sufrió violencia y ganaba 600 dólares la hora hasta que un consejo le cambió la vida

La iglesia y la música son parte de la vida. Dina prácticamente desde que nació. El primero de los dos, según destacó, le trajo un sinfín de problemas: desde una relación tóxica con violencia de genero involucrada hasta la separación de sus padres. Pero también la ayudó con su talento innato para cantar géneros como gospel, soul, jazz y blues, que hoy se convirtió en su forma de poder alimentar a Tiziano, su hijo de 4 años.

“Comencé a cantar en la iglesia cuando tenía 8 años, canté en escenarios durante toda mi adolescencia”, dijo Dina Indarte sobre sus primeros vínculos con la música y su primer contacto con artistas como Tina Turner y Whitney Houston.

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A medida que desarrolló su talento para el canto, las cosas empeoraron en la iglesia cristiana que sus padres -ambos pastores- tenían en la localidad bonaerense de Banfield, Partido de Lomas de Zamora. “No me gustó el tipo de enseñanza”, dijo Dina, pero al mismo tiempo reconoció la gran cantidad de músicos que le permitió conocer.

Pese a ello, la iglesia no le causó problemas por sus enseñanzas o su filosofía de vida, sino por una persona en particular de la que se enamoró. A los 17 años conoció en la iglesia a quien un año y medio después se convertiría en el padre de Tizianosu único hijo.

“Estaba pasando por un momento familiar delicado con una pelea en mi casa y decidí mudarme con él. Fue todo muy rápido y muy traumático porque “A los pocos meses ya estaba embarazada”.relató.

Con el embarazo de Tiziano comenzaron Controles, agresión y toxicidad. quien era su socio en ese momento. El calvario fue tan insoportable como progresivo a medida que pasaban las semanas y los meses.

Dina canta en la estación Banfield. (Foto: TN/Nicolás González).

dina le dijo Tennesse eso “estar embarazada “Esta persona aún cometía violencia de género” y reveló que recibió desde empujones hasta cabezazos e insultos. Los argumentos podrían ir desde la ropa que vestía hasta privarlo de la oportunidad de trabajar.

“Me dijo ‘te apoyo’, pero no lo hizo por amor, sino fuera de control. Estar en casa todo el día con mi hijo estaba bien, pero necesitaba el dinero y quería salir al mundo”, explicó la joven.

Como ocurre en buena parte de las relaciones tóxicas, el padre de Tiziano -que prefirió no revelar su nombre- la abandonó en varias ocasiones, pero luego volvieron a estar juntos. En el medio estuvo la educación de Tiziano.

A la violencia anterior, durante y después del embarazo, se sumó una nueva: atacarla delante del niño que tienen en común. “Incluso cuando dormía, cuando era bebé, él me pegaba y mi hijo se despertaba llorando. Tampoco se ocupaba de cosas básicas para un bebé como limpiarlo o darle el biberón”.

Dina canta en la estación Banfield. (Foto: TN/Nicolás González).

Cuatro años y una pandemia después, decidió poner fin definitivo a la relación: “Teniendo pañales, me animé, me separé y lo denuncié”. La Justicia actuó con relativa rapidez y comenzó a imponer un perímetro para el padre del niño, que hoy vive en Córdoba.

Se abrió una nueva oportunidad en su vida, sobre todo porque empezó a tener la posibilidad de salir a trabajar, algo que en ese momento su pareja no le permitía. Junto a ello vino el problema económico, en un país en constante crisis.

Vendedora, telefonista en un call center, panadera y heladera fueron algunos de los trabajos que tuvo durante los últimos tres años y medio. En su gran mayoría ni siquiera podía pagar el alquiler y la comida de su hijo, hasta que encontró la oportunidad en la música.

De cobrar 600 dólares la hora a cantar en la estación de Banfield: la transformación de “la Whitney Houston del Rock”

Esa separación le llevó a conseguir un nuevo trabajo en un call center. Las condiciones no eran las mejores, pero el dinero la ayudó a mantener a su hijo: “Recuerdo que pude celebrar su cumpleaños”, recordó.

A las siete horas de trabajo diario se sumaron tres horas de viajes de ida y vuelta con horarios complejos: “Tenía horarios que eran desde las 4 de la mañana hasta las 3 de la tarde cuando llegaba a mi casa.. Estuve fuera entre 10 y 12 horas, así que tuve que pagarle a una niñera”.

Tiempo después dejó el call center y para octubre del año pasado ya trabajaba en una heladería en el partido de Lanús. Las condiciones mejoraron, pero lo que empeoró drásticamente fue su salario: “Me pagaban 600 dólares la hora y no era sólo para mí: 300 dólares eran para la niñera de Tizi y 300 dólares para mí”.

“Eran turnos de cuatro horas, así que ganaba 2.400 dólares al día, lo que no alcanzaba ni para comprarle leche”.. “Comía fideos con aceite porque ni siquiera podía permitirme comprar queso”.

