“La Habana de Fito” lo cambió todo

“La Habana de Fito” lo cambió todo
“La Habana de Fito” lo cambió todo

Nota del editor:Wendy Guerra es una escritora cubano-francesa y colaboradora de CNN en Español. Sus artículos han aparecido en medios de todo el mundo, como El País, The New York Times, Miami Herald, El Mundo y La Vanguardia. Entre sus obras literarias más destacadas se encuentran “Ropa interior” (2007), “Nunca fui primera dama” (2008), “Posando desnuda en La Habana” (2010) y “Todos se van” (2014). Su trabajo ha sido publicado en 23 idiomas. Los comentarios expresados ​​en esta columna pertenecen exclusivamente al autor. Ver más en cnne.com/opinion

El cine es una industria creativa que necesita muchas voces, brazos, ideas, recursos, permisos y coordinación en sus diferentes procesos de producción. Es una obra coral que, en sociedades cerradas, facilita la intervención del poder en su avance abusivo hacia la censura.

En una entrevista donde habla de su vida en el exilio, el director checo Milos Forman, ganador del Oscar, desaparecido en 2018, afirmó: “Prefiero un país libre y lleno de mal gusto a un país refinado, pero sin libertades (….) La censura es el peor de los males. Viví bajo un régimen totalitario en el que existía la presión de la censura ideológica. Ahora vivo en un país donde si hay presión es comercial. Sin duda prefiero esto último. En él deciden al menos miles de personas y no sólo una”.

“La Habana de Fito”, documental filmado en una azotea de la capital cubana, basado en la conexión del compositor e intérprete argentino con La Habana, la entrañable relación ideoestética y sentimental del pueblo y sus intelectuales con el cantautor. obra, cambia radicalmente la manera de afrontar el cine independiente en la isla, enfrentando la arbitrariedad del poder institucional hacia los creadores independientes.

Varios artistas e intelectuales cubanos fueron entrevistados sobre la huella de Fito en La Habana. Para mí ha sido muy interesante volver a la banda sonora de mi generación, revivir parte de esta historia que, a diferencia de muchas otras, ha tenido un final feliz. Ahora mismo se exhibe en el circuito de Cinépolis en Argentina.

Al respecto entrevistamos a su director Juan Pin Vilar.

-¿Cómo convenciste a Fito Páez para que contara su historia de La Habana de una manera tan abierta y descarnada?

-Realmente no tuve que convencerlo. Empezamos a hablar y teníamos las cámaras grabando. Fue material para nuestros nietos. Una sorpresa para el futuro. Y si hay confianza, entonces la conversación se desarrolla de forma muy natural, fluida, como siempre lo hicimos.

-¿Cómo fue el proceso de grabación y edición del documental? ¿Es un trabajo realizado independientemente de los organismos del Estado cubano?

-No es una obra ajena al Estado cubano, pero tampoco le pertenece. El Estado otorgó permisos para filmar. El proceso fue largo y difícil porque la moneda perdió el 40% de su valor en apenas unos días. La pandemia dificultó mucho el movimiento por la ciudad.

-¿Por qué la televisión cubana publica una copia de trabajo inacabada de “La Habana de Fito”? ¿Quién les autoriza a hacerlo? ¿Qué genera este evento dentro del universo audiovisual cubano?

-Sueltan una copia inacabada para castigarme. Estuvieron mucho tiempo peleando y como yo no acepté sus propuestas actuaron con arrogancia. En el proceso, dañaron la cadena de festivales del documental. Lo sabían porque se lo dije, pero actuaron de muy mala fe, en un país que ya no los apoya. (CNN pidió al Gobierno de Cuba su versión sobre la denuncia de Pin Vilar, pero hasta el momento no ha recibido respuesta.) Y la reacción del sindicato fue solidaria, pública, masiva y contundente. Es entonces cuando se producen encuentros que sacan a la luz toda una tradición de censura y exclusión que llena el vaso, y es en ese momento que se funda, nace la Asamblea de Cineastas Cubanos.

-¿Qué propone esta Asamblea? ¿Es esta la primera vez que existe una asociación de cineastas independientes en Cuba?

-La Asamblea se propone unir a los creadores de cine y romper fronteras ideológicas entre los cubanos, promoviendo la discusión abierta sobre muchos temas que involucran al cine, a los cineastas y a la sociedad. La dinámica de la Asamblea tiene mucho prestigio dentro de una parte considerable de la sociedad cubana, debido a su mayor desafío al poder: la transparencia. Es tan importante lo que representa la Asamblea que, dentro de ella, ya se pueden “leer” diferentes corrientes de pensamiento que participan de nuestras reuniones desde afuera, directa o indirectamente. El mundo de hoy está conectado en el tiempo y el espacio con Cuba y sus intelectuales. Desapareció la dilación, la exclusión como castigo por haber partido al exilio. Casi todo es inmediato. Y eso favorece a los servicios externos. Creo que algunos representantes son conscientes de este escenario y otros no. Por suerte, cada decisión está sujeta a estudio y votación abierta. Y aunque no es la primera asociación cubana que se intenta o crea, me parece que es la que más ha preocupado a las autoridades, porque es la que más la conoce y la que más expedientes conserva. y registros visuales.

-A pesar de todo ello, “La Habana de Fito” ha participado en varios festivales internacionales. ¿Qué ha pasado en Argentina con este documental?

-En Argentina, a nivel de prensa, llegamos a los principales medios. Hemos tenido muy buenas críticas, y para un documental, en un país que actualmente está patas arriba y con el cine como campo de batalla, lograr estrenar en un festival de cine independiente tan importante como el Bafici e inmediatamente después exhibirlo comercialmente es un logro. enorme. Exhibimos en 20 salas Cinépolis del país.

-¿Cuáles son las reacciones de la derecha y la izquierda argentinas ante las opiniones de Páez en el documental sobre la Cuba actual?

-El acrílico que quedó, envejecido, lo atacó fuerte. No se lo esperaban porque son ciegos y sólo ven como posible la realidad que ellos inventan. No es una izquierda que evoluciona. No perdonan a quienes no quieren seguir siendo cómplices de la ruina del país, ni del maltrato de los derechos individuales. En nombre de la no utopía no se puede ser cómplice de abusos o represión. La derecha se sorprende o le acusa de “llegar tarde” a lo que venían denunciando desde Stalin. Pero la derecha también tiende a inmovilizar la realidad, no le gustan mucho los cambios. Prefiere fomentar cierta ilusión antiperonista y Fito es un artista popular, que viene del pueblo. El choque no es sólo ideológico, es también un servicio a la sociedad.

-¿Cree que América Latina, y específicamente Argentina, conoce la situación del pueblo cubano?

-No pueden saberlo porque la imagen de Cuba está absolutamente hiperbolizada por los medios. Hay tanta necesidad de que algo suceda, tantas presiones de todo tipo para que se produzca cualquier cambio, que los medios han ido dibujando un país según líneas editoriales, criterios ideológicos, sensacionalismo y, muy raramente, moderación. Cuba es muchas realidades frustradas. Muchas realidades que cambiaron, una vez cambiadas, mueren olvidadas e insalvables. Recuerdo las fotos de los escaparates de las tiendas en la Navidad de 1958. Debajo del escaparate decorado con bombillas de colores y regalos, dormían mendigos en la calle. 65 años después, puedo tomar la misma foto, con los mismos mendigos, pero con los vitrales rotos, abandonados, sucios. Irónicamente, el balance actual del socialismo cubano es de dos épocas que contrastan y son similares: antes y después de 1959.

 
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