Se trata de Acción Nacional (PAN), Revolucionario Institucional (PRI) y Revolucionario Democrático (PRD), además de fuerzas propias no contaminadas con la partidocracia.
Las instituciones creadas, especialmente con Lázaro Cárdenas, fueron el canal por el que discurrió la vida política de este país, como lo ilustra una tesis central de José Revueltas para entender este fenómeno: la historia de México es la de un “proletariado acéfalo”. ”. Este era el panorama cuando surgió el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena).
Pero no debe perderse de vista en el análisis que a pesar de la existencia real y diversa de centristas, en la cuestión que define si uno es o no de izquierda no hay medias tintas. O estás con el pueblo o con los potentados, como expresó recientemente el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador (AMLO).
¿Partido político o movimiento de masas?
La avalancha de militantes que Morena capturó en tiempo récord fue identificada con el concepto del jurista alemán Otto Kircheimer de un “partido general”, llamado indistintamente catch-all o metapartido, multiintegral y hasta partido de escoba.
Esto se debe a su objetivo de atraer votantes con puntos de vista diversos, frente a otros con una ideología específica y en busca de votantes de su tendencia específica.
No es una estrategia criticable, ya que logró aglutinar a millones de mexicanos de un amplio espectro ideológico y rápidamente convertirse en el partido político con mayor flujo de votos en la historia reciente de México.
Esto fue posible gracias a un líder carismático e integrador tan efectivo como lo fue en su época y circunstancias Juan Domingo Perón en Argentina y su Partido Justicialista, en sus inicios un movimiento de masas muy heterogéneo.
Como explica el escritor y politólogo italiano Angelo Panebianco en Modelos de partidos, estos “no sólo se distinguen por el tipo de líderes, sino también por el grado de consolidación de sus rutinas organizativas”.
Si depende de la existencia de un líder carismático, dice, entonces el efecto es una baja institucionalidad, y por el contrario, si las reglas son fuertes y claras, la tendencia será hacia un aumento de la fortaleza organizacional y estatutaria.
Aunque esta última tendencia organizativa y estatutaria, aún con un Consejo Nacional y un Consejo Ejecutivo, y con clara independencia en sus cargos del presidente y del secretario general, no hace que Morena se deshaga de su carismático líder.
AMLO es quien marca el rumbo, aunque casi ha dejado de ser miembro del partido por su condición de Presidente de la República y lo dejará cuando termine.
En este sentido, lo distintivo de este gobierno es que López Obrador siempre ha estado por encima del sistema, por encima de las estructuras partidarias, incluido el suyo propio, con un discurso en el que le habla directamente al pueblo, con dos temas recurrentes: luchar contra Corrupción y defensa de la soberanía nacional.
Cuando López Obrador indica que se retira en pleno reconocimiento a su exitosa gestión política, social y económica, argumentando que “no hay que estar muy apegado al dinero ni al poder, y no hay que sentirse insustituible ni caer en necesidad, o actuar como jefe”, no niega el papel del hombre en la historia.
Por el contrario, instruye que el líder, por brillante que sea, nunca puede estar por encima del pueblo, consideran aquí analistas consultados por Prensa Latina.
EN TIEMPOS DE CAMBIOS
México se encuentra en un momento de cambios en la vida social y política impulsado por la IV Transformación, en conjunto con los tiempos cambiantes que vive el mundo.
Aquí lo nuevo se construye sobre la misma estructura de hace un siglo, y López Obrador enfatiza lo que llama una revolución de conciencias, capaz de organizar, dirigir y permitir ese cambio de mentalidad, más allá del personalizado por el líder y su obra social.
Es muy importante la creación de Comités de Defensa de la IV Transformación que mantengan la dinámica de masas, sin revelar muchos datos de una estructura local, regional o nacional, construida casi en silencio, afirman especialistas del partido en Gobierno.
Tal panorama indica que México está en un momento histórico, como proclama López Obrador, pero lo fundamental en sus dimensiones de tiempo y espacio sigue siendo el papel del individuo en la historia.
¿Y CUANDO EL LÍDER NO LIDERA?
Ese es un riesgo adicional para Morena como partido porque es una organización aún en periodo de formación y en permanente evolución. La base, el pueblo, pide continuidad, pero AMLO responde que no seguirá al frente del partido y dejará la vida política. Es su voluntad, pero sólo el paso del tiempo la confirmará.
La oposición está contenta porque se liberaría de la persona sin la cual los actuales procesos sociales de México corren el riesgo de no llegar a su destino. López Obrador confía en que cualquiera de los cuatro candidatos de Morena que ganen la presidencia será continuador de la IV Transformación.
El deseo de AMLO es que no se desmonte la unidad para que la obra de transformación no se desequilibre.
Sin embargo, el hilo ideológico que lo teje es muy fino, y quizás eso explique por qué López Obrador y Morena evitan una típica etiqueta de derecha o izquierda, lo que pone en duda las tendencias internas del movimiento, muy bien llevado e identificado con el IV. Transformación. .
Eso es lo interesante. La IV Transformación promueve cambios en la vida política y social del país, pero limita sus fronteras para que no desborde el imaginario nacionalista construido desde Lázaro Cárdenas, lo suficientemente amplio como para desplazar a la izquierda tradicional de su rol de vanguardia política. .
Es el arte de llegar a los límites y no traspasarlos. Crear expectativas, pero respetando los umbrales de una realidad sui generis, estiman los expertos.
Ubicarnos más allá de la dicotomía izquierda o derecha es lo más preocupante para la oligarquía y los partidos conservadores porque todo parece indicar que cuando soplan sus hachas al árbol obradorista, se quedan en la corteza y no llegan al corazón.
Su revolución pacífica –el contenido real de su programa– está protegida por esa costra de heterogeneidad envuelta en su frase de “gobierno para todos, pero primero para los pobres”.
La derecha lo ataca por todos lados, aprovechando una tendencia conservadora universal que también se manifiesta en importantes sectores de la población mexicana, que López Obrador no desmiente e incluso la cuantifica en 30 millones de ciudadanos.
Estos ataques son circunstanciales;
No son capaces de interpretar que AMLO, sin abandonar principios de izquierda, se mueve menos por resortes ideológicos que por dinámicas de un pragmatismo difícil, pero también de gran altura, en su progresiva transformación para ejecutarla en el campo político, económico y social. sin repensar el cambio en las reglas de juego del sistema.
Su definición de Humanismo mexicano es justo el término que maduró durante mucho tiempo y sale a la luz a más de cuatro años de gobernar.
Más allá de un concepto neutral, es una parábola cristiana que va al fondo de las ideas maestras sociales y políticas de AMLO, para ubicarlo absolutamente fuera de la derecha, pero a la vez sin ningún tipo de compromiso estructural con la izquierda, aunque convive . con ambos en determinados niveles y aspectos.
(Sigue adelante)
arb/a/lma