El 18 de marzo de 1923, un grupo de escritores de vanguardia y jóvenes artistas como Luis Buñuel. Salvador Dalí, Federico García Lorca o Rafael Alberti fundaron la Orden de Toledo en Venta de Aires. Un grupo de amigos que supo captar la realidad paralela de la ciudad de las tres culturas para dejarse llevar, evadirse, soñar, divertirse, aprender y, sobre todo, disfrutar.
La Orden fundada por el cineasta Luis Buñuel el día de San José, incluía, con todo el sarcasmo que le caracterizaba, preceptos básicos como deambular por Toledo toda la noche, borracho y en completa soledad, no lavarse durante la estancia, ir a la ciudad una vez al año, amar a Toledo por sobre todas las cosas o velar por la tumba del cardenal Tavera.
Esa misma esencia de jóvenes, entonces desconocida, supo contagiar a los más cercanos intelectuales y artistas de la generación del 27, dando origen a la intelectualidad del siglo XX. Así, poco a poco, el número de ‘Caballeros de la Orden de Toledo’ con la llegada de Federico García Lorca, Dalí y Rafael Alberti, entre otros.
La historia y la incertidumbre de la ciudad fue el aliciente para que estos miembros de la orden caminaran por las calles de Toledo bajo lo que Buñuel calificó como “una belleza que desprende atmósfera.
---La fiesta, en un estado rayano en el delirio, alimentada por el alcohol, caracterizó la presencia de estos señores en la ciudad imperial. En sus rutas era costumbre almorzar en tabernas, siendo su favorita Venta de Aires, donde siempre pedían “tortilla a caballo (con cerdo), una perdiz y vino blanco de Yepes”. Luego había que pasear por la ciudad para “amar Toledo sin reservas, emborracharse al menos una noche entera y deambular por las calles”. Una aventura que terminó en la Posada de la Sangre –situada junto a la Plaza de Zocodover–, como lugar de estancia.
El Almacén de ventas de Airesun rincón acogedor y misterioso, donde floreció esta Orden, “que aún mantiene la esencia de la época que evoca sentimientos y sensaciones especiales a quienes tienen el privilegio de visitarlo”, señalan desde el propio restaurante.
Desde entonces, Venta de Aires ha sido y sigue siendo “un nexo de unión entre el arte, la cultura y la historia de la ciudad de Toledo. Tú indefinible”.