Luis Sáez (Murcia, 1968) se define como “fotógrafo de viajes”, y también fotógrafo de reportaje, que casi por casualidad o por deslumbramiento había visto las tierras secas de su tierra natal, Murcia, pero también de Almería, “tan histórica y fotografiada”, y de Granada. Entonces, después de haber hecho muchos reportajes y proyectos concretos, sobre el río Ganges, por ejemplo, decidió hacer un reportaje documental sobre los desiertos de España. Y ese es el título de la exposición que inauguró ayer en la sala Odón de Buen del Museo de Ciencias Naturales, del Paraninfo, dirigida por José Ignacio Canudo: ‘Los desiertos de España’.
“Pasaron dos cosas: primero, noté que el tema de alguna manera me interesaba y casi me perseguía; segundo, Vi una fotografía en una web de los barrancos de Barrachina, y ahí empezó todo. Decidí iniciar la obra en aquel lugar de Teruel. Instalé allí mi campamento base durante tres días y así empezó todo”, afirma el fotógrafo, que ahora emprende un nuevo proyecto: un reportaje sobre Pakistán, centrado en el paisaje y el ser humano.
“La foto que me gusta es la que tiene varios focos de atención, lo que puede parecer confuso”
“Aragón está ligado a mi vida. Mi padre fue soldado aquí y me contó muchas cosas de Jaca, de los caballos, de los distintos paisajes. Aragón es especial: es dueño de todos los paisajes, y se ve, por ejemplo, en los campos de Alfambra, en los surcos de Jaulín o en las visiones de los Monegros”, afirma. En su ‘pantone’ o inventario de la naturaleza hay de todo: las tierras secas de Andalucía y las montañas de Guadix con sus casas blancas; lugares como Las Médulas de León, “trabajadas por el hombre para extraer oro”, revela José Ignacio Canudo; lugares que evocan paisajes marroquíes, volcánicos o los paisajes de John Ford; el siempre atractivo Cabo de Gata con sus rocas y playas. “¿Qué estoy buscando? Aunque parezca extraño, busco la belleza. En el desierto, en el páramo, en la llanura, también hay belleza. No está sólo en el paisaje de ríos, bosques, humedales o montañas. Quiero que eso se vea. Y entonces la preocupación queda latente: el desierto avanza. Así es como es. Cada vez llueve menos. “A veces, en algunas explotaciones intensivas, no nos damos cuenta de cómo maltratamos el paisaje”.
“Hago fotografía documental y apenas edito. Tengo un Photoshop básico. No estoy interesado en hacerlo. ¿Qué tipo de fotógrafo documental sería si creara realidades que no existen?
Luis Sáez asume una doble paradoja: cuando pintaba le decían que sus cuadros parecían fotografías. Ahora que fotografía, le dicen que sus fotografías parecen pinturas al óleo. “La foto que me gusta es la que tiene varios focos de atención, lo que puede parecer confuso”. Se planta ante la foto de Barrachina y revela todo lo que hay –además de armonía, textura, cromatismo, relieve, sensación de verdad-: un árbol seco, que proyecta su esqueleto de ramas; un cielo azul, radiante y matizado; un leve cerro, como raspado de asperezas y, por supuesto, el barranco, asombroso, con sus tonos, pulidos por el tiempo y abisales; e invisible brilla un sol de justicia.
“He viajado a más de 70 países y sin intención de volver a casa, quiero decir una cosa: no he visto ningún país con paisajes y accidentes tan diferentes como los de España”, declara. El fotógrafo, que recuerda que ha estado intentando conocer cada vez mejor Aragón y comprobar ‘in situ’ impresiones de su padre, explica su poética: “Hago fotografía documental y apenas edito. Tengo un ‘photoshop’ básico. No estoy interesado en hacerlo. ¿Qué tipo de fotógrafo documental sería si creara realidades que no existen?
Las fotos hablan por si solas. La de Alfambra, con cierta licencia visual, podríamos decir que nos hace pensar en las pinturas de la Escuela de Vallecas. La exposición ‘Los Desiertos de España’ permanecerá abierta al público hasta el 29 de junio.
