
El reconocido historiador Adolfo Gilly reunió en su libro recientemente publicado, estrella y espiral, un mosaico de las figuras centrales de su obra como referentes sociales y los momentos históricos que han dejado una huella indeleble en él y en la sociedad.
Narra encuentros vitales para el investigador y colaborador de El dia, con personajes como el ineludible historiador Friedrich Katz para entender la figura protagónica de Pancho Villa, el poeta surrealista André Breton y su vínculo con el Premio Nobel de Literatura Octavio Paz, el colombiano Camilo Torres y su dilema entre su vocación sacerdotal y la vía armada, así como otros destacados intelectuales, escritores, activistas y filósofos.
A través de la brillante pluma de Gilly, la galería también muestra al poeta argentino Juan Gelman, al intelectual Bolívar Echeverría, a Benito Juárez, al revolucionario y escritor Víctor Serge, al filósofo Luis Villoro y al historiador Marc Bloch.
Las ágiles líneas del volumen editado por Ediciones Era son un decálogo de admiración y amistad, cariño y respeto en una lúcida reflexión sobre los protagonistas de decenas de luchas, impulsados por su sólido compromiso o saber social, como elementos complementarios; también de la vida de los creadores que con su obra dieron nacimiento al siglo XX.
En el primer texto, Gilly (Buenos Aires, 1928) evoca la figura de Friedrich Katz, un historiador que marcó un antes y un después en el estudio del revolucionario Pancho Villa. También esboza parte de las luchas políticas que vinculan a sus padres, los comunistas austríacos Leo y Bronia Katz, con el legendario intelectual francés Marc Bloch, fundador de la Escuela Annales y comprometido luchador antifascista.
El escritor recordó el especial cariño que sintió Katz por un dibujo de Rafael Barajas el fisgón, donde apareció el historiador austriaco vestido de oficial de la Villa. “Este soy yo, un oro de la División Norte, un guerrero”, sostuvo el intelectual.
Trabajo de buscar historias
El título rezuma la pasión y la curiosidad intelectual del autor, el conocimiento de una época convulsa por las luchas antifascistas en Europa o por la independencia y la justicia en América Latina; el homenaje y cariño a las personalidades que marcaron la historia del siglo pasado desde su compromiso político y su saber. Es también una exposición del conocimiento de Gilly en torno a las líneas históricas que nos han llevado hasta el presente.
---El escritor definió: “En el oficio de buscar y contar historias, Friedrich era un maestro del ensayo, una de las artes de la escritura más cercanas a la magia del equilibrista”; señaló que “cuando escribió su panchovilla, Friedrich ya había vivido y sufrido lo suficiente como para saber escudriñar conductas y pasiones en guerras y revoluciones.
En el texto, mezcla de los estilos del ensayo, la biografía, la memoria o la reseña, Adolfo Gilly destacaba al sacerdote Camilo Torres, asesinado en 1966 a los 37 años, quien sostenía: “Creo que me he entregado a la Revolución por amor al prójimo. He dejado de decir misa para cumplir ese amor al prójimo, en el ámbito temporal, económico y social. Cuando mi prójimo no tenga nada contra mí, cuando haya hecho la Revolución, volveré a decir misa si Dios me lo permite”.
Gilly dice que empezó a leer a Octavio Paz “en el lugar más inesperado: la cárcel de Lecumberri. La poesía y los surrealistas siempre me habían acompañado. André Breton y Paul Éluard y Benjamin Péret y Guillaume Apollinaire y Max Ernst y el peruano César Moro y el martiniqués Aimé Césaire y los mundos fantásticos de Paul Delvaux, Giorgio de Chirico, René Magritte y Leonora Carrington me acompañaron.
“En Lecumberri conseguí El laberinto de la soledad. Cité una de sus frases en la primera página del libro que escribí durante mis seis años en prisión, La revolución interrumpida sabiendo que muchos amigos se iban a enfadar”.
Otro de los textos esbozaba a Víctor Serge, en los últimos tiempos de desarraigo y exilio de esta persona a la que “las tiranías niegan incluso la nacionalidad”, el modo en que muchas personas se movilizaron para salvar su vida y la de sus hijos perseguidos. hasta que se le dio refugio en México.
El profesor de historia y ciencia política de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) afirmó: “El asilo otorgado por el general Lázaro Cárdenas y por México prolongó la vida de Víctor Serge por seis años y dos meses. . . Fueron, como los de los Trotsky, años de intensa creación literaria, intelectual y política. El legado que dejaron es único. Agradecimiento a quien lo hizo posible también”.
En estas páginas, Adolfo Gilly abre al lector los temas que le han interesado: la violencia, la modernidad, la microhistoria, la rebelión de los marginados, la literatura como fuerza liberadora y la memoria como motor.