El “feo” edificio de Retiro que rompe el estilo de los palacios clásicos y el mito de fortaleza en pleno 9 de julio

El “feo” edificio de Retiro que rompe el estilo de los palacios clásicos y el mito de fortaleza en pleno 9 de julio
El “feo” edificio de Retiro que rompe el estilo de los palacios clásicos y el mito de fortaleza en pleno 9 de julio

Treinta y cinco años después de su inauguración, el Embajada de Brasil Sigue provocando curiosidad, despertando opiniones contradictorias, provocando. Al fin y al cabo, son las reacciones generadas por el Movimiento Moderno y, más concretamente, por el brutalismo. De hecho, hace unos años, una encuesta reveló que los porteños eligieron la Biblioteca Nacional Clorindo Testa como el edificio más feo de la Ciudad. ¿Es feo nuestro gliptodonte cultural?

En otra escala, el barrio de Retiro tiene su propio ejemplo brutalista, un edificio que brilla tanto por fuera -con sus voluptuosos balcones llenos de verdor- como por dentro. Ubicado en Cerrito, entre Arroyo y Juncal, fue diseñado en 1976 por el carioca Olavo Redig do Campos y construido por el prestigioso estudio argentino SEPRA. La inauguración oficial fue en 1989 y es el sede de la cancillería de la embajada de Brasil.

En esta zona de la ciudad, rompe el estilo clásico, dominado por edificios como la Embajada de Francia, la residencia del propio embajador de Brasil -el Palacio Pereda, en la calle Arroyo-, y todas las obras que conforman el APH 30 Avenida Alvear, Zona de Protección Histórica, entre Callao y Libertad. Desde la sede del Jockey Club, pasando por las residencias Hume y Lloubet.

La embajada de Brasil es el único trabajo de Campos en el país; Durante 30 años dirigió el “Servicio de Conservación del Patrimonio del Ministerio de Asuntos Exteriores”. Por ello diseñó este edificio, además del de Washington (Estados Unidos), y las residencias diplomáticas en Beirut (Líbano) y Dakar (Senegal).

Los balcones – maceteros del edificio Olavo, donde funciona la Embajada de Brasil. Foto Luciano Thieberger

Sin duda, una de las principales características del edificio es la Siete niveles de balcones. Simulan enormes macetas, a modo de macizos de flores, de las que destaca un follaje que cambia a lo largo del año, más o menos denso, según la estación.

Los balcones no son transitables -sólo puede acceder a ellos el personal de mantenimiento, con arneses de seguridad- y, efectivamente, tienen maceteros gigantes que copian la forma del balcón. Y algunas de esas vasijas tienen inquilinos ilustres: En ellos se posaron las aves rapaces que deambulan por el 9 de Julio.

El verde, en los balcones. El resto, concreto. Foto de : Luciano Thieberger

Como ocurre con cualquier edificio que se precie de importante, tiene su propio mito, alimentado por la época en la que fue diseñado: muchos dicen que su fisonomía responde a la idea de convertirlo en una fortificación. Proteger a la delegación de cualquier ataque, por eso muchos lo ven prácticamente como un refugio, de fachada inexpugnable.

Sí, todos en la embajada conocen esta historia, pero no hay documentación que respalde la versión; pero tampoco negarlo.

En diálogo con ClarínRaúl Juste Lores –periodista brasileño, escritor y autor del libro “San Pablo en las Alturas”- brindó información sobre el autor del edificio: “Olavo era un profesional muy detallista, sabía profundamente lo que querían y necesitaban los embajadores y trabajadores. de la Cancillería. También tenía un cargo de alto rango, no era un burócrata. Desempeñó tareas fundamentales en el equipo que diseñó el Palacio de Itamaraty en. Brasilia, junto a Oscar Niemeyer y otros arquitectos importantes”.

Como funcionario de gobierno, Olave “tenía una tarea innovadora, Fue un pionero. Imaginemos que César Pelli hubiera sido contratado por el Estado para diseñar embajadas en todo el mundo. Y así representar la arquitectura de un país en el extranjero”, compara.

El edificio de la Embajada de Brasil fue inaugurado en 1989. Foto Luciano Thieberger

En el caso de la embajada, “proyectó un edificio entre medianeras, que se adaptaba a los vecinos y aportaba una imagen homogénea. De alguna manera el edificio dialoga con el entorno, con el contexto. Sin embargo, no buscó similitudes con la casa noble y neoclásica que es el Palacio Pereda. Piensa en un edificio funcional para trabajar, moderno y sencillo. Y deja reflejado en la embajada el lenguaje de la arquitectura brasileña de los años 60 y 70. Y agrega verde, mucho verde a las jardineras, un color que representa a Brasil”, describe Lores.