Dina le canta a la gorra y a veces la contratan para los cumpleaños. (Foto: TN/Nicolás González).

La separación de sus padres, sumada a otros problemas personales, acabó llevándole a dejar ese trabajo. En la desesperación del momento tomó la decisión: “Es mi momento, necesito salir a cantar, exponerme y conectarme con la gente”, dijo.

Una invitación para hacer karaoke en un bar poco conocido de Llavallol la llevó a conocer a Karim, un ingeniero de sonido local. Al ver su talento, la convenció de salir y la arrojaron a la piscina llena de sueños musicales.

El primer intento fue en Calle peatonal Lapridadel partido de Lomas de Zamora, donde Karim se hizo cargo de todo: “Trajo una batería de auto, la conectó y puso la consola. Jugué media hora y gané $7000.. Vi el límite y pensé que podría ganar este dinero mejor que trabajando en cualquier otro lugar”.

“Era mejor que trabajar 12 horas en un empleo, cobrar la mitad del tope”, señaló Dina, sobre lo que estaba pensando en ese momento. Fue entonces que decidió buscar un locutor en una plataforma de compra y venta, e invirtió prácticamente todo lo que había ganado en su talento: “Costaba $5,000 pesos y venía con cable y micrófono, era muy pequeño”.

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Con esas armas apareció sola en el túnel de la estación Banfield, la que conecta la calle Vergara con la calle Alem y la que había recorrido durante toda su vida. “La elección del lugar es por mis raíces, es donde siempre he estado”.

Esa primera vez el éxito fue rotundo: “Gané 40.000 dólares en dos horas”, él recordó. Su emoción fue tal que la repitió varias veces en unos días: “Fue venir a la estación, cantar y volver a casa a comprar yerba, azúcar y otras cosas. Tampoco arrojó mantequilla al techo”.

Entre temas de Whitney Houston y algunos covers en español, Dina fue ganando popularidad entre los vecinos de Banfield. “La gente empezó a grabarme, muchos querían que me hiciera viral. Incluso me llamaron ‘el Whitney de Banfield’”dijo entre risas la joven, quien reconoce que hoy no hace “ni la mitad” de lo que hizo aquella primera vez, pero que ahora tiene muchas otras oportunidades.

“Me empezaron a contratar para cantar en cumpleaños y bodas. Empezaron proyectos mucho más serios”, reveló el oriundo de Banfil, quien continúa yendo al menos dos veces por semana a cantar a la emisora. Hoy ya lo hace con un nivel de profesionalismo -sobre todo a nivel técnico- mayor que entonces: “Una amiga me donó un altavoz que suena mejor y mi padre me prestó un micrófono de la iglesia”.

“Crecí con esa música, escuchando a Tina Turner y Whitney Houston”, dijo Dina a TN. (Foto: TN/Nicolás González).

Dina explicó que lo que gana en la estación de Banfield le alcanza para “comer, pagar los gastos del Sube y Tizi” y que entre los hechos y la ayuda de Karim -su ahora manager y amigo- paga el alquiler y los gastos mensuales.

En ese sentido, contó cómo es la dinámica económica: “Veo cuánto se ganó en la gorra, veo lo que me falta en casa y trato de comprarlo. Principalmente son cosas del día, papel higiénico o pasta”.

“A veces Ahorro $3,000 o $5,000 del sombrero y los junto para llegar a $11,000 y comprar los zapatos de jardín de Tizi. Para estar cómoda durante el mes, debería cumplir 3 o 4 cumpleaños al mes o venir a la estación cinco veces por semana”, explicó Dina.

Lejos de alejarse de la calle donde vio -y ve- nacer y crecer su carrera musical, mantiene los pies en la tierra: “Desde chica me he visto en el escenario y lo voy a lograr. Pero si no se consigue, trabajaré en otra cosa y seguiré adelante. La música me salvó y cantar en la calle es otro nivel, tengo confianza en lo que hago”.

Dina sueña con

Dina sueña con “llenar la cancha de River”. (Foto: TN/Nicolás González).

Su motivación no es económica, sino por su hijo, por la pasión de cantar y por lo que genera en las personas. “La gorra me salvó. La gente llora cuando canto, me abrazan. Ella me desenganchó de lo que me estaba pasando emocionalmente. No tiene precio estar cantando en la calle y que la gente, que también lo pasa mal, se emocione”.

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A su lista de 20 canciones que varía con los días, sigue sumando artistas e incluso acepta recomendaciones del público de Línea Roca: “A veces me recomiendan canciones y les pido que vengan la semana que viene así lo tengo preparado”.

Sobre su estilo musical original, dijo: “Crecí con esa música, escuchando a Tina Turner y Whitney Houston. Siempre me gustaron esos tonos gospel. Quiero cantar la música que me gusta y que siento transmite. Me gusta que sean temas difíciles, eso lo disfruto”.

Finalmente, reconoció su sueño en términos musicales: “Hoy me conformo con un teatro, pero “El sueño que persigo es llenar la cancha de River”..

 
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