Libros
Abrir un libro es observar el mundo y viajar de una tierra a otra en busca de sus olores, colores y sabores. En el primer párrafo de la historia de Metamorfosis, vemos a Gregorio Samsa convertido en un enorme insecto incapaz de moverse de su cama, asustado por su transformación. Franz Kafka quiso explorar el alma humana a través de la mente de un hombre horrorizado encerrado dentro de un cuerpo que ya no es el suyo. El náufrago Robinson Crusoe tuvo que levantarse de su naufragio e inventar palabras en soledad, superar su trágico destino. El capitán Ahab en Moby Dick persiguió a una ballena que le había arrancado una pata, no superó los límites de su cuerpo y quedó en él una eterna venganza que lo llevó a la muerte. En la Biblia presenciamos el asesinato de Abel por su hermano Caín, que es el instinto homicida del ser humano.
Sólo quien ha leído un libro puede vivir diferentes épocas y momentos de la historia. Para preservar la palabra escrita, los egipcios inventaron el papiro extraído de una planta que crecía en las profundidades del río Nilo, los griegos inventaron el pergamino con la piel de un animal en la ciudad de Pérgamo, los chinos fabricaron papel de arroz para escribir sus símbolos. . La primera epopeya de la historia de la humanidad es la de Gilgamesh de los sumerios que vivieron en la ciudad de Uruk en el actual Irak. Uno de los personajes de esta historia era un rey llamado Enkidu que quería ser inmortal.
Gracias a una tablilla de arcilla escrita en arcadio y encontrada en el actual Irak, pudimos leer la historia de Gilgamesh.
El mundo sin libros sería un lugar triste, sería un lugar sin palabras y sin historia. Johannes Gutenberg multiplicó los libros al crear la imprenta en 1440 en lo que hoy es Alemania. Con este gran avance se hicieron muchos ejemplares de obras importantes que se depositaron en las bibliotecas. Se trata de un gran avance de los Ptolomeos cuando crearon la biblioteca de Alejandría en Egipto y aprovecharon el papiro para registrar muchas obras.
Sin los libros no hubiéramos conocido la ciudad de Troya, ni el caballo de Troya, ni el viaje de Ulises a Ítaca. En el Sahara aprendí a escribir en una tabla de madera hecha con tronco de acacia, mi maestra escribía con un lápiz tintero mojado en carbón y grasa. Así aprendí a recitar mis primeros poemas en Hasanía. Recuerdo que en cada campamento de tiendas el maestro estaba rodeado de antiguos manuscritos escritos en suave cuero curtido.
Así, la humanidad ha ido curando la ignorancia, esa terrible enfermedad, a través de los libros y la lectura. El triunfo de la razón y la ilustración en Europa nacen en la mente humana a través de la palabra escrita. El poeta granadino Federico García Lorca decía en su localidad Fuente Vaqueros el 23 de abril sobre el libro:
“¡Libros! Libros. Aquí utiliza una palabra mágica que equivale a decir “amor, amor”, y que el pueblo debe pedir como pide pan o como anhela lluvia para sus cosechas. Cuando el célebre escritor ruso Fyodor Dostoyevsky, padre de la revolución rusa mucho más que Lenin, estaba prisionero en Siberia, lejos del mundo, entre cuatro paredes y rodeado de desoladas llanuras de nieve interminable, y pidió ayuda en una carta a a su familia lejana, sólo Él dijo: “¡Mándenme libros, libros, muchos libros para que mi alma no muera!” Tuvo frío y no pidió fuego, tuvo sed y no pidió agua, pidió libros, es decir horizontes, es decir escaleras para subir a la cumbre y al corazón. Porque la agonía física, biológica, natural de un cuerpo por hambre, sed o frío dura poco, muy poco, pero la agonía del alma insatisfecha dura toda la vida”.
