De Sorolla a Picasso, el Prado muestra el gran arte social español del cambio de siglo

Durante un tiempo fue descartado como una de las “enfermedades graves” de la “pérdida” que sufrió el arte a finales del siglo XIX. Hoy, sin embargo, la pintura social de aquella época protagoniza la gran exposición estacional del Museo del Prado con 300 obras que muestran cómo por primera vez la vida cotidiana se convierte en objeto de arte. El mundo de las fábricas, incluidos los accidentes mortales y las huelgas. Emigración masiva a América, especialmente a Cuba y Argentina, 400.000 personas sólo en la última década del siglo. Hospitales y enfermedades.

La exposición reúne obras de Picasso, Sorolla, Rusiñol, Mir, Nonell, Anglada-Camarasa y Romero de Torres

Pero también la investigación científica y la religión, las escuelas e incluso la prostitución, que sustituyeron a la pintura histórica en boga hasta entonces. Y eso se refleja en pinturas que muchas veces son de tamaño enorme, impactantes. Algunas vinieron de fuera, como las deslumbrantes El regreso de la pesca , de Sorolla, del Museo de Orsay. Pero muchos otros pertenecen al propio Prado, aunque apenas se exhibieron hasta 2021.

‘El regreso de la pesca’ (1894) de Joaquín Sorolla, en la exposición del Prado

Wikipedia

Una situación que cambia radicalmente con Arte y transformaciones sociales en España (1885-1910) , una exposición patrocinada por BBVA que recorre 25 años en los que se produjeron fuertes cambios sociales, entre ellos la derrota de 1898. Una época que en política comienza con cinco años de gobierno liberal tras el pacto entre Cánovas y Sagasta por la muerte de Alfonso XII y que concluye con otro liberal, José Canalejas, cuyo asesinato, reconstruido en un cortometraje de 1912, cierra la exposición. Y la exposición recuerda cómo el gran cuadro del momento -hay cuadros impresionantes de Picasso, Rusiñol, Nonell, Regoyos, Gutiérrez Solana, Mir, Anglada-Camarasa, Romero de Torres o los hermanos Jiménez Aranda- convivieron, reaccionaron y también alimentado de las nuevas artes, desde el cartel hasta la fotografía y el cine.


‘Una huelga obrera en Vizcaya’ (1892), de Vicente Cutanda, en ‘Arte y transformaciones sociales 1885-1910’, en el Museo del Prado

Museo del Prado

De hecho, cada sala tiene un pequeño mueble contiguo con fotografías y carteles que completan la imagen de época de cada uno de los temas tratados, incluida la floreciente fotografía erótica, de la que existen numerosos ejemplos, como los muestrarios que Antoni Esplugas tenía en su gabinete en 1890 para que los clientes pudieran seleccionar las “imágenes galantes” que deseaban comprar. Imágenes cercanas a cuadros de quejas como Trata de blancas por Sorolla, o la bestia humana de Fillol, pero también a escenas más urbanas, como La espera (Margot) por Picasso.


Muestras de fotografías eróticas de Antoni Esplugas i Puig

Colección Domènech-Ballester

Y la exposición, comisariada por Javier Barón, responsable del área de conservación de pintura del siglo XIX del Prado, recorre la diversidad del momento. el cuadro enorme Una habitación de hospital durante la visita del médico jefe. de Luis Jiménez Aranda, medalla de honor en la Exposición Universal de París de 1889, marca el inicio de un naturalismo temprano influido por Velázquez que acabaría siendo sustituido a principios de siglo por una mirada más expresiva a la cuestión social, influida tanto por del Greco así como de las transformaciones del resto de Europa, y que quedarían ejemplificadas en Darío de Regoyos, Nonell, Anglada-Camarasa, Gris y, por supuesto, Picasso.

Vertical

‘Estudio gitano’ (1906), de Isidre Nonell

Colección Masaveu

“Algunos de los grandes artistas españoles dieron sus primeros pasos en este tema”, recuerda Miguel Falomir, director del Prado, quien destaca que este arte social “tuvo una presencia en la sociedad como no podemos imaginar, fue el momento antes de convertirse en producto”. .” para autoconsumo para profesionales y coleccionistas.” “Los artistas – concluye – tuvieron crítica y público muy presentes, participaron en grandes exposiciones nacionales, y sus obras resonaron en la gente, muchas fueron objeto de vivos debates en la prensa y la sociedad. “Mucho de eso se ha perdido con un arte más endogámico, encerrado en circuitos, uno de los caminos que toma el arte en el siglo XX”.

Horizontal

Embarque de emigrantes a Sudamérica en el puerto de Barcelona (1910), de Frederic Ballell Maymí

Archivo Fotográfico de Barcelona

Masas de españoles emigrando a Argentina

En la muestra, la sección la emigracion impresiona. Para pinturas enormes como Emigrantesde Ventura Álvarez Sala, decenas de personas subiendo una escalera en medio del mar con mantas, bebés, petates y maletas desde un pequeño barco hasta un transatlántico para el que el puerto de Musel en Gijón aún no estaba adaptado en 1908.
Fotos como la de los 3.823 emigrantes hacinados en la Heliópolis que, atracado en Málaga, deben llevar a Hawaii, según un diario de la época, “además de un número habitual de chicas muy atractivas”, sacerdotes, concertistas e incluso secretarios de tribunales.
Y sobre todo llama la atención los expedientes de control migratorio de Argentina, en cuyas fotos se muestra a los necesitados españoles recién llegados con referencias como “clandestinos y sin documentos”. Algunos fueron “redireccionados” por enfermedades como el tracoma o por no tener familia en el país, como una mujer de Vigo y sus tres hijos. Las mujeres solteras embarazadas también fueron devueltas porque serían una carga para la nación.

 
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