La cantante Madonna se presentó en un concierto gratuito único dentro de su The Celebration Tour en Sudamérica.
Foto: EFE – André Coelho
La artista estadounidense de 65 años cerró The Celebration Tour en una noche calurosa, en la que derrochó energía y mezcló música con performance, cabaret y danza. Pasadas las 22.30 hora local, llegó al escenario de 800 m² a través de una larga pasarela elevada desde el emblemático hotel Copacabana Palace, donde se aloja desde que llegó a la ciudad el lunes. Su interpretación de “Nothing Really Matters”, un himno a la resiliencia, fue el comienzo de una brutal explosión de energía.
“¡Aquí estamos, Río, el lugar más hermoso del mundo!” saludó la diva, que hizo llorar de emoción al público que se esperaba alcanzara el millón y medio. “Holiday” la ayudó a recordar sus inicios, cuando llegó a Nueva York con 35 dólares en el bolsillo, pero “con un sueño”. Con decenas de cambios de decorados y vestuario, luces espectaculares y multitud de pantallas gigantes a lo largo de la playa, Madonna demostró su infinita capacidad de innovación.
Pasó de colegiala en minifalda a católica irreverente con su capa negra mientras cruces luminosas circulaban a su alrededor, en “Like a Prayer”, canción que le costó la excomunión de la Iglesia católica. En “Live To Tell” rindió homenaje a las víctimas del SIDA, incluidos Freddie Mercury y el legendario músico brasileño Cazuza. Siguieron simulaciones de masturbación y mandalas humanos de bailarines que emitían sensuales gemidos sobre música electrónica…
Porque la erótica Madonna tuvo un papel predominante incluso cuando agradeció a Rio, “que ama hasta mi ‘coño’”. Y la siguió la madre de Madonna, a quien presentó con orgullo a su hija Mercy James mientras tocaba el piano.
El tributo de Madonna a Brasil
El amor de la reina del pop por Brasil tuvo su momento, primero con Anitta, la reina del funk, el género de las favelas de Río. Ambas compartieron número como jueces de un desfile de bailarinas de “Vogue”, entre ellas Estere, otra de las hijas de Madonna. Sin embargo, Anitta no cantó. Lo hizo el otro invitado local, el cantante drag Pabllo Vittar, que subió al escenario junto a un grupo de chicos que tocaban la batería.
Llegó el turno de “Music”, que Madonna cantó mientras agitaba la bandera ‘verde y amarilla’. Un final épico, con una mezcla de “Billie Jean”, de Michael Jackson, y “Like a Virgin” puso la guinda al pastel, que Madonna colocó exultante, y sudorosa, casi dos horas y media después del inicio.
El beso sorpresa de Madonna
La cantante sorprendió aún más durante su actuación al compartir un beso con uno de los bailarines que acompañó a la estrella en su actuación. La estrella agarró su rostro y lo besó durante varios segundos, para luego continuar con su show.
El momento recordó la ocasión en que Madonna besó a Britney Spears durante los MTV Video Music Awards (VMAs) en 2003. En aquella ocasión, la reina del pop también besó al cantante Cristina Aguileraun momento que apareció menos tiempo en la transmisión en vivo.
Desde que el éxito de 1984 “Like a Virgin” la catapultó a la escena internacional, Madonna ha lanzado un álbum cada dos o tres años y hoy es considerada una de las más grandes artistas pop de todos los tiempos. El megaconcierto, en cuya producción participaron miles de personas, costó 60 millones de dólares, 17 de ellos provenientes del caché del artista, según medios locales. Se trata de una apuesta económica de Río de Janeiro, que inyectó 4 millones de dólares de los 12 millones que cuesta la producción.
Las autoridades estiman que el espectáculo aportará 60 millones de dólares a la economía local, con una ocupación hotelera inusual para la época y cientos de restaurantes y comerciantes haciendo su temporada extra. Pero, sobre todo, saben que acoger el mayor concierto de Madonna pasará a la historia. Y eso no tiene precio.
