El escultor curioso y la cocinera inquieta – .

El escultor curioso y la cocinera inquieta – .
El escultor curioso y la cocinera inquieta – .

La escultura se llama ‘Encrucijada’, pero ese título serviría también para nombrar esta historia. Es el encuentro entre un chef aficionado al arte, Inaxio Muguruza, y un escultor hiperactivo que todavía se siente debutante a sus 74 años: el donostiarra Pedro Formáriz. Y El resultado, la gran obra de acero corten inaugurada este jueves en los jardines del hotel Atalaia de Irún, un establecimiento situado en otro cruce de caminos, en este caso literal, y regentado por Muguruza, “irunés nacido en Hondarribia”, como él mismo se define , en 1962.

La inauguración de este jueves mezcló en buena sintonía a chefs y artistas. Muguruza, que mantiene espacio en el recinto de su hotel para otras esculturas, como una de Jorge Oteiza, estuvo acompañada de sus amigos y compañeros Martín Berasategui, David de Jorge y el pastelero de Tolosa Rafa Gorrotxategi. Formáriz también invitó a artistas y amigos, y todos brindaron por esa fusión entre actividades no tan lejanas como los guisos y la creación artística.

LOS DATOS

  • La obra
    ‘Crossroads’ está fabricado en acero corten y descansa sobre una gran piedra procedente de una cantera de Igantzi.

  • el escultor
    Pedro Formáriz (San Sebastián, 1949) compaginó los negocios y el arte hasta hace siete años. Ahora se dedica exclusivamente a la creación en su estudio de Zuatzu.

  • El sitio
    Restaurante del hotel Atalaia de Irún.

“Soy aficionado al arte desde pequeño, pero primero tuve que dedicarme a ganarme la vida”, explica con humor Formáriz. «Terminé la carrera y me dediqué durante décadas a mi empresa de comercio exterior y a mi familia, aunque sin olvidar mi labor artística: mi primera escultura, ‘Tramontana’, situada en una cala de Cadaqués, la hice cuando tenía 28 años. Hace siete años vendí la empresa y decidí dedicarme a esto en cuerpo y alma. Tengo un estudio en Zuatzu y trabajo felizmente con mis dibujos y maquetas, pero todavía me considero un principiante.

El también escultor Aitor de Mendizabal resumió el estilo de las esculturas de Formáriz como “obras abstractas, de carácter geométrico, piezas móviles, piezas de acción”. «He expuesto en Madrid y Cadaqués, entre otros lugares, y ahora participo en una exposición colectiva en La Central, en el barrio donostiarra de Gros. “Ya tengo varios proyectos y encargos sobre la mesa, pero este ‘encrucijada’ supone un salto en mi trabajo.”

Naturalmente oxidado

Aquí entra en juego Muguruza: se conocían de antes y el chef, veterano aficionado al arte, le propuso a Formáriz crear una obra para los terrenos que rodean el hotel Atalaia, situado en una pedanía vinculada a la familia del chef. “Pronto vimos que la idea de ‘encrucijada’ era fundamental”, explica el artista. «En primer lugar, por la ubicación física: en segundo lugar, porque el arte y la cocina se cruzan, y en tercer lugar, por el encuentro entre Inaxio y yo.»

Han cuidado los detalles al máximo. Los dos coincidieron en que la gran obra, realizada en acero corten, debía descansar sobre una base natural, por lo que acudieron a una cantera de Igantzi, en Navarra, para buscar la piedra ideal. “Colocamos la escultura en el jardín hace unas semanas porque queríamos que se oxidara de forma natural, para integrarse mejor en el entorno”.

Y este jueves llegó la inauguración, con gente de la gastronomía involucrada en el arte, como Rafa Gorrotxategi y David de Jorge, o Berasategui, que siempre recuerda historias de cuando Oteiza visitó el viejo bodegón de Alejandro: otro cruce de caminos.

 
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