó grabada, y cuando Cassiani surgió dije: “vamos con Esponsión, vamos con esta distopía bogotana, con un componente lovecfraftiano… con esta locura que espero sea igual de divertida”. para la gente.” lectores cómo fue para mí escribirlo.
– Sigamos con los homenajes, de los que hay varios en la novela. Leo Libros tiene todo que ver con su librería.
Es un homenaje a la librería y a mi librero de toda la vida, Leo Libros, que tenía muy buena pinta allí. Además, con un personaje adicional, Juan David Urdaneta, que creo que interesará a muchos lectores.
– Me pareció el cura tumbador de Después y Antes de Dios, ese tipo de personajes que aparecen con cierta sofisticación, pero para vivir de los demás.
Juan David Urdaneta es una persona vivaz, aunque culta, amable, galante. Tiene una buena vida gracias a las mujeres, una vida que le permite estar rodeado de libros y fotografías de mujeres y escritores que les han gustado.
– Sigamos con los homenajes. ¿Marcel Proust? ¿Ah, de verdad? ¿Alguien lee a Marcel Proust estos días?
Hombre, bueno, tengo un amigo que lo está leyendo ahora mismo.
–Entiendan que lo digo en broma porque siento que es de esas lecturas que exigen lector y ya no hay lectores suficientes para esa exigencia.
Sí, pero además de Marcel Proust aparece León Felipe, que es uno de mis poetas favoritos; Jaime Jaramillo Escobar, y los dos encajan como un guante para lo que cuenta la novela.
– Al leer la novela sentí que hay algunos rasgos de Mad Max, la película. ¿Ser?
Es posible, también hay algunos. V de Venganza, pero lo otro es que hay cierto juego con las circunstancias políticas colombianas de las últimas décadas. Incluso Hay incendio en la torre Colpatria. lo cual tiene un origen bastante curioso para el momento político que vive Colombia. Es un tipo de literatura que surge en momentos de crisis, cuando la gente tiene muchas inseguridades, que se ha estudiado respecto al cine. Las películas de zombis y vampiros se hicieron populares durante la época del macartismo, cuando los estadounidenses temían al comunismo. Creo que en este mundo pospandemia, con tantos países polarizados de manera tan radical, uno siente que la guerra civil está ahí como a un pequeño paso de distancia y es natural que los escritores intentemos exorcizar eso, mostrarlo a través de ficciones que ir hacia lo distópico hacia lo apocalíptico
– Hablemos de las chicas sepia. Son personajes creados desde la fantasía o el misticismo, no estoy muy seguro. Me sorprendió el final, su atavismo a lo ancestral. ¿Cómo surgieron?
En realidad, existe una larga serie de personajes, especialmente en los cómics y la cibercultura, que tienen esta capacidad de camuflarse, pero en la literatura de Lovecraft, los seres primordiales que intentan apoderarse del mundo porque ya eran sus dueños, están conectados a el mar. Las chicas sepias tienen que ver con las sepias, un molusco que tiene la capacidad de camuflarse.
– Tenía ganas de leer un cómic…
Sí, la novela juega con algunas características del cómic, del cyberpunk, con características de series que pueden estar en Netflix, por ejemplo. Creo que algo hay en eso y que estoy siendo fiel a mi amor por el cine y a una serie de procedimientos que vienen de la literatura policial, que siempre me ha gustado, que el lector coge el libro y quiere saber qué le va a pasar. suceder.
-¿Octavio Escobar tiene una lista de lo que va a escribir, como la tenía Carlos Fuentes? Porque esto se aleja del universo literario hasta ahora conocido.
Fernando, varias veces me has oído decir que para mí escribir tiene un componente lúdico fundamental. Si no estoy jugando no quiero hacerlo y no siempre quieres jugar lo mismo.
– Creo que a los jóvenes les va a gustar mucho. Esto es lo que se está consumiendo en el cine, en el streaming. ¿Lo ves así?
Todo iba tan bien que no pensé mucho en lo que iba a pasar después. Cuando se lo envié a Juan David Correa, quien en ese momento era editor de Planeta -hoy Ministro de Cultura-, pensé que me iba a decir: “después de Cada Tumba Oscura, ¿qué es esto?”. Es un libro, en muchos sentidos, político. Por un lado estaban mis ganas de jugar, pero la novela también responde a la pandemia, a la polarización del país, que es la polarización en Brasil, en Argentina, en Estados Unidos, y mira lo que ha pasado en Israel, cual es la ruptura. estado de derecho absoluto. Es una metáfora de tiempos difíciles.