‘La dolce vita’ (1960), ‘Lola’ (1961), ‘Ocho y medio’ (1963) y ‘Un hombre y una mujer’ (1966), cuatro títulos de oro en la obra de Anouk Aimee. La actriz que sedujo dos veces a Federico Fellini fue la fascinante y cariñosa Lola de Jacques Demy y deslumbró al público de todo el mundo junto a Jean-Louis Trintignant con la más almibarada ‘Un hombre y una mujer’, Ha fallecido a los 92 años. Pocos de su generación eran tan elegantes y sobrios. Me recuerda mucho a Audrey Hepburn en las películas de Hollywood. Frágil y cercana, fuerte y decidida, sofisticada sin llegar a ser glamurosa. Pura fotogenicidad más allá de los estrictos cánones de belleza femenina.
La película que la catapultó al éxito internacional fue ‘Un hombre y una mujer’, en el que primaron los saltos temporales de la historia y la pegadiza canción de Francis Lai y el coro ‘dabadabadá’. Gran pareja con Trintignant, dos intérpretes que alcanzaron récords superiores a los de esta película, pero ni la mitad de populares. Su director, Claude Lelouch, se hizo eco de su muerte en un sentido texto en X (antes Twitter): “Anouk, mi Nounouk, nos dejó esta mañana. Fue mi compañero de viaje, mi amigo de toda la vida. Ella me dijo que sí cuando, cuando era joven cineasta, los demás me dijeron que no. Su silueta y su gracia quedarán grabadas para siempre en una playa de Normandía, en alusión a algunas de las escenas de la película rodada en esta playa.
Pero para cierto cinéfilo, Aimée era la ‘Lola’ de Demy, una película que ha adquirido con el tiempo un aura especial que es inseparable de su interpretación de la bailarina de un cabaret de Nantes que espera el regreso de su amante, el hombre que la dejó embarazada. y se fue a los Estados Unidos. Si la Nouvelle Vague se caracterizó por una fuerte estilización fotogénica de sus protagonistas femeninas, la Aimée de Demy rivalizaría con Anna Karina de Godard o Jeanne Moreau de Truffaut. Los tres, junto con Monica Vitti, Catherine Deneuve, Sarah Miles, Delphine Seyrig, Gena Rowlands, Harriet e Ingrid Thulin, Liv Ullman, Bibi Andersson, Bulle Ogier, Gena Rowlands y Geraldine Chaplin –la de su colaboración con Saura en los años de protagonistas del cine español- son las máximas representantes de las actrices modernas, vinculadas a un nuevo cine o a un director. Comenzaron antes que nadie a reescribir la historia.
Con Fellini dio fuerza a la Maddalena de ‘La dolce vita’la rica heredera con la que Marcello Mastroianni es íntimo, y una oscura incertidumbre sobre Luisa Anselmi de ‘Ocho y medio’, la esposa del cineasta interpretado por el propio Mastroianni. Aimée estaba entonces en los altares de la modernidad. Pero antes ya había trabajado con Alexandre Astruc, Jacques Becker (en ‘Los amantes de Montparnasse’ interpretó a una de las amantes de Modigliani) y Georges Franju. Y luego seleccionó con criterio: ‘Una noche, un tren’, la adaptación de ‘Justine’ de Lawrence Durrell de George Cukor o ‘La historia de un hombre ridículo’ de Bertolucci.
Hay otro hermoso momento en su obra, cuando Demy llevó a su Lola de Nantes a Los Ángeles en ‘Un estudio de modelos’ (1968), una amarga actualización del personaje. Su nombre era Françoise Soria Dreyfus, pero Anouk Aimée es un nombre mítico y misterioso.
