Brasil es nuestro principal cliente de trigo. Su aparición en el mercado durante el segundo semestre promete en general mejores precios para nuestros productores. Sin embargo, los últimos años han estado llenos de vientos de cambio. El socio del Mercosur viene trabajando desde hace tiempo en busca de la autosuficiencia en trigo –el único grano que depende de las importaciones-, y ha estado muy cerca de lograrlo.
Así, de poco más de 6 millones de toneladas en la última década, Brasil coqueteó con un volumen cercano a los 11 millones de toneladas en 2021. Implica un salto del 70%con la novedad de que Embrapa se consolide trigos tropicales que se adaptan perfectamente a las características del Cerrado e hicieron sentir al agricultor brasileño que el gran objetivo estaba más cerca que nunca.
Luego de la decepción de la temporada 2023/24, ahora los especialistas del Centro de Estudios Avanzados en Economía Aplicada (Cepea) indican que niveles de precios más bajos, incertidumbre climática y costos elevados provocaría una reducción de la superficie destinada al cultivo. En este camino, La Empresa Nacional de Abastecimiento (Conab) proyecta una caída promedio del 4,7% en el área plantadarespecto a la temporada anterior, bajo la presión del sur del país, que disminuiría un 7%. En Paraná, Deral apunta a una fuerte reducción del 19% en la superficie destinada al trigo, hasta 1,14 millones de hectáreas. Pese a ello, se espera que la producción crezca un 4% debido a una mayor productividad.
Por ahora, La industria enfrenta el argumento de la amplia oferta de trigo argentino, con un precio muy competitivo y sigue reticente a pagar más. A pesar de la mala cosecha nacional y la consiguiente escasez de trigo panificable, Los precios nacionales siguen devaluados, equivalentes a la paridad de las importaciones argentinas..
Para la cosecha 2023/24, que finaliza en julio de 2024, el monto de las importaciones se ajustó a 6,6 millones de toneladas y las exportaciones a 2,6 millones de toneladas. Para la cosecha 2024/25, que comienza en agosto de 2024 y finaliza en julio de 2025, La Conab revisó las cifras relativas a superficie, productividad y producción. La estimación es que se plantarán 3,30 millones de hectáreas (-4,7%), con una productividad de 2.940 kg/ha (+26,1%) y Se cosecharán 9,73 millones de toneladas (+20,2%). La mejora dependerá de los rendimientos, aunque eso lo decidirá una vez más la climatología, que ha sido esquiva en 2023/24.
Por ciertoestos pronósticos fueron formulados unos días antes de la catástrofe de Rio Grande do Sul. “Es un estado productor que abastece al país de alimentos como trigo, arroz y soja. Todos estos cultivos pueden verse comprometidos. Como pueden convertirse en alimento para los animales que consumimos, esto encarecería el pollo, el cerdo, los huevos y la carne vacuna”, advierte un analista.
Seguramente habrá que recortar la cuenta de la Conab, y el sueño de la autosuficiencia en trigo volverá a posponerse para Brasil, que también perderá peso como exportador, papel que de hecho venía estructurando a paso firme. Como hemos indicado otras veces, la suerte, o más bien el tiempo, les juega en contra, pero sería un grave error creer que se van a rendir.
