Estoy bien, mi perro está bien.

Estoy bien, mi perro está bien.
Estoy bien, mi perro está bien.

El vínculo que establecemos con nuestras mascotas, especialmente con los perros, es, sobre todo, emocional. Tanto es así que los perros pueden cambiar su estado de ánimo cuando están cerca de los humanos. Si nos ven tristes, estarán tristes. Si nos ven felices, lo estarán más. Hace unas semanas la Universidad de La Rioja ofreció el taller ‘Bienestar emocional con tu mascota’ a alumnos, profesores y personal administrativo con el objetivo de mejorar la calidad de vida y la comunicación con el animal doméstico.

Y, en general, nos comunicamos mal con nuestro perro, creyendo que sólo porque le hemos enseñado a sentarse o a dar la patita ya nos entiende. «Al perro no le importa si le dices ‘siéntate’ o ‘bolonia’, asocia un sonido a una conducta que tiene recompensa. Normalmente les hablamos mal, con mucha información, como hablamos entre personas, cuando deberíamos ser más ‘blancos y negros’”, advierte Ana Rodríguez, educadora canina de Dejando Huella y que impartió el taller de UR. “Puede haber un entorno social en el que el perro pueda entendernos si nos dirigimos a él, pero debemos ser más específicos si queremos algo”, afirma Ana Rodríguez.

“Al perro no le importa si le dices ‘siéntate’, asocia un sonido a una conducta que tiene recompensa”

Ana Rodríguez

Dejando una marca

«He descubierto que los perros sólo ven en azul y amarillo, lo cual me ha llamado la atención»

Agatha Amilburu

estudiante de matematicas

«Ahora entiendo que cada dueño debe estar interesado en conocer y comunicarse con su perro»

Elena Undiano

Estudiante de Estudios Ingleses

De hecho, aunque los humanos nos comunicamos, sobre todo, verbalmente, con los perros el lenguaje corporal es más significativo. El tono con el que hablamos también influye, incluso cuando los humanos escuchamos un idioma que no entendemos, nos ayuda a entender el mensaje. “Decirle ‘no’ constantemente al perro no es efectivo, sin embargo, si en un momento dado va a subir a la mesa a comer un filete, hay que ser tajante y decirle ‘no’. El perro lo entiende”, explica Rodríguez.

“El lenguaje corporal puede reforzar, un movimiento del cuerpo puede ser una señal para ellos”, explica Rodríguez. Pero la comunicación tiene dos direcciones y el humano también debe entender al animal, saber leer sus señales, algunas tan comunes como rascarse como señal de nerviosismo o bostezar como síntoma de aburrimiento.

«Si vivimos en la ciudad, probablemente no nos demos cuenta de lo hostil que puede ser para los perros, lleno de olores y ruidos fuertes y desagradables, algo que, como los movimientos rápidos, les estresa, y ellos nos transmiten ese estrés a nosotros. O al revés”, explica Rodríguez. Por eso es muy importante algo tan aparentemente banal como la forma en la que sujetamos la correa. A través de él, como si de un cordón umbilical se tratara, podemos transmitir inseguridad, nerviosismo o calma, según cómo lo sujetemos, ya sea con tensión o con firme delicadeza.

Elena Undiano, estudiante de Filología Inglesa y propietaria de dos gatos, se apuntó al taller por sus ganas de tener y conocer perros. “Ahora entiendo que todo dueño debería estar interesado en conocer y comunicarse con su perro”, reconoció Elena. Y Ágatha Amilburu, estudiante de Matemáticas e Ingeniería Informática, vino con su perra Ona a aprender. “He descubierto que los perros sólo ven en azul y amarillo, lo cual me ha llamado la atención”, reconoció Ágatha Amilburu.

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