Al igual que la Casa del Arroyo, la fachada de la embajada está hecha de hormigón martillado. Magalí Marazzo, quien estuvo a cargo de la casa museo de Mar del Plata durante su restauración, explicó a Clarín de qué se trata el revestimiento del edificio: “Una vez retirada la madera que conforma el encofrado, el molde donde se vierte el hormigón fresco, el cemento queda liso. En aquellos años, con un martillo, a mano, se limpia la superficie del hormigón ya seco para que quede al descubierto la piedra que lo conforma. Dependiendo de la piedra que tenga se ven colores o no. En la Casa del Arroyo, Amancio Williams usó piedras azules, blancas y rojas”, explicó.

Vista del 9 de Julio desde el edificio de la Embajada de Brasil. Foto Luciano Thieberger

Él Planetario de Buenos Aires tiene un acabado similar en la fachada, pero las piedras son blancas. Ahora este trabajo ya no se hace manualmente, sino mecánicamente. “Siempre digo que más allá de los gustos personales, la arquitectura representa una época estética. Puede que te guste o no la Embajada; Puede que te guste o no House on the Stream. Pero el valor que tienen es lo que representan para el momento en que fueron construidas”, explicó Marazzo.

Clarín recorrió el interior del edificio gracias al esfuerzo del Sector de Diplomacia Pública; Sin embargo, de momento no están previstas visitas guiadas para el público en general.

En la planta baja hay un muro que ocupa todo el ancho del terreno, con una obra del artista plástico Athos Bulcão. El carioca, fallecido en 2008, es reconocido por su trabajo en algunos de los edificios más importantes de Brasilia. Trabajó aportando su arte a muchos edificios firmados por Niemeyer.

La obra de Athos Bulcão; Ocupa el ancho del terreno de la Embajada de Brasil. Foto Luciano Thieberger

Los colores de la bandera en la obra de Athos Bulcão en la Embajada de Brasil. Foto Luciano Thieberger

En la embajada, el trabajo realizado con azulejos se refiere a los colores de la bandera nacional. El Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil tiene 17 obras de este artista, entre Brasilia y embajadas en otros países.

En Brasilia, obra de Athos Bulcão en la fachada de la Capilla Nuestra Señora de Fátima, del arquitecto Oscar Niemeyer. Foto cortesía de la Fundación Athos Bulcão

Como sabes, en el mismo bloque hay dos edificios pertenecientes al estado brasileño: la sede de la cancillería en la calle Cerrito, y el histórico edificio de la embajada, en la calle Arroyo. Ambos edificios están comunicados a través de rampas subterráneas que son también las rampas de estacionamiento a las que sólo acceden funcionarios de alto rango.

La escalera de acceso al jardín del Palacio donde reside el embajador de Brasil. Foto Luciano Thieberger

En superficie, lo que une ambos edificios es un parque que originalmente fueron los jardines del Palacio Pereda.

La fachada “oculta” de la Embajada de Brasil, la que da al corazón de la manzana. Foto Luciano Thieberger

En las antípodas del edificio brutalista, este palacio Representa lo más clásico de la arquitectura dominante entre finales del siglo XIX y principios del XX. Los propietarios –Celedonio Pereda y María Justina Girado– encargaron la obra al arquitecto Louis Martin, con un pedido específico: que fuera similar al museo parisino Jacquemart-André.

El Palacio Pereda, desde la calle Arroyo, donde vive el embajador de Brasil en Argentina. Foto de : Luciano Thieberger

Cuenta la leyenda que Martín no habría podido satisfacer a la pareja -concretamente con el diseño de unas escaleras interiores-, por lo que fue despedido y la obra la completó uno de los arquitectos más famosos de la época, Jules Dormal; El belga estuvo a cargo de la obra final del Teatro Colón.

En 1943 fue adquirida por el gobierno brasileño. Es la residencia del embajador Julio Glinternick Bitelli y su familia. También funciona el Espacio Cultural, al que se accede por Arroyo 1142. Las actividades, agenda y horarios de visita de este espacio -no implica ingresar a otros lugares del palacio- pueden consultarse en la cuenta oficial X: @BrasilBaires

Por estos días hay una intensa actividad cultural, que incluye también una importante exposición de la artista plástica Rosana Paulino en el Malba. A esto se suma la participación de Brasil en la próxima Feria del Libro y en el BAFICI, con 9 películas brasileñas.

Las aberturas de la fachada interna de la Embajada de Brasil en Buenos Aires. Foto Luciano Thieberger

Similitudes, en la entrada del edificio de la Embajada de Brasil en Buenos Aires. Foto de : Luciano Thieberger

Acceso al auditorio de la Embajada de Brasil. Foto de : Luciano Thieberger

 
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